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La palabra mejores
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la palabra mejores

La palabra Mejores ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
Memoria De Las Islas Filipinas. de Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
El Señor de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece mejores.

Estadisticas de la palabra mejores

La palabra mejores es una de las palabras más comunes del idioma Español, estando en la posición 820 según la RAE.

Mejores es una palabra muy común y se encuentra en el Top 500 con una frecuencia media de 108.18 veces en cada obra en castellano

El puesto de esta palabra se basa en la frecuencia de aparición de la mejores en 150 obras del castellano contandose 16443 apariciones en total.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Mejores

Cómo se escribe mejores o mejorres?
Cómo se escribe mejores o mejorez?
Cómo se escribe mejores o megores?

Más información sobre la palabra Mejores en internet

Mejores en la RAE.
Mejores en Word Reference.
Mejores en la wikipedia.
Sinonimos de Mejores.


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece mejores

La palabra mejores puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 260
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¿Eran los mejores?. ...

En la línea 1271
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Usted no los ha conocido; pero también los de usted eran mejores que éstos. ...

En la línea 162
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Fermín siguió una de las amplias aceras limitadas por dos filas de naranjos agrios. Los principales casinos de la ciudad, los mejores cafés, abrían sus ventanales de vidrios sobre la calle. Montenegro lanzó una mirada al interior del _Círculo Caballista_. Era la sociedad más famosa de Jerez, el centro de reunión de la gente rica, el refugio de la juventud que había nacido poseedora de cortijos y bodegas. Por las tardes, la respetable asamblea discutía sus aficiones: caballos, mujeres y perros de caza. La conversación no tenía otros temas. Escasos periódicos en las mesas, y en lo más oscuro de la secretaría un armario con libros de lomos dorados y chillones cuyas vidrieras no se abrían nunca. Salvatierra llamaba a esta sociedad de ricos el «Ateneo Marroquí». ...

En la línea 240
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El marqués de San Dionisio mostrábase satisfecho de sus alardes de fuerza, de la rudeza de sus bromas, que terminaban casi siempre con lesiones de los compañeros. Cuando le llamaban bruto con acento de admiración, sonreía orgulloso de su raza. Bruto, sí: como lo habían sido sus mejores abuelos: como lo fueron siempre los caballeros de Jerez, espejo de la nobleza andaluza, arrogantes jinetes formados en dos siglos de batalla diaria y continua algarada en tierras de moros, pues por algo Jerez se llamaba de la Frontera. Y recapitulando en su memoria lo que había leído u oído sobre la historia de los suyos, reíase de Carlos V el gran Emperador, que, al pasar por Jerez, había querido correr unas lanzas con los jinetes famosos de la tierra que no gustaban de combates de puro juego, tomándolos en serio como si aún luchasen con moros. En el primer encuentro le rasgaron la ropilla al emperador; en el segundo le hicieron sangre, y la emperatriz, que estaba en los tablados, llamó muy asustada a su esposo, rogándole que reservase su lanza para gentes menos rudas que los caballeros jerezanos. ...

En la línea 370
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y los dos sonreían, aspirando el tufillo de la cazuela, donde acababan de cocerse el pan y el ajo, bien majados. La anciana ponía la mesa, sonriendo a los elogios con que celebraba Rafael sus manos de guisandera. Ya no era más que una ruina: podía burlarse de ella el muchacho, pero en otro tiempo le habían dicho cosas mejores los caballeros que venían con el difunto amo a ver los potros del cortijo, celebrando las comidas que ella les guisaba. ...

En la línea 1608
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Luego vinieron las lamentaciones del industrial. ¡Para esto había servido el saqueo que durante su ausencia había hecho en sus mejores vinos el empecatado pariente! Aquel robo de loco no podía dar otros resultados. ¡Embriagar con el vino de los ricos a todo un tropel de gentes rudas y ordinarias! Bastante había reñido a su primo al volver él a Jerez; y ahora, cuando tenía olvidada la barrabasada, le enteraban de su última consecuencia, una deshonra que le impediría poner los pies en Marchamalo. ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Qué de vergüenzas sobre la familia!... ...

En la línea 894
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Tres de mis me jores soldados, a quienes Vuestra Majestad conoce de nombre y cuya devoción ha apreciado más de una vez, y que tienen, puedo afirmarlo al rey, su servicio muy en el corazón; tres de mis mejores soldados, digo, los señores Athos, Porthos y Aramis, habían hecho una excur sión con un joven cadete de Gascuña que yo les había recomendado aquella misma mañana. ...

En la línea 1246
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Porque, añadió, el porve nir no me puede fallar; espero inevitablemente tiempos mejores. ...

En la línea 1858
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Sin duda; Aramis es uno de mis mejores amigos. ...

En la línea 5106
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¡Y sin embargo éste es de los mejores. ...

En la línea 31
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Con todo, promover su restablecimiento bajo forma dada, facultades limitadas y en determinados periodos, seria un bien de incalculables beneficios, y de las mejores consecuencias. ...

En la línea 158
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Tales son las observaciones que sobre el ramo de justicia me ha ocurrido presentar, y si en ellas no hay elegancia y amenidad de estilo, hay ideas que pueden ser de suma utilidad é importancia al caso para que se han redactado, ó por lo menos deseos laudables de mejorar en las Filipinas tan importante materia: otras plumas mas dispuestas y mejores talentos podrán llevarlas al grado de perfeccion de que son susceptibles, quedando contento por mi parte con haber tratado de estas reformas, y escitado á otros por este papel á que ocupándose en tan importante asunto, se le ponga en el lugar que le corresponde, y desapareciendo el sistema absurdo, irregular y anómalo que hoy tienen esos juzgados, sean reformados oportuna y sabiamente para felicidad de los naturales y habitantes de nuestras preciosas Islas Filipinas, dándoles jueces que no tengan por primera base el aumento de sus fortunas, si no la pública felicidad: jueces en fin, de saber, de probidad y aptitud acreditadas, para administrar cumplidamente la justicia: único medio de que los pueblos, al paso que consoliden por este modo una felicidad estable, vean solo en sus alcaldes mayores y correjidores unos padres que solo desean la prosperidad de sus hijos, y se afanan por conservarles su paz y tranquilidad inalterables sobre los sólidos cimientos de la justicia, fuente y manantial seguro de todos los demas bienes en la tierra. ...

En la línea 369
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... ; pero ¿adonde vamos con tal modo de crear gastos y nada mas? ¿es posible que sobre una renta que no puede producir para mantener la oficina principal, se haya querido crear tanta asignacion y sueldos fijos, cuando sus productos son escasos y eventuales? y no habiendo, no se dice certeza, pero ni aun probabilidad de que sus ingresos suban, porque no hay elementos para ello: ¿no será real y efectivo el perjuicio del erario público? y ¿no será prudente, necesario y justo el evitarlo? asi parecia regular; pero es lo cierto, que aunque sobre escasos y eventuales rendimientos se mandó establecer la nueva oficina, con asignaciones fijas y poco económicas, cosa que no dice mucha armonía con la buena y económica administracion de los caudales públicos, porque si se ha querido reformar la oficina de correos de Filipinas, los medios para ello empleados no han sido los mejores; pues por tales solo deben reconocerse aquellos que fijen su administracion y gastos con arreglo á los rendimientos, y precaver con oportunidad cualquier perjuicio que por obrar de otra suerte pudiera seguirse y menoscabar los intereses nacionales. ...

En la línea 475
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Ademas, si estas observaciones y algunas otras sobre el mismo asunto, que mas adelante puede que vean la luz pública, las creyesen algunos exajeradas ó diminutas, no por eso me hagan un cargo que no merezco; pues mis deseos son únicamente dar alguna idea de la utilidad, importancia é inestimable valor de nuestras Filipinas, y escitar por este medio á otros, que adornados de mejores talentos, y con mas tiempo para poder ocuparse, continúen tratando tan interesante objeto, para llevarlo al punto de vista que pueda proporcionar mayores ventajas al estado con la conservacion de las provincias de Ultramar, y á estas los grados mas de prosperidad de que son susceptibles; deseos que opino graduarán todos de laudables y españoles á toda prueba. ...

En la línea 412
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Los diez días siguientes fueron extraordinariamente lluviosos, impidiéndome hacer excursiones por el país; durante ese tiempo vi con frecuencia a nuestro amigo, y examinamos con mucho detenimiento los mejores medios de difundir los Evangelios. ...

En la línea 628
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Díjome que un joven, ardiente constitucionalista, se la había dado unos meses antes, con muchas instancias para que la leyese, ponderándosela como uno de los mejores libros del mundo. ...

En la línea 1329
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... ¿Es que no hay allí caballos para _chore_? Sí, los hay, y mejores que los de esta tierra, y asnos y mulas. ...

En la línea 1827
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... ¿Quién puede rivalizar con el aristócrata inglés en prestancia, fuerza y valentía? ¿Quién monta mejores caballos? ¿Quién goza de posición más sólida? ¿Quién más amable que su esposa, su hermana o su hija? Pero tratándose de la aristocracia española, así de las _señoras_ como de los caballeros, cuanto menos se diga en cada uno de los puntos aludidos, será mejor. ...

En la línea 650
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Guardábala su tío con mucho recato y con mucho encerramiento; pero, con todo esto, la fama de su mucha hermosura se estendió de manera que, así por ella como por sus muchas riquezas, no solamente de los de nuestro pueblo, sino de los de muchas leguas a la redonda, y de los mejores dellos, era rogado, solicitado e importunado su tío se la diese por mujer. ...

En la línea 895
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Don Quijote de la Mancha -respondió Sancho Panza-, y es caballero aventurero, y de los mejores y más fuertes que de luengos tiempos acá se han visto en el mundo. ...

En la línea 909
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Sucedía a estos dos lechos el del arriero, fabricado, como se ha dicho, de las enjalmas y todo el adorno de los dos mejores mulos que traía, aunque eran doce, lucios, gordos y famosos, porque era uno de los ricos arrieros de Arévalo, según lo dice el autor desta historia, que deste arriero hace particular mención, porque le conocía muy bien, y aun quieren decir que era algo pariente suyo. ...

En la línea 961
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Levántose Sancho con harto dolor de sus huesos, y fue ascuras donde estaba el ventero; y, encontrándose con el cuadrillero, que estaba escuchando en qué paraba su enemigo, le dijo: -Señor, quien quiera que seáis, hacednos merced y beneficio de darnos un poco de romero, aceite, sal y vino, que es menester para curar uno de los mejores caballeros andantes que hay en la tierra, el cual yace en aquella cama, malferido por las manos del encantado moro que está en esta venta. ...

En la línea 532
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Cuando el Beagle se encontraba en la desembocadura del Plata, observé varias veces que los mástiles y las cuerdas se cubrían de hilos de la Virgen. Un día (el 1.0 de noviembre de 1832) me ocupaba con toda atención de este fenómeno. El tiempo desde hacía algunos días estaba hermoso y despejado, y por la mañana estaba llena la atmósfera de esas telas o vedijas, como en los mejores días de otoño sucede en Inglaterra. El barco se encontraba entonces a 60 millas (96 kilómetros) de la tierra en la dirección de una brisa constante, aunque muy ligera. Estos hilos de la Virgen sostenían un gran número de arañas pequeñas o de color oscuro y como de un décimo de pulgada de longitud. Debería haber muchos millares de ellas sobre el buque. En el momento del contacto con la arboladura descansaba la arañita siempre sobre un solo hilo, y-nunca sobre la vedija o masa coposa, masa al parecer producida por un entrecruzamiento de hilos diferentes. Todas estas arañas pertenecían a la misma especie; las había de los dos sexos, y algunas jóvenes; siendo estas últimas más pequeñas y de color más oscuro. No daré la descripción de esta araña, contentándome con hacer constar que no me parecía hallarse comprendida en el número de los géneros descritos por Latreille. En cuanto llegaba el pequeño aeronauta, se ponía a trabajar, corriendo en todas direcciones, descolgándose a lo largo de un hilo y subiendo por el mismo camino; otras veces se ocupaban en construir una telilla muy irregular entre las cuerdas del barco. Esta araña corre con facilidad por la superficie del agua. Si se la hostiliza, levanta las dos patas delanteras en actitud de atender. Al llegar, parece siempre muy alterada, y bebe con avidez las gotas de agua que logra encontrar. Strack ha observado el mismo fenómeno. ...

En la línea 690
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Cuando las diferentes tribus se hacen la guerra se vuelven caníbales. Si hemos de dar crédito al testimonio independiente de un joven interrogado por Mr. Dow y al de Jemmy Button, es realmente cierto que cuando se ven muy estrechados por el hambre en invierno se comen a las mujeres viejas antes de comerse a sus perros; y al preguntar Mister Dow el por qué de esta preferencia, le respondió: «Los perros pillan las nutrias y las viejas no las pillan». También explicó este muchacho cómo hacen para matarlas: las colocan sufre un fuerte humo hasta que se asfixian; y al describir este suplicio, imitaba riéndose, los gritos de las víctimas e indicaba las partes del cuerpo que se consideraban como mejores. Por horrible que sea semejante muerte, infligida por mano de los parientes y de los amigos, es más horrible aún pensar en los terrores que deben asaltar a las ancianas cuando el hambre comience a dejarse sentir. Se nos ha contado que entonces se escapan para salvarse a las montañas, pero que los hombres las persiguen y se las traen al matadero, ¡su propio hogar! El capitán Fitz Roy no ha podido nunca llegar a saber si los fueguenses creen en otra vida. A veces entierran a sus muertos en cavernas y otras en los bosques de las montañas; pero no hemos podido averiguar qué clase de ceremonias acompañan a la sepultura. Jemmy Button no quería comer pájaros, porque no quería comer hombres muertos; no hablan de los muertos sino con repugnancia. No tenemos motivo para creer que realicen ceremonia religiosa alguna; sin embargo, quizás las palabras murmuradas por el viejo antes de distribuir la ballena podrida a su hambrienta familia constituyesen una plegaria. Cada familia o tribu tiene su mágico, cuyas funciones no hemos podido nunca definir con claridad. Jemmy creía en los sueños; pero como ya hemos dicho, no creía en el diablo. En suma, no creo que los fueguenses sean más supersticiosos que algunos de nuestros marinos, porque un viejo contramaestre creía firmemente que las terribles tempestades que nos asaltaron junto al cabo de Hornos procedían de tener fueguenses a bordo. Lo que yo oí en la Tierra del Fuego que se aproximase más a un sentimiento religioso, fue una palabra que pronunció York Minster en el momento de matar Mr. Bynoe algunos patos pequeñitos que él quería conservar como muestra. York Minster gritó entonces con tono solemne: «¡Oh, Mr. ...

En la línea 735
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Siempre agradecida, llevaba dos magníficas pieles de nutria para sus mejores amigos y puntas de lanza y flechas fabricadas por ella misma para el capitán. Nos dijo que ella había construido su canoa y se vanagloriaba de poder hablar un poco ¡su lengua materna! Y, cosa extraña, ha enseñado algunas palabras inglesas a toda su tribu. Jemmy ha perdido todo lo que le dejamos. Nos contó que York Minster había construido una gran canoa y que acompañado de Fuegía, su mujer, había vuelto hacía algunos meses a su país despidiéndose de Jemmy con una gran traición: persuadió a su madre y a él de que le acompañaran a su país y una noche los abandonó robándoles todo lo que tenían. ...

En la línea 1195
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... s plantas criptógamas encuentran aquí un clima que les conviene mucho. el estrecho de Magallanes, como ya indiqué, resulta el país demasiado frío y excesivamente húmedo para que se desarrollen bien; pero en estas islas y en el interior de los montes es extraordinaria la variedad de especies de musgos, líquenes y pequeños hongos1. la Tierra del Fuego no crecen los árboles más que en las faldas de las colinas por hallarse todas las partes llanas cubiertas de turba; en Chiloé, por el contrario, los mejores bosques se encuentran en los llanos. clima del 1 Por medio de la aguja me proporcioné en estos lugares gran número de insectos pertenecientes a la familia de los Staphilinidos, otros parecidos al Ptelaphus y pequeños himenópteros ...

En la línea 214
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Celedonio era un monaguillo de mundo, entraba como amigo de confianza en las mejores casas de Vetusta, y si supiera que Bismarck tomaba un anteojo por un fusil, se le reiría en las narices. ...

En la línea 597
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La mujer era el sujeto poético, como él decía, pues se preciaba de hablar como los poetas de mejores siglos y al asunto solía llamarlo sujeto. ...

En la línea 1247
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Si llegara el caso, que claro que no llegaría, él no pensaba prorrumpir en preciosa tirada de versos, porque ni era poeta ni quería calentarse al calor de su casa incendiada; pero en todo lo demás había de ser, dado el caso, no menos rigoroso que tales y otros caballeros parecidos de aquella España de mejores días. ...

En la línea 2009
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Para doña Águeda la belleza de Ana era uno de los mejores embutidos; estaba orgullosa de aquella cara, como pudiera estarlo de una morcilla. ...

En la línea 156
del libro El Señor
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Su alma estaba más pura de esta mancha que en los mejores tiempos de su esperanza de martirio en Oriente. ...

En la línea 261
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El prestigio de la Iglesia se había extinguido. Reyes y príncipes desobedecían al Pontificado después de verlo pasar por las vergüenzas del Gran Cisma. Dentro de Roma existía un gran partido republicano y antipapal Pocos años antes, en tiempo de Eugenio IV, el patricio Esteban Porcaro, ardoroso y enérgico, de mejores condiciones que Rienzi, había pretendido hacer una revolución para proclamar la República romana, muriendo en la horca por orden del Papa. ...

En la línea 495
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Para este personaje, cuantos españoles marcharon en otros siglos a América fueron segundones de grandes casas, todos linajudos, todos muy caballeros y de valor heroico, lo mejor de la raza, y se abstenía modestamente de añadir que entre la selección aristocrática que pasó el Océano, los que llevaban sus dos apellidos eran los mejores Su fe en la sangre noble de los que colonizaron el Nuevo Mundo —como si nunca hubiesen ido allá bandidos, ni buena gente de origen modesto—le hacía considerar con ciega simpatía a todos los que llegaban hasta él procedentes de España. Cuanto más alto ponía a este país y más entusiásticas hipérboles dedicaba a su historia, mayor lustre creía dar a su propio origen y al nombre doblemente famoso, por la aristocracia y por la literatura, que iba a legar a sus hijas. ...

En la línea 644
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Otra vez Rodrigo de Borja, que figuraba al frente del Importante grupo de cardenales aseglarados, ricos audaces e Inquietos, influyó en la elección pontifical, ayudado por sus compañeros Gonzaga y Orsini, que tampoco eran de mejores costumbres. Fué el elegido un genovés, antiguo fraile, el cardenal Francisco de la Rovere, que tomó el nombre de Sixto IV. ...

En la línea 653
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... A una princesa de la dinastía Aragón de Nápoles la obsequiaba con un banquete que duró seis horas, sirviéndose en el transcurso cuarenta y cuatro platos: ciervos enteros asados con su piel, cabras, liebres, terneros, grullas, pavos y faisanes conservar do su plumaje. El plato más enorme, llevado en hombros por una docena de servidores vestidos de seda, tenía la apariencia de un oso de tamaño natural, con un palo en la boca. El pan había sido dorado, y los peces, así como otros manjares, llegaban a la mesa cubiertos de plata. En las obras de confitería intervenían los mejores escultores de Roma. Los doce trabajos de Hércules, todos ellos con personajes de dimensiones ordinarias, estaban esculpidos en materias azucaradas. Otro plato era una montaña con una sierpe gigantesca que se movía lo mismo que un reptil viviente. ...

En la línea 424
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Pero entre los hombres las mejores ideas se transforman y se corrompen. Hay en ellos un fondo de egoísmo que desfigura toda idea generosa apenas se encargan de implantarla. ...

En la línea 772
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Si, gentleman; tiene una hija, como usted dice, o como nosotros decimos, un hijo, que pertenece a la Universidad y podría ser una de sus mejores glorias. Pero el doctor Popito, además de proporcionar al Padre de los Maestros abundantes molestias en el presente, le recuerda un pasado de sucesos muy tristes. ...

En la línea 781
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El dolor es el agua que riega los jardines de la poesía y hace crecer sus árboles más lozanos. (Esta imagen, gentleman, siempre que la uso en una conferencia arranca murmullos de entusiasmo.) Quiero decir que la mala acción de aquel aventurero sirvió para que Momaren produjese sus mejores obras. Como usted notó durante la lectura de sus versos, este gran poeta solo canta armoniosamente al recordar sus dolores. ...

En la línea 56
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Y en este desabridísimo noviazgo pasaron algunos meses, al cabo de los cuales Baldomero se soltó y despabiló algo. Su boca se fue desellando poquito a poco hasta que rompió, como un erizo de castaña que madura y se abre, dejando ver el sazonado fruto. Palabra tras palabra, fue soltando las castañas, aquellas ideas elaboradas y guardadas con religiosa maternidad, como esconde Naturaleza sus obras en gestación. Llegó por fin el día señalado para la boda, que fue el 3 de Mayo de 1835, y se casaron en Santa Cruz, sin aparato, instalándose en la casa del esposo, que era una de las mejores del barrio, en la plazuela de la Leña. ...

En la línea 70
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Las comunicaciones rápidas nos trajeron mensajeros de la potente industria belga, francesa e inglesa, que necesitaban mercados. Todavía no era moda ir a buscarlos al África, y los venían a buscar aquí, cambiando cuentas de vidrio por pepitas de oro; es decir, lanillas, cretonas y merinos, por dinero contante o por obras de arte. Otros mensajeros saqueaban nuestras iglesias y nuestros palacios, llevándose los brocados históricos de casullas y frontales, el tisú y los terciopelos con bordados y aplicaciones, y otras muestras riquísimas de la industria española. Al propio tiempo arramblaban por los espléndidos pañuelos de Manila, que habían ido descendiendo hasta las gitanas. También se dejó sentir aquí, como en todas partes, el efecto de otro fenómeno comercial, hijo del progreso. Refiérome a los grandes acaparamientos del comercio inglés, debidos al desarrollo de su inmensa marina. Esta influencia se manifestó bien pronto en aquellos humildes rincones de la calle de Postas por la depreciación súbita del género de la China. Nada más sencillo que esta depreciación. Al fundar los ingleses el gran depósito comercial de Singapore, monopolizaron el tráfico del Asia y arruinaron el comercio que hacíamos por la vía de Cádiz y cabo de Buena Esperanza con aquellas apartadas regiones. Ayún y Senquá dejaron de ser nuestros mejores amigos, y se hicieron amigos de los ingleses. El sucesor de estos artistas, el fecundo e inspirado King-Cheong se cartea en inglés con nuestros comerciantes y da sus precios en libras esterlinas. Desde que Singapore apareció en la geografía práctica, el género de Cantón y Shangai dejó de venir en aquellas pesadas fragatonas de los armadores de Cádiz, los Fernández de Castro, los Cuesta, los Rubio; y la dilatada travesía del Cabo pasó a la historia como apéndice de los fabulosos trabajos de Vasco de Gama y de Alburquerque. La vía nueva trazáronla los vapores ingleses combinados con el ferrocarril de Suez. ...

En la línea 481
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... A entrambos les surtía de cigarros la propia Barbarita. El primero fumaba puros, el segundo papel. Estupiñá se encargaba de traer estos peligrosos artículos de la casa de un truchimán que los vendía de ocultis, y cuando atravesaba las calles de Madrid con las cajas debajo de su capa verde, el corazón le palpitaba de gozo, considerando la trastada que le jugaba a la Hacienda pública y recordando sus hermosos tiempos juveniles. Pero en los liberalescos años de 71 y 72 ya era otra cosa… La policía fiscal no se metía en muchos dibujos. El temerario contrabandista, no obstante, hubiera deseado tener un mal encuentro para probar al mundo entero que era hombre capaz de arruinar la Renta si se lo proponía. Barbarita examinaba las cajas y sus marcas, las regateaba, olía el tabaco, escogía lo que le parecía mejor y pagaba muy bien. Siempre tenía D. Baldomero un surtido tan variado como excelente, y el buen señor conservaba, entre ciertos hábitos tenaces del antiguo hortera, el de reservar los cigarros mejores para los domingos. ...

En la línea 1057
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En esto llegó la tía y madre adoptiva de Adoración. Era guapetona, alta y garbosa, mujer de un papelista, y la inquilina más ordenada, o si se quiere, más pudiente de aquella colmena. Vivía en una de las habitaciones mejores del primer patio y no tenía hijos propios, razón más para que Jacinta simpatizase con ella. En cuanto se vieron se comprendieron. Severiana estimó en lo que valían las bondades de la dama para con la pequeña; hízola entrar en su casa, y le ofreció una silla de las que llaman de Viena, mueble que en aquellos tugurios pareciole a Jacinta el colmo de la opulencia. ...

En la línea 871
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Mientras acariciaba el caliente lomo del animal –porque éste se hallaba muy cerca y al alcance de su mano– se le ocurrió que podía utilizarlo en más de una forma, y así volvió a arreglar su camastro colocándose cerca de la ternera; luego se acurrrucó junto al lomo de ésta, echó las mantas sobre sí mismo y su amiga, y al cabo de unos minutos estaba tan calientito y cómodo como en las mejores noches de su lecho de plumas en el real palacio de Westminster. ...

En la línea 57
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —En la playa están con sus respectivos jefes. No tendrás más que escoger los mejores. ...

En la línea 190
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El tiempo continuaba siendo favorable y el viaje iba transcurriendo en las mejores condiciones. Nos hallábamos entonces en la mala estación austral, por corresponder el mes de julio de aquella zona al mes de enero en Europa, pero la mar se mantenía tranquila y se dejaba observar fácilmente en un vasto perímetro. ...

En la línea 250
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... A las seis comenzó a despuntar el día, y con las primeras luces del alba desapareció el resplandor eléctrico del narval. A las siete era ya de día, pero una bruma matinal muy espesa, impenetrable para los mejores catalejos, limitaba considerablemente el horizonte, ante la cólera y la decepción de todos. ...

En la línea 549
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... No respondí, y con razón. ¿Para qué discutir semejante proposición, cuando la fuerza puede destruir los mejores argumentos? ...

En la línea 695
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Yo no sé si la descubrirán -respondió fríamente el capitán Nemo-. Sea como fuere, conoce usted ya la primera aplicación que he hecho de este precioso agente. Es él el que nos ilumina con una igualdad y una continuidad que no tiene la luz del sol. Mire ese reloj, es eléctrico y funciona con una regularidad que desafía a la de los mejores cronómetros. Lo he dividido en veinticuatro horas, como los relojes italianos, pues para mí no existe ni noche, ni día, ni sol ni luna, sino únicamente esta luz artificial que llevo hasta el fondo de los mares. Mire, en este momento son las diez de la mañana. ...

En la línea 214
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — No quiero indicar en esta forma, caballero - replicó el señor Pumblechook, a quien le molestaba que le hubiesen interrumpido -. Quiero decir que no estaría gozando de la compañía de los que son mayores y mejores que él, y que no se aprovecharía de su conversación ni se hallaría en el regazo del lujo y de las comodidades. ¿Se hallaría en tal situación? De ninguna manera. Y ¿cuál habría sido su destino? - añadió olviéndose otra vez hacia mí -.Te habrían vendido por una cantidad determinada de chelines, de acuerdo con el precio corriente en el mercado, y Dunstable, el carnicero, habría ido en tu busca cuando estuvieras echado en la paja, se lo habría llevado bajo el brazo izquierdo, en tanto que con la mano derecha se levantaría la bata a fin de coger un cortaplumas del bolsillo de su chaleco para derramar tu sangre y acabar tu vida. No te habrían criado a mano, entonces. De ninguna manera. ...

En la línea 557
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... El lugar en que me hallaba era muy desierto, bajo el palomar que había en el patio de la fábrica de cerveza, y el cual debió de ser herido por algún fuerte viento que sin duda daría a las palomas is sensación de estar en el mar, en caso de que en aquel momento las hubiese habido. Pero allí no había palomas, ni caballos en la cuadra, ni cerdos en la pocilga, ni malta en el almacén, así como tampoco olor de granos, o de cerveza en la caldera o en los tanques. Todos los usos y olores de la fábrica de cerveza se habrían evaporado con su última voluta de humo. En un patio contiguo había numerosos barriles vacíos, que parecían tener el agrio recuerdo de mejores días pasados; pero era demasiado agrio para que se le pudiera aceptar como muestra de la cerveza que ya no existía. ...

En la línea 818
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Eso se dice con mucha facilidad - observó Camila cariñosamente, conteniendo un sollozo, mientras le temblaba el labio superior y sus ojos se llenaban de lágrimas . Raimundo es testigo del jengibre y de las sales volátiles que me veo obligada a tomar por la noche. Raimundo conoce los temblores nerviosos que tengo en las piernas. Sin embargo, ni las sofocaciones ni los temblores nerviosos son cosa nueva para mí cuando pienso con ansiedad en las personas que amo. Si pudiera ser menos afectuosa y sensible, gozaría de mejores digestiones y mis nervios serían de acero. Y me gustaría mucho ser así. Pero no pensar en usted por las noches… ¡Vaya una idea! ...

En la línea 1165
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Eso era exactamente lo que yo había pensado muchas veces y lo mismo que advertía muy bien en todos los momentos. Pero ¿cómo podía yo, pobre muchacho de pueblo y sin luces, evitar aquella maravillosa inconsistencia en que caen todos los días los hombres mejores y más sabios? ...

En la línea 3211
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑No le ofrezco café ‑prosiguió el infatigable Porfirio- porque el lugar no me parece adecuado… El servicio le llena a uno de obligaciones… Pero podemos pasar cinco minutos en amistosa compañía y distraernos un poco… No se moleste, mi querido amigo, por mi continuo ir y venir. Excúseme. Temo enojarle, pero necesito a toda costa el ejercicio. Me paso el día sentado, y es un gran bien para mí poder pasear durante cinco minutos… Mis hemorroides, ¿sabe usted… ? Tengo el propósito de someterme a un tratamiento gimnástico. Se dice que consejeros de Estado e incluso consejeros privados no se avergüenzan de saltar a la comba. He aquí hasta dónde ha llegado la ciencia en nuestros días… En cuanto a las obligaciones de mi cargo, a los interrogatorios y todo ese formulismo del que usted me ha hablado hace un momento, le diré, mi querido Rodion Romanovitch, que a veces desconciertan más al magistrado que al declarante. Usted acaba de observarlo con tanta razón como agudeza. ‑Raskolnikof no había hecho ninguna observación de esta índole‑. Uno se confunde. ¿Cómo no se ha de confundir, con los procedimientos que se siguen y que son siempre los mismos? Se nos han prometido reformas, pero ya verá como no cambian más que los términos. ¡Je, je, je! En lo que concierne a nuestras costumbres jurídicas, estoy plenamente de acuerdo con sus sutiles observaciones… Ningún acusado, ni siquiera el mujik más obtuso, puede ignorar que, al empezar nuestro interrogatorio, trataremos de ahuyentar su desconfianza (según su feliz expresión), a fin de asestarle seguidamente un hachazo en pleno cráneo (para utilizar su ingeniosa metáfora). ¡Je, je, je… ! ¿De modo que usted creía que yo hablaba de mi casa pagada por el Estado para… ? Verdaderamente, es usted un hombre irónico… No, no; no volveré a este asunto… Pero sí, pues las ideas se asocian y unas palabras llevan a otras palabras. Usted ha mencionado el interrogatorio según las normas legales. Pero ¿qué importan estas normas, que en más de un caso resultan sencillamente absurdas? A veces, una simple charla amistosa da mejores resultados. Estas normas no desaparecerán nunca, se lo digo para su tranquilidad; pero ¿qué son las normas, le pregunto yo? El juez de instrucción jamás debe dejarse maniatar por ellas. La misión del magistrado que interroga a un declarante es, dentro de su género, un arte, o algo parecido. ¡Je, je, je! ...

En la línea 3467
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Permítame que le diga que usted todo lo toma a broma y que ello me parece lamentable. Usted no comprende nada. La commune no admite ciertas situaciones personales; precisamente se ha fundado para suprimirlas. El papel de esa joven perderá su antigua significación dentro de la commune: lo que ahora nos parece una torpeza, entonces nos parecerá un acto inteligente, y lo que ahora se considera una corrupción, entonces será algo completamente natural. Todo depende del medio, del ambiente. El medio lo es todo, y el hombre nada. En cuanto a Sonia Simonovna, mis relaciones con ella no pueden ser mejores, lo que demuestra que esa joven no me ha considerado jamás como enemigo. Verdad es que yo me esfuerzo por atraerla a nuestra agrupación, pero con intenciones completamente distintas a las que usted supone… ¿De qué se ríe? Nosotros tenemos el propósito de establecer nuestra propia commune sobre bases más sólidas que las precedentes; nosotros vamos más lejos que nuestros predecesores. Rechazamos muchas cosas. Si Dobroliubof saliera de la tumba, discutiría con él. En cuanto a Bielinsky, remacharé el clavo que él ha clavado. Entre tanto, sigo educando a Sonia Simonovna. Tiene un natural hermoso. ...

En la línea 3595
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... De pronto, Amalia Ivanovna enrojeció y replicó agriamente que ella siempre había dado muestras de las mejores intenciones y que hacía ya bastante tiempo que no recibía Geld por el alquiler de la habitación de Catalina Ivanovna. Ésta le replicó que mentía al hablar de buenas intenciones, pues el mismo día anterior, cuando el difunto estaba todavía en el aposento, se había presentado para reclamarle con malos modos el dinero del alquiler. Entonces la patrona dijo que había invitado a las dos damas y que éstas no habían aceptado porque era nobles y no podían ir a casa de una mujer que no era noble. A lo cual repuso Catalina Ivanovna que, como ella no era nada, no estaba capacitada para juzgar a la verdadera nobleza. Amalia Ivanovna no pudo soportar esta insolencia y declaró que su Vater aus Berlin era un hombre muy importante que siempre iba con las manos en los bolsillos y haciendo « ¡puaf, puaf! » Y para dar una idea más exacta de cómo era el tal Vater, la señora Lipevechsel se levantó, introdujo las dos manos en sus bolsillos, hinchó los carrillos y empezó a imitar el « ¡puaf, puaf! » paterno, en medio de las risas de todos los inquilinos, cuya intención era alentarla, con la esperanza de asistir a una batalla entre las dos mujeres. ...

En la línea 4702
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Sangre… , sangre… ‑exclamó el joven con creciente vehemencia‑. Todo el mundo la ha derramado. La sangre ha corrido siempre en oleadas sobre la tierra. Los hombres que la vierten como el agua obtienen un puesto en el Capitolio y el título de bienhechores de la humanidad. Analiza un poco las cosas antes de juzgarlas. Yo deseaba el bien de la humanidad, y centenares de miles de buenas acciones habrían compensado ampliamente esta única necedad, mejor dicho, esta torpeza, pues la idea no era tan necia como ahora parece. Cuando fracasan, incluso los mejores proyectos parecen estúpidos. Yo pretendía solamente obtener la independencia, asegurar mis primeros pasos en la vida. Después lo habría reparado todo con buenas acciones de gran alcance. Pero fracasé desde el primer momento, y por eso me consideran un miserable. Si hubiese triunfado, me habrían tejido coronas; en cambio, ahora creen que sólo sirvo para que me echen a los perros. ...

En la línea 1059
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Ya sabía el pícaro lo que se hacía. Ni padre, ni tía se mostraban muy dispuestos a venir a encargarse de Pilar, y auguraba el contratiempo de tener que quedarse de enfermero… Su mente, fecunda en tretas, le sugirió mil para embelesar a Miranda, en aquella ciudad mágica que ya de suyo emboba a cuantos la pisan. Aprendió el esposo de Lucía los refinamientos de la cocina francesa en los mejores restauradores (ensordezca todo hablista); y con la golosina experta de su edad madura, llegó a tomarse gran interés en que la salsa holandesa fuese mejor aquí que dos puertas más abajo, y en que las setas rellenas se hallasen o no a la época más propia para ser saboreadas. Amén de estos goces culinarios, aficionose a los teatrillos del género chocarrero que tanto abundan en París: divirtiéronle las canciones picarescas, las muecas del payaso, la música retozona y los trajes ligeros y casi paradisíacos de aquellas bienaventuradas ninfas que se disfrazaban de cacerolas, de violines o de muñecos. Hasta se susurra -pero sin que existan datos para establecerlo como rigurosa verdad histórica- que el insigne ex buen mozo quiso recordar sus pasadas glorias, y verter una regaderita de agua sobre sus secos y mustios lauros, y eligió para cómplice a cierta rata de proscenio, nombrada Zulma en la docta academia teatral, si bien está averiguado que en regiones menos olímpicas pudo llamarse Antonia, Dionisia o cosa así. Tenía ésta tal el salero del mundo para cantar el estribillo (refrain) de ciertas tonadas (chansonnettes); y era para descuajarse y deshacerse de risa cuando, la mano en la cintura, la pierna derecha en el aire, guiñados los ojos y entreabierta la boca, despedía una exclamación canallesca, un grito venido en derechura de las pescaderías y mercados a posarse en sus labios de púrpura, para deleite y contentamiento de los espectadores. Ni eran estas las únicas gracias y donaires de la cantora, antes lo mejor de su repertorio, la quintaesencia de sus monerías, guardábala para la dulce intimidad de los felices mortales que a aquella Dánae de bambalinas lograban aproximarse, bien provistos de polvos de oro. ¡Con qué felina zalamería menudeaba los golpecitos en la panza, y llamaba a graves sesentones ratoncillos, perritos suyos, gatitos, bibis, y otros apelativos cariñosos y regalados, que a arrope y miel sabían! Pues ¿qué diré del chiste y garbo incomparable con que oprimía entre sus dientes de perlas, un pitillo ruso, lanzando al aire volutas de humo azul, mientras la contracción de sus labios destacaba la arremangada nariz y los hoyuelos de los arrebolados carrillos? ¿Qué de aquella su maestría en ocupar dos sillas a un tiempo sin que propiamente estuviera sentada en ninguna de ellas, y puesto que reposaba en la primera el espinazo, en la segunda los tacones? ¿Qué de la agilidad y destreza con que se sorbía diez docenas de ostras verdes en diez minutos, y bebíase dos o tres botellas de Rhin, que no parece sino que le untaban el gaznate con aceite y sebo para que fuese escurridizo y suave? ¿Qué de la risueña facundia con que probaba a sus amigos que tal anillo de piedras les venía estrecho al dedo, mientras a ella le caía como un guante? En suma, si la aventura que se murmuró por entonces en los bastidores de un teatrillo, y en la mesa redonda de la Alavesa, parece indigna de la prosopopeya tradicional en la mirandesca estirpe, cuando menos es justo consignar que la heroína era la más divertida, sandunguera y comprometedora zapaquilda de cuantas mayaban desafinada y gatunamente en los escenarios de París. ...

En la línea 830
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Después de haber recorrido la campiña durante dos horas, Aouida y su compañero- que miraban un poco sin ver- volvieron a la ciudad, extensa aglomeración de lindos jardines donde se encuentran mangustos, piñas y las mejores frutas del mundo. ...

En la línea 1670
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... No queriendo mister Fogg exponer a mistress Aouida a los tormentos de una travesía al aire libre, con el frío, que la velocidad había de hacer más insoportable, le propuso quedarse con Picaporte en la estación de Kearney, desde donde el buen muchacho la traería a Europa, por mejor camino y en mejores condiciones. ...

En la línea 1706
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... La fecha del día siguiente era el 12 de diciembre. Desde el 12, a las siete de la mañana, hasta el 21, a las ocho y cuarenta y cinco minutos de la noche, queda ban nueve días, trece horas y cuarenta y cinco minu tos. Si Phileas Fogg hubiera salido la víspera con e 'China~' uno de los mejores andadores de la Line Cunard, habría llegado a Liverpool, y luego a Londres en el tiempo estipulado. ...

En la línea 1768
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Picaporte estaba encantado. La última hazaña de su amo, cuyas consecuencias no quería entrever, le entusiasmaba a un muchacho más alegre y más ágil. Hacía muchos obsequios a los marineros y los asombraba con sus juegos gimnásticos. Les prodigaba las mejores calificaciones y las bebidas más atractivas. Para él, maniobraban como caballeros, y los fogoneros se conducían como héroes. Su buen humor, muy comunicativo, se impregnaba en todos. Había olvidado el pasado, los disgustos, los peligros, y no pensaba más que en el término del viaje, tan próximo ya, hirviendo de impaciencia, como si lo hubiesen caldeado las hornillas de la 'Enriqueta'. A veces también el digno muchacho daba vueltas alrededor de Fix, y lo miraba con los ojos que decían mucho; pero no le hablaba, pues no existía ya intimidad alguna entre los dos antiguos amigos. ...


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