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La palabra vivir
Cómo se escribe

la palabra vivir

La palabra Vivir ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
El cuervo de Leopoldo Alias Clarín
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
El Señor de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Niebla de Miguel De Unamuno
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Fantina Los miserables Libro 1 de Victor Hugo
Amnesia de Amado Nervo
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece vivir.

Estadisticas de la palabra vivir

La palabra vivir es una de las palabras más comunes del idioma Español, estando en la posición 716 según la RAE.

Vivir es una palabra muy común y se encuentra en el Top 500 con una frecuencia media de 123.8 veces en cada obra en castellano

El puesto de esta palabra se basa en la frecuencia de aparición de la vivir en 150 obras del castellano contandose 18817 apariciones en total.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Vivir

Cómo se escribe vivir o vivirr?
Cómo se escribe vivir o bibir?

Algunas Frases de libros en las que aparece vivir

La palabra vivir puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 76
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... En los rojizos surcos saltaban las alondras con la alegría de vivir un día más, y los traviesos gorriones, posándose en las ventanas todavía cerradas, picoteaban las maderas, diciendo a los de adentro con su chillido de vagabundos acostumbrados a vivir de gorra: «¡Arriba, perezosos! ¡A trabajar la tierra para que comamos nosotros!. ...

En la línea 132
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡Las vueltas que da el mundo en diez años! ¿Quién les hubiese dicho a ella y a sus hermanas, acostumbradas a vivir en su casa como reinas, que acabarían de aquel modo? ¡Señor! ¡Señor! ¡Libradnos de una mala persona!. ...

En la línea 218
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Iban a trabajar, a vivir en la barraca. ...

En la línea 779
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Aquello no era vivir. ...

En la línea 199
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El señor Fermín era una de las curiosidades de Marchamalo, que don Pablo exhibía a sus acompañantes. Todos reían sus refranes, los términos rebuscados y raros de su expresión, sus consejos dichos en tono campanudo; y el viejo aceptaba el irónico elogio de los señores con la simpleza del campesino andaluz, que aún parece vivir en la época feudal, siervo del amo, aplastado por la gran propiedad, sin esa independencia enfurruñada del pequeño labrador que tiene la tierra por suya. ...

En la línea 223
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El señor Fermín no tuvo otro refugio que Jerez, y fue todas las madrugadas a la plaza Nueva a formar grupo con los jornaleros que esperaban trabajo, acogiendo con resignación el gesto desdeñoso de los capataces que le repelían por su antigua fama de cantonal y por las recientes aventuras del contrabando, que le habían hecho vivir algunos días en la cárcel. ¡Ay, las mañanas tristes pasadas en la plaza, estremeciéndose con el frío del amanecer, sin más alimento en el desfallecido estómago que alguna copa de aguardiente de Cazalla, ofrecida por los amigos! ¡Y después la vuelta desalentada a su tugurio, la sonrisa inocente de los hijos y el grito de tristeza de la mísera cuñada, al verle aparecer a la hora en que los demás trabajaban! --¿Tampoco hoy?... ...

En la línea 230
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El capataz creía vivir en el mejor de los mundos contemplando a sus hijos corretear por los senderos de la viña con dos de los señoritos de la casa, mientras el mayor, el futuro dueño, a pesar de ser todavía un niño, se mantenía al lado de su madre, imitando sus gestos altivos. ...

En la línea 234
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Viudo desde muy joven, tenía sus dos hijas bajo la vigilancia de criadas jóvenes, a las que más de una vez sorprendían las pequeñas señoritas abrazadas a papá y tuteándole. La señora de Dupont indignábase al conocer estos escándalos y se llevaba las sobrinas a su casa para que no presenciasen malos ejemplos. Pero ellas, verdaderas hijas de su padre, deseaban vivir en este ambiente de libertad, y protestaban con llantos desesperados y convulsiones en el suelo, hasta que las volvían a la absoluta independencia de aquel caserón por donde pasaban el dinero y el placer como un huracán de locura. ...

En la línea 80
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... Era verdad que Cuervo había comenzado por ser un cortesano de la desgracia, es decir, por vivir como podía de la muerte. ...

En la línea 129
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... ¿Qué es eso de vivir por término medio? Yo, sí, pienso vivir mucho, tanto como el más pintado de nuestros ilustres ascendientes; pero no pienso vivir por término medio, sino todo entero, como salí del vientre de mi madre. ...

En la línea 129
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... ¿Qué es eso de vivir por término medio? Yo, sí, pienso vivir mucho, tanto como el más pintado de nuestros ilustres ascendientes; pero no pienso vivir por término medio, sino todo entero, como salí del vientre de mi madre. ...

En la línea 129
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... ¿Qué es eso de vivir por término medio? Yo, sí, pienso vivir mucho, tanto como el más pintado de nuestros ilustres ascendientes; pero no pienso vivir por término medio, sino todo entero, como salí del vientre de mi madre. ...

En la línea 657
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¡Pues bien, mentís dos veces, señor, porque yo lo he visto salir de él!-¡Ah, con que lo tomáis en ese tono, señor gascón! ¡Pues bien, yo os enseñaré a vivir!-Y yo os enviaré a vuestra misa, señor abate. ...

En la línea 2096
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Mirad, mis bienes, mi fortuna, mi gloria, ¡todos los días que me quedan por vivir a cambio de un momento semejante y de una noche parecida! Porque esa noche, señora, esa noche vos me amabais, os lo juro. ...

En la línea 4379
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... No se priva de nada; se ve que está acostumbrado a vivir bien. ...

En la línea 4676
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Soy buen gentilhombre y tengo la sangre ardiente, como habéis podido observar, mi querido D'Artagnan; el insulto era terrible, y por desconocido que hubiera quedado para el resto del mun do, yo lo sentía vivir y removerse en el fondo de mi corazón. ...

En la línea 42
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Volvió a encontrar a Jasper Petulengro, y se fué con él a vivir en hermandad con los gitanos, trabajando en hacer herraduras, y preso en las redes honestas de una linda moza de la tribu. ...

En la línea 165
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Los muchachos, en viéndole pasar, le gritaban: ¡Gitano!, o ¡brujo!» Muy cerca ya del fin, su hijastra fué con su marido a vivir en su compañía. ...

En la línea 247
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Si sus hijos son o no dignos de tal madre, es una cuestión distinta que no pretendo resolver; me contento con observar que, entre muchas cosas lamentables y reprensibles, he encontrado también muchas nobles y admirables; muchas virtudes heroicas, austeras, y muchos crímenes de horrible salvajismo; pero muy poco vicio de vulgar bajeza, al menos entre la gran masa de la nación española, a la que concierne mi misión; porque bueno será notar aquí que no tengo la pretensión de conocer íntimamente a la aristocracia española, de la que me mantuve tan apartado como me lo permitieron las circunstancias; _en revanche_ he tenido el honor de vivir familiarmente con los campesinos, pastores y arrieros de España, cuyo pan y _bacallao_ he comido, que siempre me trataron con bondad y cortesía, y a quienes con frecuencia he debido amparo y protección. ...

En la línea 619
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Los monjes de las iglesias griega y siria trafican también con estas cosas, aun sabiendo que son nocivas, y anteponen ese comercio a la difusión del saludable bálsamo del Evangelio, porque de aquél sacan muy buenas ganancias y mantienen así el engaño que les permite vivir regaladamente. ...

En la línea 786
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pues si la honestidad es una de las virtudes que al cuerpo y al alma más adornan y hermosean, ¿por qué la ha de perder la que es amada por hermosa, por corresponder a la intención de aquel que, por sólo su gusto, con todas sus fuerzas e industrias procura que la pierda? »Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos. ...

En la línea 791
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y si se me hace cargo que eran honestos sus pensamientos, y que por esto estaba obligada a corresponder a ellos, digo que, cuando en ese mismo lugar donde ahora se cava su sepultura me descubrió la bondad de su intención, le dije yo que la mía era vivir en perpetua soledad, y de que sola la tierra gozase el fruto de mi recogimiento y los despojos de mi hermosura; y si él, con todo este desengaño, quiso porfiar contra la esperanza y navegar contra el viento, ¿qué mucho que se anegase en la mitad del golfo de su desatino? Si yo le entretuviera, fuera falsa; si le contentara, hiciera contra mi mejor intención y prosupuesto. ...

En la línea 1556
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y, si es que mi buen intento merece ser agradecido con algún género de cortesía, yo os suplico, señor, por la mucha que veo que en vos se encierra, y juntamente os conjuro por la cosa que en esta vida más habéis amado o amáis, que me digáis quién sois y la causa que os ha traído a vivir y a morir entre estas soledades como bruto animal, pues moráis entre ellos tan ajeno de vos mismo cual lo muestra vuestro traje y persona. ...

En la línea 1592
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Venimos a mi ciudad, recibióle mi padre como quien era; vi yo luego a Luscinda, tornaron a vivir, aunque no habían estado muertos ni amortiguados, mis deseos, de los cuales di cuenta, por mi mal, a don Fernando, por parecerme que, en la ley de la mucha amistad que mostraba, no le debía encubrir nada. ...

En la línea 126
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Las telas están puestas verticalmente, disposición invariable que adopta el género Epeira; están separadas unas de otras por el espacio de unos dos pies, pero unidas todas a ciertas líneas comunes en extremo largas y que se extienden a todas las partes de la comunidad. De esa manera, las telas unidas rodean la copa de algunos matorrales grandes. Azara9 describe una araña que vive en sociedad, observada por él en el Paraguay; Walckenaer piensa que debía ser un Theridion; pero probablemente será una Epeira, perteneciente acaso a la misma especie que la mía. Sin embargo, no puedo recordar haber visto el nido central tan grande como un sombrero, en el que, según Azara, depositan sus huevos en otoño las arañas, en el momento de su muerte. Como todas las arañas que he visto en este sitio tenían el mismo grueso, probablemente debían de tener la misma edad Esta costumbre de vivir en sociedad en un género tan típico como el de las Epeiras, es decir, en insectos tan sanguinarios y solitarios que hasta los dos sexos se atacan a menudo el uno al otro, constituye un hecho singularísimo. ...

En la línea 163
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... El orden de los roedores cuenta aquí con especies numerosas; me proporcioné ocho especies de ratones4. El roedor más grande que hay en el mundo, el Hidrochoerus capybara (cerdo de agua), es muy común en este país. En Montevideo maté uno que pesaba 98 libras; desde la punta del hocico hasta la cola medía tres pies y dos pulgadas de longitud; su circunferencia era de tres pies y ocho pulgadas. Estos grandes roedores frecuentan algunas veces las islas en la desembocadura del Plata, donde el agua es completamente salada; pero abundan mucho más en las márgenes de los ríos y de los lagos de agua dulce. Cerca de Maldonado suelen vivir tres o cuatro juntos. Durante el día están tendidos entre las plantas acuáticas o van tranquilamente a pacer la hierba de la llanura5. Vistos desde cierta distancia, su paso y su color les hace parecerse a los cerdos; pero cuando están sentados, vigilando con atención todo lo que pasa, vuelven a adquirir el aspecto de sus congéneres los cavias y los conejos. La gran longitud de su maxilar le da una apariencia cómica cuando se les ve de frente o de perfil. En Maldonado son casi mansos; andando con precaución, pude acercarme a una distancia de tres metros a cuatro de estos animales. Puede explicarse esta casi domesticidad por el hecho de que el jaguar ha desaparecido por completo de este país desde hace algunos años, y el gaucho no piensa que ese animal sea digno de ser cazado. Conforme iba acercándome a los cuatro individuos, de los cuales acabo de hablar, dejaban oír el ruido que les caracteriza, una especie de gruñido sordo y abrupto; no puede decirse que sea un sonido, sino más bien una expulsión brusca del aire que tienen en los pulmones; no conozco sino un solo ruido análogo a ese gruñido, y es el primer ladrido ronco de un perro grande. Después de habernos mirado mutuamente por espacio de algunos minutos, pues me examinaban ellos con tanta atención como podía yo examinarlos, tiráronse todos al agua con el mayor ímpetu, dejando oír su gruñido. Después de zambullirse durante algún tiempo volvieron a la superficie, pero sin sacar más que la parte superior de la cabeza. Cuando la hembra va a nado dícese que sus hijuelos se sientan en el lomo de la madre. Fácilmente se podría 4 En junio hallé 27 especies de ratones en la América del sur, donde aún se conocen 13 más, según las obras de Azara y de otros autores. Mister Waterhouse ha descrito y dado nombre, en las reuniones de la Sociedad Zoológica, a las especies que traje. Aprovecho esta ocasión para mostrar mi agradecimiento a Mr. Waterhouse y a los demás sabios miembros de esta Sociedad por la benévola ayuda que se han dignado concederme en todas ocasiones. ...

En la línea 167
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Estos animales minan tan completamente espacios grandísimos, que al pasar por encima de sus galerías los caballos, se hunden a menudo hasta los corvejones. Hasta cierto punto, los tucutucos parecen vivir en sociedad; el hombre que me dio mis ejemplares había cogido seis de un golpe, y me dijo que era cosa harto común el coger a muchos juntos. ...

En la línea 284
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Sabemos7 que en las regiones más boreales de la América septentrional, muchos grados más allá del límite donde el suelo permanece perpetuamente helado a la profundidad de varios, pies, crecen bosques de grandes y hermosos árboles formados. En Siberia8 también se encuentran bosques de olmos, abetos, pobos y alerces, a una latitud (64 grados) en que la temperatura media del aire está bajo cero y la tierra helada tan completamente, que el cadáver de un animal sepulto en ella se conserva de un modo perfecto. Estos hechos nos permiten sacar la consecuencia de que, mirando sólo la cantidad de la vegetación, los grandes cuadrúpedos de la época terciaria más reciente pudieron vivir en la mayor parte de Europa y del Asia septentrional, donde se encuentran hoy sus restos. No hablo aquí de la calidad de la vegetación que les era necesaria; pues, como tenemos pruebas de haberse producido cambios físicos, habiendo desaparecido esas razas de animales, podemos también suponer que las especies de plantas han podido cambiar. ...

En la línea 711
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La Regenta, muy principal señora, era esposa de don Víctor Quintanar, Regente en varias Audiencias, últimamente en la de Vetusta, donde se jubiló con el pretexto de evitar murmuraciones acerca de ciertas dudosas incompatibilidades; pero en realidad porque estaba cansado y podía vivir holgadamente saliendo del servicio activo. ...

En la línea 1089
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Creía vivir sacrificada a deberes que se había impuesto; estos deberes algunas veces se los representaba como poética misión que explicaba el por qué de la vida. ...

En la línea 1340
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Tanto valía entonces esto como dedicarse a bandolero sin protección, por lo que toca a la necesidad de vivir a salto de mata. ...

En la línea 1477
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¡Con qué tristeza pensaba la niña, sin querer pensarlo, que los amigos de su padre eran personas poco delicadas, habladores temerarios! Y su mismo papá, esto era lo peor, y había que pensarlo también, su querido papá que era un hombre de talento, capaz de inventar la pólvora, un reloj, el telégrafo, cualquier cosa, se iba volviendo loco a fuerza de filosofar, y no sabía vivir con una hija que ya entendía más que él de asuntos religiosos. ...

En la línea 248
del libro El Señor
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —Debe usted de vivir por ahí cerca. ...

En la línea 41
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... ¡Cosa inexplicable para Borja!… Había pensado siempre con odio en este hombre, y al verlo de cerca tuvo que confesar que no le era antipático. Sólo odiaba al general-doctor cuando estaba lejos. Luego, en su presencia, le parecía absurdo que el apellido de este hombre hubiese podido agitar sus nervios. Urdaneta había venido a vivir en Cannes unas semanas, y los dos enamorados lo encontraron repetidas veces en los hoteles de Niza o en el Casino de Montecarlo. ...

En la línea 116
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... No obstante tales protestas, era más propenso Figueras a excusar las flaquezas del prójimo que a censurarlas. Sus estudios históricos, que le habían hecho vivir entre reyes, reinas y pontífices de existencia suntuosa, unían a dicha tolerancia una predisposición instintiva hacia el lujo (aunque no participase de él), un respeto y una admiración algo pueriles para los ricos y los poderosos. ...

En la línea 149
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Iba enseñando don Baltasar al pequeño todos los tesoros de este apartado y silencioso dominio, en el que pasaba semanas y meses sin que nadie viniese a turbar la paz de sus estudios. Podía descifrar documentos y escribir notas escuchando al mismo tiempo, por la tarde, con una lejanía que él llamaba poética, los armónicos trompeteos del órgano y los cánticos de sus compañeros de canonicato reunidos en el coro para el cumplimiento del oficio diario. Le parecía vivir en un mundo aparte, por encima del tiempo y del espacio, en comunicación sobrenatural con siglos remotos que sólo habían dejado como huellas de existencia varias losas sepulcrales abajo en el templo y unos legajos color de hoja marchita en los estantes de pino que rodeaban su mesa. ...

En la línea 153
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —Todas están escritas en valenciano —continuaba Figueras—. El valenciano fue la lengua familiar de los Borgias, el idioma sagrado y secreto de tribu con lo que se entendían entre ellos, al vivir en Italia, circundados de espías e hipócritas. ...

En la línea 282
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Mi opinión es que debe vivir -interrumpió el presidente-. Mi esposa y mis niñas lo encontraron ayer muy simpático al verle entrar en la ciudad. Un hijo mío, que es del ejército del aire y montaba una de las máquinas que lo condujeron, me ha contado cosas muy graciosas de el. Todos los muchachos de la Guardia gubernamental lo encuentran igualmente muy agradable, y hasta algunos afirman que es hermoso… . Tuvo usted una buena idea, profesor Flimnap, al aconsejar que lo mirásemos con lentes de disminución… . Yo opino que debemos dejarle vivir, aunque sea únicamente por una temporada corta. Resultara carísimo, pero la República puede permitirse este lujo, lo mismo que mantiene a los animales raros de su Jardín Zoológico. Y usted ¿qué opina de esto, ilustre amigo Momaren? ...

En la línea 282
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Mi opinión es que debe vivir -interrumpió el presidente-. Mi esposa y mis niñas lo encontraron ayer muy simpático al verle entrar en la ciudad. Un hijo mío, que es del ejército del aire y montaba una de las máquinas que lo condujeron, me ha contado cosas muy graciosas de el. Todos los muchachos de la Guardia gubernamental lo encuentran igualmente muy agradable, y hasta algunos afirman que es hermoso… . Tuvo usted una buena idea, profesor Flimnap, al aconsejar que lo mirásemos con lentes de disminución… . Yo opino que debemos dejarle vivir, aunque sea únicamente por una temporada corta. Resultara carísimo, pero la República puede permitirse este lujo, lo mismo que mantiene a los animales raros de su Jardín Zoológico. Y usted ¿qué opina de esto, ilustre amigo Momaren? ...

En la línea 296
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El profesor, que por vivir dedicado a sus raros y profundos estudios concedía escasa atención a las cuestiones de actualidad, no se había fijado nunca en este personaje; pero ahora le miró con gran interés. Adivinaba en él a un enemigo del Gentleman-Montaña. Bastaría que el gobierno decidiese el indulto de Edwin para que Gurdilo aconsejase su muerte, como si de esto dependiese la felicidad nacional. Además, el diario que pedía la supresión del Hombre-Montaña había ya reproducido en una de sus ediciones ciertas palabras inquietantes del temible jefe de la oposición. ...

En la línea 394
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Quedó entre nosotros el gigante viejo tan desamparado y falto de medios cual se ve usted ahora. Además, como sus años no le permitían vivir en un mundo tan nuevo para él y tan falto de las comodidades que necesita la vejez, murió al poco tiempo. Yo sospecho que los emperadores de la última dinastía se sintieron inquietos tal vez por la frecuencia con que llegaban a nuestras costas huéspedes de la misma talla, y trataron al viejo con brusquedad, sin considerar que el pobre venía atraído por los relatos de Eulame para establecer generosamente su civilización entre nosotros. ...

En la línea 11
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Conocida la persona y sus felices circunstancias, se comprenderá fácilmente la dirección que tomaron las ideas del joven Santa Cruz al verse en las puertas del mundo con tantas probabilidades de éxito. Ni extrañará nadie que un chico guapo, poseedor del arte de agradar y del arte de vestir, hijo único de padres ricos, inteligente, instruido, de frase seductora en la conversación, pronto en las respuestas, agudo y ocurrente en los juicios, un chico, en fin, al cual se le podría poner el rótulo social de brillante, considerara ocioso y hasta ridículo el meterse a averiguar si hubo o no un idioma único primitivo, si el Egipto fue una colonia bracmánica, si la China es absolutamente independiente de tal o cual civilización asiática, con otras cosas que años atrás le quitaban el sueño, pero que ya le tenían sin cuidado, mayormente si pensaba que lo que él no averiguase otro lo averiguaría… «Y por último —decía—pongamos que no se averigüe nunca. ¿Y qué… ?». El mundo tangible y gustable le seducía más que los incompletos conocimientos de vida que se vislumbran en el fugaz resplandor de las ideas sacadas a la fuerza, chispas obtenidas en nuestro cerebro por la percusión de la voluntad, que es lo que constituye el estudio. Juanito acabó por declararse a sí mismo que más sabe el que vive sin querer saber que el que quiere saber sin vivir, o sea aprendiendo en los libros y en las aulas. Vivir es relacionarse, gozar y padecer, desear, aborrecer y amar. La lectura es vida artificial y prestada, el usufructo, mediante una función cerebral, de las ideas y sensaciones ajenas, la adquisición de los tesoros de la verdad humana por compra o por estafa, no por el trabajo. No paraban aquí las filosofías de Juanito, y hacía una comparación que no carece de exactitud. Decía que entre estas dos maneras de vivir, observaba él la diferencia que hay entre comerse una chuleta y que le vengan a contar a uno cómo y cuándo se la ha comido otro, haciendo el cuento muy a lo vivo, se entiende, y describiendo la cara que ponía, el gusto que le daba la masticación, la gana con que tragaba y el reposo con que digería. ...

En la línea 11
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Conocida la persona y sus felices circunstancias, se comprenderá fácilmente la dirección que tomaron las ideas del joven Santa Cruz al verse en las puertas del mundo con tantas probabilidades de éxito. Ni extrañará nadie que un chico guapo, poseedor del arte de agradar y del arte de vestir, hijo único de padres ricos, inteligente, instruido, de frase seductora en la conversación, pronto en las respuestas, agudo y ocurrente en los juicios, un chico, en fin, al cual se le podría poner el rótulo social de brillante, considerara ocioso y hasta ridículo el meterse a averiguar si hubo o no un idioma único primitivo, si el Egipto fue una colonia bracmánica, si la China es absolutamente independiente de tal o cual civilización asiática, con otras cosas que años atrás le quitaban el sueño, pero que ya le tenían sin cuidado, mayormente si pensaba que lo que él no averiguase otro lo averiguaría… «Y por último —decía—pongamos que no se averigüe nunca. ¿Y qué… ?». El mundo tangible y gustable le seducía más que los incompletos conocimientos de vida que se vislumbran en el fugaz resplandor de las ideas sacadas a la fuerza, chispas obtenidas en nuestro cerebro por la percusión de la voluntad, que es lo que constituye el estudio. Juanito acabó por declararse a sí mismo que más sabe el que vive sin querer saber que el que quiere saber sin vivir, o sea aprendiendo en los libros y en las aulas. Vivir es relacionarse, gozar y padecer, desear, aborrecer y amar. La lectura es vida artificial y prestada, el usufructo, mediante una función cerebral, de las ideas y sensaciones ajenas, la adquisición de los tesoros de la verdad humana por compra o por estafa, no por el trabajo. No paraban aquí las filosofías de Juanito, y hacía una comparación que no carece de exactitud. Decía que entre estas dos maneras de vivir, observaba él la diferencia que hay entre comerse una chuleta y que le vengan a contar a uno cómo y cuándo se la ha comido otro, haciendo el cuento muy a lo vivo, se entiende, y describiendo la cara que ponía, el gusto que le daba la masticación, la gana con que tragaba y el reposo con que digería. ...

En la línea 55
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... También pensaba Barbarita, oyendo a su novio, que la procesión iba por dentro y que el pobre chico, a pesar de ser tan grandullón, no tenía alma para sacarla fuera. «¿Me querrá?» se preguntaba la novia. Pronto hubo de sospechar que si Baldomerito no le hablaba de amor explícitamente, era por pura cortedad y por no saber cómo arrancarse; pero que estaba enamorado hasta las gachas, reduciéndose a declararlo con delicadezas, complacencias y puntualidades muy expresivas. Sin duda el amor más sublime es el más discreto, y las bocas más elocuentes aquellas en que no puede entrar ni una mosca. Mas no se tranquilizaba la joven razonando así, y el sobresalto y la incertidumbre no la dejaban vivir. «¡Si también le estaré yo queriendo sin saberlo!» pensaba. ¡Oh!, no; interrogándose y respondiéndose con toda lealtad, resultaba que no le quería absolutamente nada. Verdad que tampoco le aborrecía, y algo íbamos ganando. ...

En la línea 102
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Así pasaron algunos años. Como sus necesidades eran muy cortas, pues no tenía familia que mantener ni ningún vicio como no fuera el de gastar saliva, bastábale para vivir lo poco que el corretaje le daba. Además, muchos comerciantes ricos le protegían. Este, a lo mejor, le regalaba una capa; otro un corte de vestido; aquel un sombrero o bien comestibles y golosinas. Familias de las más empingorotadas del comercio le sentaban a su mesa, no sólo por amistad sino por egoísmo, pues era una diversión oírle contar tan diversas cosas con aquella exactitud pintoresca y aquel esmero de detalles que encantaba. Dos caracteres principales tenía su entretenida charla, y eran: que nunca se declaraba ignorante de cosa alguna, y que jamás habló mal de nadie. Si por acaso se dejaba decir alguna palabra ofensiva, era contra la Aduana; pero sin individualizar sus acusaciones. ...

En la línea 190
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¿Pero no soy yo el que precipita su muerte, señor? ¡Cuanto tiempo no podría vivir si no fuera por mí! ...

En la línea 583
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Pero, su buena Majestad, nada hay que necesite explicación. Nadie puede poner, sus manos en la sagrada persona del Príncipe de Gales; por consiguiente, cuando él falla, los golpes me los llevo yo, y eso es lo justo y lo conveniente, porque éste es mi oficio y mi manera de vivir.[8] ...

En la línea 1341
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... El pueblo prorrumpió en un grito de júbilo repitiendo a una voz lo que había dicho el niño. Tom Canty miró a lo lejos sobre el agitado mar de ansiosos semblantes y su corazón se inflamó de regocijó; sintió que la única cosa por, la cual valía la pena vivir en este mundo era el ser rey, e ídolo de una nación. De pronto divisó, a lo lejos, a un par de sus andrajosos camaradas de Offal Court; uno de ellos, el lord gran almirante de su antigua fingida corte, y el otro el primer lord de la alcoba de la misma presuntuosa ficción; y su orgullo creció más que nunca. ¡Oh, si tan sólo pudieran reconocerlo ahora! ¡Qué indecible gloria sería si le reconocieran y se dieran cuenta de que el escarnecido rey de mentiritas de los arrabales se había convertido en un rey verdadero, con ilustres duques y príncipes por humildes sirvientes y con el mundo inglés a sus pies! Pero tenía que negarse a sí mismo y ahogar su deseo, porque semejante reconocimiento podría costarle más de lo que valía; así que volvió la cabeza y dejó que los dos sucios muchachos continuaran con sus gritos y alegres adulaciones, sin sospechar a quién era que se las estaban prodigando. De cuando en cuando se alzaba el grito de '¡una dádiva, una dádiva!', y Tom respondía lanzando al azar un puñado de relucientes monedas nuevas para que la multitud se las disputara. ...

En la línea 227
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... «El amor aviva y anticipa el apetito –siguió diciéndose Augusto–. ¡Hay que vivir para amar! Sí, ¡y hay que amar para vivir!» ...

En la línea 227
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... «El amor aviva y anticipa el apetito –siguió diciéndose Augusto–. ¡Hay que vivir para amar! Sí, ¡y hay que amar para vivir!» ...

En la línea 234
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Augusto se lavó, peinó, vistió y avió como quien tiene ya un objetivo en la vida, rebosando íntimo arregosto de vivir. Aunque melancólico. ...

En la línea 261
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Su madre iba y venía sin hacer ruido, como un pajarillo, siempre de negro, con una sonrisa, que era el poso de las lágrimas de los primeros días de viudez, siempre en la boca y en torno de los ojos escudriñadores. «Tengo que vivir para ti, para ti solo –le decía por las noches, antes de acostarse–, Augusto.» Y este llevaba a sus sueños nocturnos un beso húmedo aún en lágrimas. ...

En la línea 437
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¿No sabe, milady —dijo el pirata acercándose más—, que mi corazón parece estallar cuando pienso que vendrá el día en que tendré que dejarla para siempre, para no volver a verla más? Si el tigre me hiere, permanecería bajo el mismo techo que usted, volvería a gozar de las dulces emociones que sentí cuando yacía herido en el lecho. ¡Sería feliz oyendo otra vez su voz, recibiendo sus miradas y sus sonrisas! Milady, usted me ha hechizado; presiento que no podré vivir lejos de usted. ¿Qué ha hecho de mi corazón, siempre inaccesible a todo afecto? Míreme, con sólo estar a su lado siento temblar mi cuerpo y la sangre me quema las venas. ...

En la línea 517
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Si quieres, te llevaré a una isla lejana cubierta de flores, donde no oigas hablar de Labuán ni yo de Mompracem. A una isla encantada donde podrán vivir enamorados el terrible pirata y la hermosa Perla de Labuán. ¿Quieres, Mariana? ...

En la línea 2069
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Amigos, mis fieles tigres! —dijo—. Los he llamado para decidir la suerte de Mompracem. Comprendo que mi misión vengadora ha concluido, que ya no sabré rugir ni combatir como en otros días, que necesito reposo. Combatiré, sin embargo, una vez más al enemigo que quizás mañana venga a atacarnos, y después daré mi adiós a Mompracem y me iré lejos a vivir con esta mujer, a quien amo y que será mi esposa. ¿Quieren continuar las empresas del Tigre? Les dejo mis barcos y mis cañones. Pero si prefieren acompañarme a mi nueva patria, seguiré considerándolos como a mis hijos. ...

En la línea 2179
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Mátenme! ¡El Tigre de la Malasia ya no puede vivir! ...

En la línea 136
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Describo ahora a este audaz compañero tal como lo conozco actualmente. Somos ahora viejos amigos, unidos por la inalterable amistad que nace y se cimenta en las pruebas difíciles. ¡Ah, mi buen Ned! Sólo pido vivir aún cien años más para poder recordarte más tiempo. ...

En la línea 466
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Nada había cambiado en su disposición interior. La prisión seguía siéndolo y los prisioneros también. Sin embargo, el steward había aprovechado nuestro sueño para retirar el servicio de mesa. Nada indicaba, pues, un próximo cambio de nuestra situación, y me pregunté seriamente si nuestro destino sería el de vivir indefinidamente en ese calabozo. ...

En la línea 948
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Señor profesor, sabe usted tan bien como yo que el hombre puede vivir bajo el agua a condición de llevar consigo su provisión de aire respirable. En los trabajos submarinos, el obrero, revestido de un traje impermeable y con la cabeza encerrada en una cápsula de metal, recibe el aire del exterior por medio de bombas impelentes y de reguladores de salida. ...

En la línea 1612
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... ¡Qué indescriptible espectáculo! ¡Ah! ¡No poder comunicar nuestras sensaciones! ¡Hallarse aprisionado en una jaula de metal y de vidrio! ¡Vernos imposibilitados para comunicarnos entre nosotros! ¡Ah, no poder vivir la vida de esos peces que pueblan el líquido elemento, o mejor aún, la de esos anfibios que, durante largo tiempo, pueden recorrer al albedrío de su antojo el doble dominio de la tierra y del agua! ...

En la línea 24
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — ¡Ya! -murmuró, reflexivo-. Ahora dime con quién vives, en el supuesto de que te dejen vivir con alguien, cosa que todavía no creo. ...

En la línea 370
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — A consecuencia de eso, mi madre y yo nos escapamos varias veces de la casa de mi padre. Luego mi madre fue a trabajar, y solía decirme: «Ahora, Joe, si Dios quiere, podrás ir a la escuela, hijo mío.» Y quería llevarme a la escuela. Pero mi padre, en el fondo, tenía muy buen corazón y no podía vivir sin nosotros. Por eso vino a la casa en que vivíamos y armó tal escándalo en la puerta, que no tuvimos más remedio que irnos a vivir con él. Pero luego, en cuanto nos tuvo otra vez en casa, volvió a pegarnos. Y ésta fue la causa, Pip terminó Joe, dejando de remover las brasas y mirándome -, de que mi instrucción esté un poco atrasada. ...

En la línea 370
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — A consecuencia de eso, mi madre y yo nos escapamos varias veces de la casa de mi padre. Luego mi madre fue a trabajar, y solía decirme: «Ahora, Joe, si Dios quiere, podrás ir a la escuela, hijo mío.» Y quería llevarme a la escuela. Pero mi padre, en el fondo, tenía muy buen corazón y no podía vivir sin nosotros. Por eso vino a la casa en que vivíamos y armó tal escándalo en la puerta, que no tuvimos más remedio que irnos a vivir con él. Pero luego, en cuanto nos tuvo otra vez en casa, volvió a pegarnos. Y ésta fue la causa, Pip terminó Joe, dejando de remover las brasas y mirándome -, de que mi instrucción esté un poco atrasada. ...

En la línea 390
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Pero yo sí que me ocupaba, Pip - contestó con tierna sencillez -. Cuando ofrecí a tu hermana casarme con ella, y a su vez se manifestó dispuesta a casarse conmigo y a venir a vivir a la fragua, le dije: «Tráete también al pobrecito niño, Dios le bendiga.» Y añadí: «En la fragua habrá sitio para él.» ...

En la línea 78
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raskolnikof no estaba acostumbrado al trato con la gente y, como ya hemos dicho últimamente incluso huía de sus semejantes. Pero ahora se sintió de pronto atraído hacia ellos. En su ánimo acababa de producirse una especie de revolución. Experimentaba la necesidad de ver seres humanos. Estaba tan hastiado de las angustias y la sombría exaltación de aquel largo mes que acababa de vivir en la más completa soledad, que sentía la necesidad de tonificarse en otro mundo, cualquiera que fuese y aunque sólo fuera por unos instantes. Por eso estaba a gusto en aquella taberna, a pesar de la suciedad que en ella reinaba. El tabernero estaba en otra dependencia, pero hacía frecuentes apariciones en la sala. Cuando bajaba los escalones, eran sus botas, sus elegantes botas bien lustradas y con anchas vueltas rojas, lo que primero se veía. Llevaba una blusa y un chaleco de satén negro lleno de mugre, e iba sin corbata. Su rostro parecía tan cubierto de aceite como un candado. Un muchacho de catorce años estaba sentado detrás del mostrador; otro más joven aún servía a los clientes. Trozos de cohombro, panecillos negros y rodajas de pescado se exhibían en una vitrina que despedía un olor infecto. El calor era insoportable. La atmósfera estaba tan cargada de vapores de alcohol, que daba la impresión de poder embriagar a un hombre en cinco minutos. ...

En la línea 114
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Desde entonces, señor, a causa del desgraciado hecho que le acabo de referir, y por efecto de una denuncia procedente de personas malvadas (Daría Frantzevna ha tomado parte activa en ello, pues dice que la hemos engañado), desde entonces, mi hija Sonia Simonovna figura en el registro de la policía y se ha visto obligada a dejarnos. La dueña de la casa, Amalia Feodorovna, no hubiera tolerado su presencia, puesto que ayudaba a Daría Frantzevna en sus manejos. Y en lo que concierne al señor Lebeziatnikof… , pues… sólo le diré que su incidente con Catalina Ivanovna se produjo a causa de Sonia. Al principio no cesaba de perseguir a Sonetchka. Después, de repente, salió a relucir su amor propio herido. «Un hombre de mi condición no puede vivir en la misma casa que una mujer de esa especie.» Catalina Ivanovna salió entonces en defensa de Sonia, y la cosa acabó como usted sabe. Ahora Sonia suele venir a vernos al atardecer y trae algún dinero a Catalina Ivanovna. Tiene alquilada una habitación en casa del sastre Kapernaumof. Este hombre es cojo y tartamudo, y toda su numerosa familia tartamudea… Su mujer es tan tartamuda como él. Toda la familia vive amontonada en una habitación, y la de Sonia está separada de ésta por un tabique… ¡Gente miserable y tartamuda… ! Una mañana me levanto, me pongo mis harapos, levanto los brazos al cielo y voy a visitar a su excelencia Iván Afanassievitch. ¿Conoce usted a su excelencia Iván Afanassievitch? ¿No? Entonces no conoce usted al santo más santo. Es un cirio, un cirio que se funde ante la imagen del Señor… Sus ojos estaban llenos de lágrimas después de escuchar mi relato desde el principio hasta el fin. ...

En la línea 233
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Ahora te voy a decir una cosa, mi querido Rodia. A mí me parece, por ciertas razones (que desde luego no tienen nada que ver con el carácter de Piotr Petrovitch y que tal vez son solamente caprichos de vieja), a mí me parece, repito, que lo mejor sería que, después del casamiento, yo siguiera viviendo sola en vez de instalarme en casa de ellos. Estoy completamente segura de que él tendrá la generosidad y la delicadeza de invitarme a no vivir separada de mi hija, y sé muy bien que, si todavía no ha dicho nada, es porque lo considera natural; pero yo no aceptaré. He observado en más de una ocasión que los yernos no suelen tener cariño a sus suegras, y yo no sólo no quiero ser una carga para nadie, sino que deseo vivir completamente libre mientras me queden algunos recursos y tenga hijos como Dunetchka y tú. ...

En la línea 233
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Ahora te voy a decir una cosa, mi querido Rodia. A mí me parece, por ciertas razones (que desde luego no tienen nada que ver con el carácter de Piotr Petrovitch y que tal vez son solamente caprichos de vieja), a mí me parece, repito, que lo mejor sería que, después del casamiento, yo siguiera viviendo sola en vez de instalarme en casa de ellos. Estoy completamente segura de que él tendrá la generosidad y la delicadeza de invitarme a no vivir separada de mi hija, y sé muy bien que, si todavía no ha dicho nada, es porque lo considera natural; pero yo no aceptaré. He observado en más de una ocasión que los yernos no suelen tener cariño a sus suegras, y yo no sólo no quiero ser una carga para nadie, sino que deseo vivir completamente libre mientras me queden algunos recursos y tenga hijos como Dunetchka y tú. ...

En la línea 536
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Basta de cumplidos. Charlas, según tu costumbre. Ya sabré vivir a mi manera. De todos modos, no te guardo rencor, he olvidado las ofensas. ¿Cómo he podido decidirme a venir?, me preguntas. ¿Qué hay en ello de sorprendente? Es la cosa más sencilla. ¿Y por qué se extrañan todos… ? Buenos días, Praskovia. ¿Qué haces aquí? ...

En la línea 928
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Ahora no puedo. Además, no puedo abandonar a mi hermano ya mi hermana que… que… pueden, verdaderamente, encontrarse solos. Pero… si usted me recoge con los niños, abuela, entonces iré a vivir a su casa y me mostraré digna de su bondad, créame —añadió conmovida—. Pero sin los niños, imposible, abuela. ...

En la línea 1005
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... “No me lo prohíbe —pensaba. Ella misma, por el contrario, me ha incitado algunas veces a hablar… seguramente para burlarse. Estoy seguro, lo he comprobado muchas veces. Le gustaba, después de haberme escuchado y llevado al terreno de las confidencias, contestarme con una manifestación de su soberano desprecio y de su indiferencia. Sin embargo, no ignoraba que yo no podía vivir sin ella. Han pasado tres días desde el incidente con el barón y ya no puedo soportar por más tiempo nuestra ‘separación’. Cuando la he encontrado, hace un momento, mi corazón latía con tal violencia que me he puesto pálido. ¡Ella tampoco puede vivir sin mí! Le soy necesario, ¿solamente a título de bufón?” ...

En la línea 1005
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... “No me lo prohíbe —pensaba. Ella misma, por el contrario, me ha incitado algunas veces a hablar… seguramente para burlarse. Estoy seguro, lo he comprobado muchas veces. Le gustaba, después de haberme escuchado y llevado al terreno de las confidencias, contestarme con una manifestación de su soberano desprecio y de su indiferencia. Sin embargo, no ignoraba que yo no podía vivir sin ella. Han pasado tres días desde el incidente con el barón y ya no puedo soportar por más tiempo nuestra ‘separación’. Cuando la he encontrado, hace un momento, mi corazón latía con tal violencia que me he puesto pálido. ¡Ella tampoco puede vivir sin mí! Le soy necesario, ¿solamente a título de bufón?” ...

En la línea 510
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Trabajó para vivir, y después amó también para vivir, porque el corazón tiene su hambre. ...

En la línea 510
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Trabajó para vivir, y después amó también para vivir, porque el corazón tiene su hambre. ...

En la línea 692
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Este personaje adusto y amenazante era de esos que por rápidamente que se les mire, llaman la atención del observador. Se dice que en toda manada de lobos hay un perro, al que la loba mata, porque si lo deja vivir al crecer devoraría a los demás cachorros. Dad un rostro humano a este perro hijo de loba y tendréis el retrato de aquel hombre. ...

En la línea 706
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Fauchelevent era uno de los escasos enemigos que tenía el señor Magdalena en aquella época. Cuando éste llegó al lugar, Fauchelevent tenía un comercio que empezaba a decaer. Vio a aquel simple obrero que se enriquecía, mientras que él, amo, se arruinaba; y de aquí que se llenara de envidia, y que hiciera siempre cuanto estuvo en su mano para perjudicar a Magdalena. Llegó su ruina; no le quedó más que un carro y un caballo, pues no tenía familia; entonces se hizo carretero para poder vivir. ...

En la línea 27
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... Busqué una quinta rodeada de árboles, cerca de una vieja ciudad castellana, y nos fuimos a vivir allí con nuestros criados de más confianza, un piano y algunas docenas de libros. ...

En la línea 131
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... Parecíame que ni Blanca ni yo pisábamos las gradas; éramos dos almas, nada más que dos almas que iban a vivir confundidas en aquel rayo de oro, por los siglos de los siglos. ...

En la línea 164
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... ¡dicha de vivir! ...

En la línea 173
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... Blanca no recordó ni por un instante a la febril capital de las capitales. Encontraba en todo el sabor de lo nuevo. Se entregaba a la alegría de vivir, como una colegiala que acaba de dejar los tutelares muros del Sagrado Corazón y empieza su etapa mundana. ...

En la línea 81
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Es cierto, chico; en León le entran a uno ganas de casarse y de vivir santamente. ...

En la línea 583
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Tan plenamente -exclamó Artegui soltando la rama de mimbre y asiendo la mano de la niña-, que ahora me confirmo en creer que los seres puros poseen cierta presciencia, cierta intuición maravillosa y singularísima, negada a los que conocemos, en cambio, el triste misterio del vivir. ...

En la línea 629
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Son tan raras las cosas que desde anteayer me suceden; está tan fuera de sus naturales caminos mi vivir desde estos días; tan singular e inaudito me parece lo que usted dijo allá… junto al pantano, que imagino si me quedaría dormida en Miranda de Ebro, y no habré despertado aún. Yo debo estar todavía en el vagón, es decir, allí estará mi cuerpo, pero mi alma se escapó y sueña tales tonterías… a la fuerza. ...

En la línea 801
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Los paseantes comenzaban a retirarse, y el leve crujido de la arena revelaba sus pasos lejanos. Pero ambas amigas acostumbraban, como suele decirse, llevarse las llaves del parque, porque justamente a la puesta del sol era cuando Lucía lo encontraba más hermoso, en aquella melancólica estación otoñal. Bajos ya y moribundos los rayos solares, caían casi horizontalmente sobre los pradillos de hierba, inflamándolos en tonos ardientes como de oro en fusión. Los obscuros conos del alerce cortaban este océano de luz, en el cual se prolongaban sus sombras. Deshojábanse los plátanos y castaños de Indias, y de cuando en cuando caía, con golpe seco y mate, algún erizo, que, abriéndose, dejaba rodar la reluciente castaña. En las grandes canastillas, que se destacaban sobre el fondo de césped, las pálidas eglantinas, a la menor brisa otoñal, soltaban sus frágiles pétalos, las verbenas se arrastraban lánguidas, como cansadas de vivir, descomponiendo con sus caprichosos tallos la forma oval del macizo; los ageratos se erguían, todos llovidos de estrellas azules y los peregrinos colios lucían sus exóticos matices, sus coloraciones metálicas y sus hojas atigradas, semejantes a escamas de reptil, ya blancas con manchas negras, ya verdes con vetas carne, ya amaranto obscuro cebradas de rosa cobrizo. Profundo estremecimiento, precursor del invierno, atravesaba por la Naturaleza toda, y dijérase que antes de morir, quería vestirse sus más ricas galas: así la viña virgen tenía tan espléndido traje de púrpura, y el álamo blanco elevaba con tal coquetería el penacho de cándidos airones de su copa; así la coralina se adornaba con innumerables sartas y zarcillos de sangriento coral, y las cinias recorrían toda la escala de los colores vivos con sus festoneadas enaguas. El maíz listado sacudía su brial de seda verde y blanca a rayas, con melodioso susurro, y allá en las lindes de la pradera bañada por el sol, unos arbolillos tiernos inclinaban su joven copa. De tal suerte mullían las hojas secas el piso de las calles, que se enterraba Lucía hasta el tobillo, con placer. El roce de su traje producía en ellas un ruido continuo, rápido, parecido a la respiración jadeante de alguien que la siguiera; y presa de pueril temor, volvía a veces el rostro atrás, riéndose al convencerse de su ilusión. Hojas había muy diferentes entre sí: unas, obscuras, en descomposición, vueltas ya casi mantillo: otras secas, quebradizas, encogidas; otras amarillas, o aun algo verdosas, húmedas todavía, con los jugos del tronco que las sustentara. Hacíase la alfombra más tupida al acercarse a los parajes sombríos del borde del estanque, cuya superficie rielaba como cristal ondulado, estremeciéndose al leve paso del aura vespertina, y rizándose en mil ondas chiquitas en choque continuo las unas con las otras. ...

En la línea 20
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -Juan, si el señor no lo lleva a mal- respondió el recién venido-. Juan Picaporte, apodo que me ha quedado y que justificaba mi natural aptitud para salir de todo apuro, Creo ser honrado, aunque, a decir verdad, he tenido varios oficios. He sido cantor ambulante, he sido artista de circo donde daba el salto como Leotard y bailaba en la cuerda como Blondín; luego, al fin de hacer más útiles mis servicios, he llegado a profesor de gimnasia, y por último, era sargento de bomberos en París, y aún tengo en mi hoja de servicios algunos incendios notables. Pero hace cinco años que he abandonado la Francia, y queriendo experimentar la vida doméstica soy ayuda de cámara en Inglaterra. Y hallándome desacomodado y habiendo sabido que el señor Phileas Fogg era el hombre más exacto y sedentario del Reino Unido, me he presentado en casa del señor, esperando vivir con tranquilidad y olvidar hasta el apodo de Picaporte. ...

En la línea 34
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Phileas Fogg era de aquellas personas matemáticamente exactas que nunca precipitadas y siempre dispuestas, economizan sus pasos y sus movimientos. Atajando siempre, nunca daba un paso de más. No perdía una mirada dirigiéndola al techo. No se permitía ningún gesto superfluo. Jamás se le vio ni conmovido ni alterado. Era el hombre menos apresurado del mundo, pero siempre llegaba a tiempo. Pero, desde luego, se comprenderá que tenía que vivir solo y, por decirlo así, aislado de toda relación social. Sabía que en la vida hay que dedicar mucho al rozamiento, y como el rozamiento entorpece, no se rozaba con nadie. ...

En la línea 431
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Pero desde las últimas órdenes que le había dado su amo, Picaporte había comprendido que sucedería, en Bombay lo que en Suez y París, y que el viaje no terminaría allí y se proseguiría por lo menos hasta Calcuta y quizá más lejos. Y empezó a pensar si la apuesta sería cosa formal, y si la fatalidad no le llevaría a él, que quería vivir descansado, a dar la vuelta al mundo en ochenta días. ...


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Vivir en la RAE.
Vivir en Word Reference.
Vivir en la wikipedia.
Sinonimos de Vivir.

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