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La palabra arroyo
Cómo se escribe

la palabra arroyo

La palabra Arroyo ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece arroyo.

Estadisticas de la palabra arroyo

Arroyo es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 5689 según la RAE.

Arroyo aparece de media 15.7 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la arroyo en las obras de referencia de la RAE contandose 2386 apariciones .


la Ortografía es divertida


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece arroyo

La palabra arroyo puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 526
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Se llama Monte Almo; hállase cubierta de alcornoques hasta la cima, y un arroyo rumoroso corre al pie. ...

En la línea 530
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... «Sobre sus hombros tenía un jabalí—en su seno dormía un oso negro, etc.» El cabrero tenía en un hombro un animal, que, según me dijo, era una _lontra_, o nutria, acabada de cazar en el arroyo inmediato; una cuerda, atada por un extremo al brazo del cazador, la rodeaba el cuello. ...

En la línea 937
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... En su parte oriental subsiste una torre entera; el lado Oeste, todo en ruinas, cae al borde de la colina, mirando al valle por cuyo fondo corre el arroyo ya mencionado en otra ocasión. ...

En la línea 939
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Bosquecillos de alcornoques cubrían el lado opuesto del valle y las pendientes lejanas, formando deliciosas perspectivas, donde pacían los rebaños; las aguas del arroyo se estrellaban en los pedruscos del cauce y hacían un suave murmullo que llegaba hasta mi oído, bañándome el alma en delicias. ...

En la línea 1048
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Llegó en esto una peladilla de arroyo, y, dándole en un lado, le sepultó dos costillas en el cuerpo. ...

En la línea 1143
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... De la jamás vista ni oída aventura que con más poco peligro fue acabada de famoso caballero en el mundo, como la que acabó el valeroso don Quijote de la Mancha -No es posible, señor mío, sino que estas yerbas dan testimonio de que por aquí cerca debe de estar alguna fuente o arroyo que estas yerbas humedece; y así, será bien que vamos un poco más adelante, que ya toparemos donde podamos mitigar esta terrible sed que nos fatiga, que, sin duda, causa mayor pena que la hambre. ...

En la línea 1294
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Hecho esto, almorzaron de las sobras del real que del acémila despojaron, bebieron del agua del arroyo de los batanes, sin volver la cara a mirallos: tal era el aborrecimiento que les tenían por el miedo en que les habían puesto. ...

En la línea 1518
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y así, picó a Rocinante, y siguióle Sancho con su acostumbrado jumento; y, habiendo rodeado parte de la montaña, hallaron en un arroyo, caída, muerta y medio comida de perros y picada de grajos, una mula ensillada y enfrenada; todo lo cual confirmó en ellos más la sospecha de que aquel que huía era el dueño de la mula y del cojín. ...

En la línea 153
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Hay pocos árboles en la banda oriental; hasta pudiera decirse que no hay ninguno, y este es un hecho muy notable. Encuéntranse matorrales achaparrados en una parte de las colinas peñascosas; a orillas de las mayores corrientes de agua, sobre todo el norte de Las Minas, hay sauces en bastante gran número. Me han dicho que hubo un bosque de palmeras junto al «Arroyo Tapes»; por otra parte, cerca del «Pan de Azúcar», a 350 de latitud, he visto una palmera de muchísima altura. Excepto estos pocos árboles, y los plantados por los españoles, falta por completo la leña. En el número de las especies introducidas por los europeos pueden contarse el álamo blanco, el olivo, el melocotonero y algunos otros frutales; el melocotonero se ha propagado tan bien, que es la única leña para quemar que puede hallarse en la ciudad de Buenos Aires. Los países absolutamente llanos, tales como las Pampas, parecen poco favorables al crecimiento de los árboles. ¿A qué debe atribuirse este hecho? Acaso a la fuerza de los vientos, acaso también al modo del desecamiento del suelo. Pero no puede explicarse por estas causas la falta de árboles en las cercanías de Maldonado: las colinas peñascosas que entrecortan esta región presentan abrigos y hay allí diferentes clases de terrenos; por lo común corre un arroyo por el fondo de cada valle, y la naturaleza arcillosa del suelo parece hacerlo muy apto para conservar una humedad suficiente. Se ha pensado, y ésta es una deducción muy probable en sí, que la cantidad anual de humedad determina la presencia de los bosques2; pues bien, en esta provincia caen lluvias abundantes y frecuentes en invierno, y aunque el verano es seco, no lo es en un grado excesivo3. Inmensos árboles cubren la casi totalidad de la Australia; sin embargo, el clima de este país es mucho más árido. Esta carencia de árboles en la banda oriental debe, pues, depender de alguna otra causa desconocida. ...

En la línea 309
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Otra especie más pequeña (Fornarius cunicularius) se asemeja al ave de horno por el color habitualmente rojizo de su plumaje, por su grito agudo y extraño que repite a cada instante y por su particular costumbre de correr dando saltitos. En atención a esa afinidad, los españoles la llaman casarita, aun cuando construye un nido enteramente diferente. La casarita fabrica el nido en el fondo de un estrecho agujero cilíndrico, que se extiende (según dicen) horizontalmente a seis pies por debajo de tierra. Varios campesinos me han dicho que en su juventud habían tratado de encontrar el nido, pero que rara vez habían logrado llegar al extremo del pasadizo. Este ave suele elegir para hacer el nido un montecillo poco elevado de terreno arenoso resistente, a orillas de un camino o de un arroyo. En Bahía Blanca, las paredes que rodean a las casas están construidas con barro endurecido; noté que la cerca del patio de la casa donde yo vivía estaba atravesada por un gran número de agujeros redondos. Cuando pregunté al propietario la causa de esto, me respondió quejándose amargamente del casarita, y bien pronto vi a varios de ellos en esa faena. Es bastante curioso observar cuán incapaces son esas aves de apreciar el espesor de cualquier masa; pues, aunque constantemente estaban revoloteando por encima de la tapia, persistían en atravesarla de parte a parte pensando sin duda que era un montecillo excelente para excavar en él su nido. Tengo el convencimiento de que cada ave quedaría sumamente sorprendida al volverse a encontrar en plena luz al otro lado de la pared. ...

En la línea 483
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... 18 de noviembre.- Acompaño a mi hospedero a su estancia, sita en el arroyo de San Juan. Por la tarde damos a caballo una vuelta alrededor de su propiedad: comprende 2 1/2 leguas cuadradas y está en lo que se llama un rincón, es decir, que el río de la Plata costea uno de los lados y los otros dos están defendidos por torrentes infranqueables. Hay allí un excelente puesto para embarcaciones pequeñas y una gran abundancia de monte bajo, lo cual constituye un valor de mucha cuantía, pues esa leña se emplea para la calefacción en Buenos' Aires. Tenía yo curiosidad por saber cuál podría ser el valor de una estancia tan completa. Hay en ella 3.000 cabezas de ganado vacuno y podría alimentar tres o cuatro veces más, 700 yeguas, 150 caballos domados y 600 carneros; además hay agua y piedra caliza en gran cantidad, excelentes corrales, una casa y un vivero de albérchigos. Por todo esto han ofrecido 10.000 pesos al propietario; pide 2.500 pesos más y probablemente lo daría por menos. El principal trabajo que necesita una estancia es recoger dos veces por semana el ganado en un sitio céntrico, para amansarlo y poco y para contarlo. Pudiera creerse que esta operación presentará grandes dificultades cuando se reúnan 12.000 a 15.000 cabezas en un lugar. ...

En la línea 490
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Cuando la hierba es lo suficientemente larga, los bóvidos niata se valen para comer de la lengua y del paladar, como la raza ordinaria; pero, durante las grandes sequías, cuando tantos animales perecen, la raza niata desaparecería por completo si no se cuidase de impedirlo. En efecto, el ganado vacuno ordinario, lo mismo que el caballar, consiguen aún sostenerse ramoneando con los belfos los tallos tiernos de los árboles y de las cañas. Por el contrario, los niata carecen de este recurso, pues no juntan los labios; por eso mueren antes que todas las demás bestias. ¿No es esto un ejemplo demostrativo de las raras indicaciones que pueden suministrarnos las costumbres ordinarias de la vida acerca de las causas determinantes de la escasez o extinción de las especies, cuando esas causas no se presentan sino a grandes intervalos? 19 de noviembre.- Después de atravesar el valle de Las Vacas, pasamos la noche en casa de un norteamericano que explota un horno de cal en el arroyo de Las Víboras. Por la mañana temprano nos dirigimos a un sitio llamado Punta Gorda, que forma un promontorio a orilla del río. En el camino nos proponemos encontrar un jaguar. Las huellas recientes de esos animales abundan por todas partes; visitamos los árboles donde se dice que afilan las uñas, pero no conseguimos dar la vuelta ni a uno solo. El río Uruguay, visto desde ese punto, presenta una magnífica masa de agua. Lo claro y lo rápido de la corriente hacen que el aspecto de este río sea muy superior al de su vecino, Paraná. En la margen opuesta, varios brazos de este último río desaguan en el Uruguay. Brillaba el sol y podía distinguirse con claridad el diferente color de las aguas de ambos ríos. ...

En la línea 99
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. ...

En la línea 4038
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... De las tiendas salían haces de luz que llegaban al arroyo iluminando las piedras húmedas cubiertas de lodo. ...

En la línea 7555
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... El Magistral vio aparecer por una esquina de la calle un bulto que se acercaba con paso vacilante, y que caminaba ya por la acera, ya por el arroyo. ...

En la línea 7573
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Barinaga se cubrió, dio una palmada en la copa del sombrero verde y extendiendo un brazo, mientras se tambaleaba en mitad del arroyo, gritó: —¡Ladrones! Sí, señor —dijo en voz más baja —, no retiro una sola palabra. ...

En la línea 820
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El gigante la dejo por unos momentos sentada al borde del arroyo, para meterse otra vez entre los árboles. ...

En la línea 1373
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Nada ocurrió en la cena digno de contarse. Todo fue alegría sin nubes, y buen apetito sin ninguna desazón. El pícaro del Delfín hacía beber a Aparisi y a Ruiz para que se alegraran, porque uno y otro tenían un vino muy divertido, y al fin consiguió con el Champagne lo que con el Jerez no había conseguido. Aparisi, siempre que se ponía peneque, mostraba un entusiasmo exaltado por las glorias nacionales. Sus jumeras eran siempre una fuerte emersión de lágrimas patrióticas, porque todo lo decía llorando. Allí brindó por los héroes de Trafalgar, por los héroes del Callao y por otros muchos héroes marítimos; pero tan conmovido el hombre y con los músculos olfatorios tan respingados, que se creería que Churruca y Méndez Núñez eran sus papás y que olían muy mal. A Ruiz también le daba por el patriotismo y por los héroes; pero inclinándose a lo terrestre y empleando un cierto tono de fiereza. Allí sacó a Tetuán y a Zaragoza poniendo al extranjero como chupa de dómine, diciendo, en fin, que nuestro porvenir está en África, y que el Estrecho es un arroyo español. De repente levantose Estupiñá el grande, copa en mano, y no puede formarse idea de la expectación y solemnísimo silencio que precedieron a su breve discurso. Conmovido y casi llorando, aunque no estaba ajumao, brindó por la noble compañía, por los nobles señores de la casa y por… aquí una pausa de emoción y una cariñosa mirada a Jacinta… y porque la noble familia tuviera pronto sucesión, como él esperaba… y sospechaba… y creía. ...

En la línea 1779
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Maximiliano quería saberlo todo. Era como el buen médico que le pide al enfermo las noticias más insignificantes del mal que padece y de su historia para saber cómo ha de curarle. Fortunata no ocultaba nada, eso bueno tenía, y el doctor amante se encontraba a veces con más quizás de lo necesario para la prodigiosa cura. ¡Y qué horrorizado se quedaba oyendo contar lo mal que se portó el seductor de aquella hermosura! El honradísimo aprendiz de farmacéutico no comprendía que pudieran existir hombres tan malos, y las penas todas del infierno parecíanle pocas para castigarles. Criminal más perverso que los asesinos y ladrones era, según él, el señorito seductor de doncella pobre, que le hacía creer que se iba a casar con ella, y después la dejaba plantada en medio del arroyo con su chiquillo o con las vísperas. ¿Por cuánto haría esto él, Maximiliano Rubín?… El tal Juanito Santa Cruz era, pues, el hombre más infame, más execrable y vil que se podía imaginar. Pero la misma ofendida no extremaba mucho, como parecía natural, los anatemas contra el seductor, por cuya razón tuvo Maximiliano que redoblar su furia contra él, llamándole monstruo y otras cosas muy malas. Fortunata veíase forzada a repetirlo; pero no había medio de que pronunciara la palabra monstruo. Se le atravesaba como otras muchas, y al fin, después de mil tentativas que parecían náuseas, la soltaba entre sus bonitísimos dientes y labios, como si la escupiera. ...

En la línea 2555
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Pero no había tenido tiempo de decirlo cuando una peladilla de arroyo le rozó la cara. Si le da de lleno la descalabra. ...

En la línea 3040
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «¡Ah, mujer infeliz!—añadió el clérigo con solemnidad, levantándose—; no sólo es usted una bribona, sino una idiota. Todas las enamoradas lo son porque se les seca el entendimiento. Las saca uno del purgatorio del deleite y allá se van otra vez. Tú te lo quieres, pues tú te lo ten. En el Infierno le ajustarán a usted las cuentas. Váyase usted luego allá con sofismas y con zalamerías de amor… Esto se acabó. Ni yo tengo que hacer nada con usted, ni usted tiene nada que hacer en esta casa. Cuenta concluida. Al arroyo, hija; divertirse; usted sale de aquí, y cuando se vaya, sahumaremos, sí, sahumaremos… Perfec… tamente». ...

En la línea 1537
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Me parece que allá abajo veo un poco de luz. Caminaron con dificultad a causa del escurridizo limo del fondo del arroyo, del que emanaban nauseabundos olores. ...

En la línea 1565
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Se oyó un golpe seco; en seguida la pobre bestia, abandonada por su enemigo, rodó por el suelo y se deslizó en las negras aguas del arroyo. ...

En la línea 1587
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... En seguida resonó un disparo. El orangután cayó muerto en el arroyo. ...

En la línea 1631
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Llegó a la bahía y embocó el canal, entrando en la boca del arroyo. Al verlo anclar cerca de un bosque de cañas, los tres piratas se le acercaron. ...

Más información sobre la palabra Arroyo en internet

Arroyo en la RAE.
Arroyo en Word Reference.
Arroyo en la wikipedia.
Sinonimos de Arroyo.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Arroyo

Cómo se escribe arroyo o harroyo?
Cómo se escribe arroyo o aroyo?
Cómo se escribe arroyo o arrrroyo?
Cómo se escribe arroyo o arrollo?

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