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La palabra tono
Cómo se escribe

la palabra tono

La palabra Tono ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Niebla de Miguel De Unamuno
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Fantina Los miserables Libro 1 de Victor Hugo
La llamada de la selva de Jack London
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece tono.

Estadisticas de la palabra tono

Tono es una de las palabras más utilizadas del castellano ya que se encuentra en el Top 5000, en el puesto 1276 según la RAE.

Tono tienen una frecuencia media de 72.26 veces en cada libro en castellano

Esta clasificación se basa en la frecuencia de aparición de la tono en 150 obras del castellano contandose 10983 apariciones en total.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Tono

Más información sobre la palabra Tono en internet

Tono en la RAE.
Tono en Word Reference.
Tono en la wikipedia.
Sinonimos de Tono.

Algunas Frases de libros en las que aparece tono

La palabra tono puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 801
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Tenía la hoja arrugada, y el tono verde, antes tan lustroso, era ahora de una amarilla transparencia. ...

En la línea 1554
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y Batiste corrió a través del campo, asustado por el tono de voz de su mujer. ...

En la línea 1721
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y el matón, que aquel día se mostraba pensativo, oyó a su mujer sin réplica alguna y sufrió el tono imperioso con que le hablaba, mirando al mismo tiempo al suelo como avergonzado. ...

En la línea 2028
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Comenzaba a caer la tarde; en la plazoleta subían de tono las voces; se iniciaba el escándalo de todas las noches de domingo. ...

En la línea 104
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Aún era joven, no había llegado a los cuarenta años, pero la obesidad desfiguraba su cuerpo a pesar de la vida activa a que le impulsaban sus entusiasmos de jinete. Los brazos parecían cortos al descansar algo encorvados sobre el abultado contorno de su cuerpo. Su juventud revelábase únicamente en la cara mofletuda, de labios carnosos y salientes, sobre los cuales la virilidad sólo había trazado un ligero bigote. El cabello se ensortijaba en la frente formando un rizo apretado, un moñete al que llevaba con frecuencia su mano carnosa. Era, por lo común, bondadoso y pacífico, pero bastaba que se creyese desobedecido o contrariado para que se le enrojeciera la cara, atiplándose su voz con el tono aflautado de la cólera. El concepto que tenía de la autoridad, el hábito de mandar desde su primera juventud viéndose al frente de las bodegas por la muerte de su padre, le hacían ser despótico con los subordinados y su propia familia. ...

En la línea 121
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y siguió hablando a Montenegro en tono amenazador. Tal vez era de él la culpa, ya que toleraba desobediencias en su escritorio. Tenía dos empleados herejes, un francés y un noruego encargados de la correspondencia extranjera, los cuales, con el pretexto de no ser católicos, daban el mal ejemplo no asistiendo a las fiestas del domingo. ...

En la línea 128
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Montenegro se indignó ante el tono despectivo con que hablaba Dupont de su maestro. Palideció de cólera, estremeciéndose como si acabase de recibir un latigazo, y miró de frente con cierta arrogancia a su jefe. ...

En la línea 199
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El señor Fermín era una de las curiosidades de Marchamalo, que don Pablo exhibía a sus acompañantes. Todos reían sus refranes, los términos rebuscados y raros de su expresión, sus consejos dichos en tono campanudo; y el viejo aceptaba el irónico elogio de los señores con la simpleza del campesino andaluz, que aún parece vivir en la época feudal, siervo del amo, aplastado por la gran propiedad, sin esa independencia enfurruñada del pequeño labrador que tiene la tierra por suya. ...

En la línea 318
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¿Y qué es lo que cuenta? -preguntó Porthos en tono de sufi ciencia. ...

En la línea 359
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Pero espero que haréis el honor de decírnoslo -añadió Aramis en su tono más cortés y con la más graciosa reverencia. ...

En la línea 398
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Fuera se había oído llamar, como ya hemos dicho, a Athos, Porthos y Ara mis, y se había adivinado, por el tono de la voz del señor de Tréville, que estaba completamente encolerizado. ...

En la línea 417
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Yo no sabía eso -prosiguió el señor de Tréville en un tono algo sosegado -. ...

En la línea 694
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... He visto muchos animales en los países donde he vivido, pero una mula como ésta, no la he visto nunca; ¡y se ha matado! ¡Mi mula se ha matado! Se ha caído y se ha muerto de repente.» En este tono continuó durante mucho rato, y sus lamentaciones tenían siempre el mismo estribillo: «Mi mula se ha matado; se ha caído y se ha muerto de repente.» Al cabo, quitó la collera a la mula muerta y se la puso a la otra, metiéndola con algún trabajo en varas. ...

En la línea 1289
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... —_No tenga usted cuidao_, mi _Caloró_ de Londres—dijo la gitana vieja con tono desabrido—. ...

En la línea 1453
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... —¿Quién es usted?—me dijo en tono algo desapacible—. ...

En la línea 1661
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... YO.—Claro está que usted ha hablado con otros ingleses, porque en otro caso no me hubiera reconocido por el tono de la voz. ...

En la línea 940
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Donde se prosiguen los innumerables trabajos que el bravo don Quijote y su buen escudero Sancho Panza pasaron en la venta que, por su mal, pensó que era castillo Había ya vuelto en este tiempo de su parasismo don Quijote, y, con el mesmo tono de voz con que el día antes había llamado a su escudero, cuando estaba tendido en el val de las estacas, le comenzó a llamar, diciendo: -Sancho amigo, ¿duermes? ¿Duermes, amigo Sancho? -¿Qué tengo de dormir, pesia a mí -respondió Sancho, lleno de pesadumbre y de despecho-; que no parece sino que todos los diablos han andado conmigo esta noche? -Puédeslo creer ansí, sin duda -respondió don Quijote-, porque, o yo sé poco, o este castillo es encantado. ...

En la línea 1203
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Mas, como don Quijote tenía el sentido del olfato tan vivo como el de los oídos, y Sancho estaba tan junto y cosido con él que casi por línea recta subían los vapores hacia arriba, no se pudo escusar de que algunos no llegasen a sus narices; y, apenas hubieron llegado, cuando él fue al socorro, apretándolas entre los dos dedos; y, con tono algo gangoso, dijo: -Paréceme, Sancho, que tienes mucho miedo. ...

En la línea 1413
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Hable con menos tono -replicó el comisario-, señor ladrón de más de la marca, si no quiere que le haga callar, mal que le pese. ...

En la línea 3262
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pero no me digáis nada por ahora, que no quiero perder, por acudir a vuestro sobresalto, el gusto que recibo de oír al que canta; que me parece que con nuevos versos y nuevo tono torna a su canto. ...

En la línea 168
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... No se mueven durante la noche; se alimentan principalmente con las raíces de las plantas, y para encontrarlas hacen galerías inmensas. En todas partes se conoce a este animal, por un ruido muy particular que hace debajo del suelo. La persona que por vez primera oye este ruido se queda muy sorprendida: no es fácil decir de dónde viene y es imposible suponer quién lo causa. Ese ruido consiste en un gruñido nasal corto pero no muy fuerte, repetido rápidamente cuatro veces en el mismo tono6; se ha dado a este animal el nombre de tucutuco, para imitar el sonido que produce. Allí donde abunda este animal puede oírsele en todos los instantes del día, y a menudo exactamente debajo del sitio donde estamos. En un aposento los tucutucos se mueven despacio y con pesadez, lo cual parece depender de la acción de sus patas traseras; les es imposible saltar a la más pequeña altura vertical, por carecer de cierto ligamento la articulación del muslo. No tratan de escaparse; cuando están encolerizados o se asustan, dejan oír el tucutuco. Conservé algunos vivos y la mayor parte se domesticaron perfectamente desde el primer día, sin tratar de huir ni de morder; otros siguieron siendo ariscos un poco más tiempo. ...

En la línea 181
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Me he fijado mucho en un pájaro burlón (Mimus orpheus), llamado calandria por los habitantes; este ave deja oír un canto superior al de todas las demás aves del país, y también es casi la única de la América del Sur a quien he visto encaramarse para cantar. Puede compararse este canto al de la silvia o curruca, sólo que es más potente; algunas notas duras y muy altas se mezclan con un gorjeo muy agradable. No se le oye en primavera; durante las otras estaciones dista mucho de ser armonioso su penetrante grito. Cerca de Maldonado estas aves son muy atrevidas y muy poco ariscas; visitan en gran número- las casas de campo para arrancar pedazos a la carne colgada en las paredes o en postes; si otra ave, sea cual fuere, se aproxima a ellas para tomar parte en el festín, las calandrias la expulsan enseguida. Otra especie, próxima aliada de ésta (Mimus patagónica, de D'Orbigny), que habita en las inmensas llanuras desiertas de la Patagonia, es mucho más salvaje, y tiene un tono de voz un poco diferente. Paréceme curioso mencionar (lo cual prueba la importancia de las más ligeras diferencias entre las costumbres) que, habiendo visto esta segunda especie, y no juzgándola sino desde este punto de vista, creí que era diferente de la especie habitante en las cercanías de Maldonado. Habiendo adquirido luego un ejemplar, y comparado ambas especies sin gran esmero, pareciéronme tan absolutamente semejantes que cambié de opinión. Pues bien, Mr. Gould sostiene que son dos especies distintas, conclusión que concuerda con la leve diferencia de hábitos que Mr. Gould no conocía, sin embargo. ...

En la línea 675
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... No tardó en serme imposible continuar el camino a través del bosque, y seguí, pues, a lo largo de un torrente. Al principio apenas podía dar un paso a causa de las cataratas y de los numerosos troncos de árboles caídos que cerraban el camino; pero pronto se ensanchó este lecho del torrente por el destrozo en sus orillas habían producido las inundaciones. Avancé lentamente por espacio de una hora siguiendo las rugosas y descarnadas orillas del torrente, y muy pronto compensaron todas mis fatigas la magnificencia y la belleza del panorama que contemplé. La profundidad sombría del barranco corría pareja con los signos de violencia que por todas partes se observaban. A un lado y otro se veían masas irregulares de rocas y árboles arrancados; otros de pie todavía, estaban podridos hasta el corazón y a punto de caer. Esta confusa masa de árboles robustos y árboles muertos me recordó los bosques de los trópicos, a pesar de la inmensa diferencia que los separa: en estas tristes soledades que ahora examino, parece que en lugar de la vida reina la muerte como soberana. Continué mi ruta a lo largo del torrente hasta un punto en que un gran derrumbamiento ha desprendido parte considerable del costado de una montaña; a partir de este lugar se hizo menos fatigosa la ascensión y alcancé pronto una elevación suficiente para poder examinar a gusto los bosques circundantes. Todos los árboles pertenecen a la misma especie, el Fagur betuloides, habiendo por excepción un corto número de especies diferentes de estos Fagur. Este árbol conserva sus hojas todo el año, pero presentan un color verde pardusco con un ligero tinte amarillo muy particular. Todo el paisaje reviste el mismo tono, lo que da un aspecto triste y sombrío; siendo muy raro que le den un poco de alegría los rayos del sol. ...

En la línea 690
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Cuando las diferentes tribus se hacen la guerra se vuelven caníbales. Si hemos de dar crédito al testimonio independiente de un joven interrogado por Mr. Dow y al de Jemmy Button, es realmente cierto que cuando se ven muy estrechados por el hambre en invierno se comen a las mujeres viejas antes de comerse a sus perros; y al preguntar Mister Dow el por qué de esta preferencia, le respondió: «Los perros pillan las nutrias y las viejas no las pillan». También explicó este muchacho cómo hacen para matarlas: las colocan sufre un fuerte humo hasta que se asfixian; y al describir este suplicio, imitaba riéndose, los gritos de las víctimas e indicaba las partes del cuerpo que se consideraban como mejores. Por horrible que sea semejante muerte, infligida por mano de los parientes y de los amigos, es más horrible aún pensar en los terrores que deben asaltar a las ancianas cuando el hambre comience a dejarse sentir. Se nos ha contado que entonces se escapan para salvarse a las montañas, pero que los hombres las persiguen y se las traen al matadero, ¡su propio hogar! El capitán Fitz Roy no ha podido nunca llegar a saber si los fueguenses creen en otra vida. A veces entierran a sus muertos en cavernas y otras en los bosques de las montañas; pero no hemos podido averiguar qué clase de ceremonias acompañan a la sepultura. Jemmy Button no quería comer pájaros, porque no quería comer hombres muertos; no hablan de los muertos sino con repugnancia. No tenemos motivo para creer que realicen ceremonia religiosa alguna; sin embargo, quizás las palabras murmuradas por el viejo antes de distribuir la ballena podrida a su hambrienta familia constituyesen una plegaria. Cada familia o tribu tiene su mágico, cuyas funciones no hemos podido nunca definir con claridad. Jemmy creía en los sueños; pero como ya hemos dicho, no creía en el diablo. En suma, no creo que los fueguenses sean más supersticiosos que algunos de nuestros marinos, porque un viejo contramaestre creía firmemente que las terribles tempestades que nos asaltaron junto al cabo de Hornos procedían de tener fueguenses a bordo. Lo que yo oí en la Tierra del Fuego que se aproximase más a un sentimiento religioso, fue una palabra que pronunció York Minster en el momento de matar Mr. Bynoe algunos patos pequeñitos que él quería conservar como muestra. York Minster gritó entonces con tono solemne: «¡Oh, Mr. ...

En la línea 124
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Si Bismarck fuera canónigo y dinidad (creía que lo era el Magistral) en vez de ser delantero, con un mote sacao de las cajas de cerillas, se daría más tono que un zagal. ...

En la línea 314
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Además los indianos no quieren nada que no sea de buen tono, que huela a plebeyo, ni siquiera pueda recordar los orígenes humildes de la estirpe; en Vetusta los descreídos no son más que cuatro pillos, que no tienen sobre qué caerse muertos; todas las personas pudientes creen y practican, como se dice ahora. ...

En la línea 501
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Confesaba atrocidades en tono confidencial, como podía referírselas en su tocador a alguna amiga de su estofa. ...

En la línea 769
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... El Arcipreste se burlaba de la diplomacia y del maquiavelismo del Arcediano con salidas de tono, indirectas del Padre Cobos y otros expedientes por el estilo. ...

En la línea 210
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... La consideración de que ésta era la única Lucrecia conocida de todos le puso aún más triste, y dijo a su sobrino con tono de ruego: ...

En la línea 270
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... — Si al valenciano Borja—continuó Figueras—lo llamaban catalán era porque los catalanes gozaban en Italia de una impopularidad algo menor que la de los franceses, mas no por eso menos odiosa e intolerable para el vulgo. Dominaban a Sicilia y Nápoles y hacían la guerra en el mar a las galeras de varias repúblicas y principados italianos. Temían las gentes de Roma que el nuevo Papa confiase las fortalezas de la Iglesia a guerreros catalanes, o sea españoles, de suerte que luego de su fallecimiento fuese difícil volver a recobrarlas. Pero la Índole apacible y bondadosa de Alfonso de Borja, su fama de hombre justo y puro de costumbres, la severidad para el trato de su propia persona y el tono suave con que acogía a todos, acabaron por acallar estas Inquietudes públicas. ...

En la línea 452
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Otra vez cambió de tono añadiendo con un acento triste de excusa: ...

En la línea 545
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Sin saber cómo, al principio del invierno se vio Borja en Roma. El señor Bustamante le había escrito a París con tono de padre bondadoso, después de un año de frialdad epistolar; pero no fue esta carta ni el deseo de ver al solemne personaje lo que le impulsó a ir a dicha capital. ...

En la línea 132
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... De todas las sorpresas experimentadas por Gillespie desde que despertó, esta fue la más estupenda. El exiguo personaje hablaba su mismo idioma, pero con un tono afectado, con un esfuerzo por conseguir la corrección, detallando las sílabas, lo mismo que hablan ciertos profesores. ...

En la línea 187
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Edwin vio que de un automóvil en forma de clavel que acababa de llegar descendían unas figuras con largas túnicas blancas y velos en la cabeza. Eran las primeras hembras que encontraba semejantes a las de su país. Debían pertenecer a alguna familia importante de la capital; tal vez era la esposa de un alto personaje acompañada de sus tres hijas. Concentró su mirada en el grupo para examinarlas bien, y notó que las tres señoritas, todas de apuesta estatura, asomaban bajo los blancos velos unas caras de facciones correctas pero enérgicas. Sus mejillas tenían el mismo tono azulado que la de los hombres que se rasuran diariamente. La madre, algo cuadrada a causa de la obesidad propia de los años, prescindía de esta precaución, y por debajo de la corona de flores que circundaba sus tocas dejaba asomar una barba abundante y dura. ...

En la línea 696
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Siguió el profesor hablando en tono de conferencista, pues todo su auditorio entendía el inglés con más o menos facilidad y era capaz de apreciar las florescencias de su estilo. ...

En la línea 703
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El profesor Flimnap le obedeció, dirigiendo al gigante un segundo discurso para repetir los elogios con que el Padre de los Maestros contestaba a las alabanzas de Gillespie. Pero éste empezó a fatigarse de la monotonía de una entrevista en la que la vanidad literaria de Momaren daba el tono a la conversación. ...

En la línea 95
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... El llamado Estupiñá debía de ser indispensable en todas las tertulias de tiendas, porque cuando no iba a la de Arnaiz, todo se volvía preguntar: «Y Plácido, ¿qué es de él?». Cuando entraba le recibían con exclamaciones de alegría, pues con su sola presencia animaba la conversación. En 1871 conocí a este hombre, que fundaba su vanidad en haber visto toda la historia de España en el presente siglo. Había venido al mundo en 1803 y se llamaba hermano de fecha de Mesonero Romanos, por haber nacido, como este, el 19 de Julio del citado año. Una sola frase suya probará su inmenso saber en esa historia viva que se aprende con los ojos: «Vi a José I como le estoy viendo a usted ahora». Y parecía que se relamía de gusto cuando le preguntaban: «¿Vio usted al duque de Angulema, a lord Wellington?… ». «Pues ya lo creo». Su contestación era siempre la misma: «Como le estoy viendo a usted». Hasta llegaba a incomodarse cuando se le interrogaba en tono dubitativo. «¡Que si vi entrar a María Cristina!… Hombre, si eso es de ayer… ». Para completar su erudición ocular, hablaba del aspecto que presentaba Madrid el 1.º de Septiembre de 1840, como si fuera cosa de la semana pasada. Había visto morir a Canterac; ajusticiar a Merino, «nada menos que sobre el propio patíbulo», por ser él hermano de la Paz y Caridad; había visto matar a Chico… , precisamente ver no, pero oyó los tiritos, hallándose en la calle de las Velas; había visto a Fernando VII el 7 de Julio cuando salió al balcón a decir a los milicianos que sacudieran a los de la Guardia; había visto a Rodil y al sargento García arengando desde otro balcón, el año 36; había visto a O'Donnell y Espartero abrazándose, a Espartero solo saludando al pueblo, a O'Donnell solo, todo esto en un balcón, y por fin, en un balcón había visto también en fecha cercana a otro personaje diciendo a gritos que se habían acabado los Reyes. La historia que Estupiñá sabía estaba escrita en los balcones. ...

En la línea 113
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... A las diez de la mañana concluía Estupiñá invariablemente lo que podríamos llamar su jornada religiosa. Pasada aquella hora, desaparecía de su rostro rossiniano la seriedad tétrica que en la iglesia tenía, y volvía a ser el hombre afable, locuaz y ameno de las tertulias de tienda. Almorzaba en casa de Santa Cruz o de Villuendas o de Arnaiz, y si Barbarita no tenía nada que mandarle, emprendía su tarea para defender el garbanzo, pues siempre hacía el papel de que trabajaba como un negro. Su afectada ocupación en tal época era el corretaje de dependientes, y fingía que los colocaba mediante un estipendio. Algo hacía en verdad, mas era en gran parte pura farsa; y cuando le preguntaban si iban bien los negocios, respondía en el tono de comerciante ladino que no quiere dejar clarear sus pingües ganancias: «Hombre, nos vamos defendiendo; no hay queja… Este mes he colocado lo menos treinta chicos… como no hayan sido cuarenta… ». ...

En la línea 139
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Pasados algunos días, cuando ya Estupiñá andaba por ahí restablecido aunque algo cojo, Barbarita empezó a notar en su hijo inclinaciones nuevas y algunas mañas que le desagradaron. Observó que el Delfín, cuya edad se aproximaba a los veinticinco años, tenía horas de infantil alegría y días de tristeza y recogimiento sombríos. Y no pararon aquí las novedades. La perspicacia de la madre creyó descubrir un notable cambio en las costumbres y en las compañías del joven fuera de casa, y lo descubrió con datos observados en ciertas inflexiones muy particulares de su voz y lenguaje. Daba a la elle el tono arrastrado que la gente baja da a la y consonante; y se le habían pegado modismos pintorescos y expresiones groseras que a la mamá no le hacían maldita gracia. Habría dado cualquier cosa por poder seguirle de noche y ver con qué casta de gente se juntaba. Que esta no era fina, a la legua se conocía. ...

En la línea 217
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Juanito miró fijamente a su mujer, y después se echó a reír. Aquello no era adivinación de Jacinta. Algo había oído sin duda, por lo menos el nombre de la calle. Pensando que convenía seguir el tono festivo, dijo así: ...

En la línea 461
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... El rey habló con aire y tono pensativos: ...

En la línea 1122
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... El otro continuó con el mismo tono suave: ...

En la línea 2003
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Sí –le dije–, tú –y recalqué este tú con un tono autoritario–, tú, abrumado por tus desgracias, has concebido la diabólica idea de suicidarte, y antes de hacerlo, movido por algo que has leído en uno de mis últimos ensayos, vienes a consultármelo. ...

En la línea 1229
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Yáñez se lanzó detrás. Amordazó al prisionero, lo ató de manos y pies y le dijo, en tono amenazador: ...

En la línea 1788
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¿Le ha dado el baronet algún recado para mí? —preguntó en tono seco. ...

En la línea 1969
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Y ahora —dijo en tono fiero—, vamos a vemos las caras, barco maldito, que vienes a turbar mi felicidad! ...

En la línea 2444
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Tigres de Mompracem! —les dijo con ese tono que los fascinaba e infundía en aquellos hombres un valor sobrehumano—. Esta es la última batalla que darán bajo el mando del Tigre de la Malasia, y será también la última vez que se encontrarán frente a los que destruyeron nuestro poderío y violaron nuestra isla, nuestra patria. ¡Cuando yo dé la señal, salten sobre el puente del barco enemigo y acaben con ellos! ...

En la línea 187
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... No era yo el menos atento a bordo, sin que me incitara a ello el atractivo del dinero. Concedía tan sólo algunos minutos a las comidas y algunas horas al sueño para, indiferente al sol o a la lluvia, pasar todo mi tiempo sobre el puente. Unas veces inclinado sobre la batayola del castillo y otras apoyado en el coronamiento de popa, yo devoraba con ávida mirada la espumosa estela que blanqueaba el mar hasta el límite de la mirada. ¡Cuántas veces compartí la emoción del estado mayor y de la tripulación cuando una caprichosa ballena elevaba su oscuro lomo sobre las olas! Cuando eso sucedía, se poblaba el puente de la fragata en un instante. Las escotillas vomitaban un torrente de marineros y oficiales, que, sobrecogidos de emoción, observaban los movimientos del cetáceo. Yo miraba, miraba hasta agotar mi retina y quedarme ciego, lo que le hacía decirme a Conseil, siempre flemático, en tono sereno: ...

En la línea 241
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Si es que está de humor para escucharle, señor Land -dije con un tono de escasa convicción. ...

En la línea 383
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -¡Hum! -exclamó Ned Land, en tono de duda. ...

En la línea 519
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Se lo prometo, señor profesor -respondió Ned Land, con un tono poco tranquilizador-. Ni una palabra violenta saldrá de mi boca, ni un gesto brutal me traicionará, aunque el servicio de la mesa no se cumpla con la regularidad deseable. ...

En la línea 107
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Joe tosió en tono de reproche, como si quisiera decir: «Ya te lo había explicado.» ...

En la línea 190
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Ello empezó en el momento que nos sentamos a comer. El señor Wopsle dio las gracias, declamando teatralmente, según me parece ahora, en un tono que tenía a la vez algo del espectro de Hamlet y de Ricardo III, y terminó expresando la seguridad de que debíamos sentirnos llenos de agradecimiento. Inmediatamente después, mi hermana me miró y en voz baja y acusadora me dijo: ...

En la línea 210
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Bastante lo era - exclamó mi hermana, con tono enfático. ...

En la línea 330
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — ¿Ha echado usted de menos un pastel, herrero? - preguntó el sargento en tono confidencial. ...

En la línea 87
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Señor ‑siguió diciendo en tono solemne‑, la pobreza no es un vicio: esto es una verdad incuestionable. Pero también es cierto que la embriaguez no es una virtud, cosa que lamento. Ahora bien, señor; la miseria sí que es un vicio. En la pobreza, uno conserva la nobleza de sus sentimientos innatos; en la indigencia, nadie puede conservar nada noble. Con el indigente no se emplea el bastón, sino la escoba, pues así se le humilla más, para arrojarlo de la sociedad humana. Y esto es justo, porque el indigente se ultraja a sí mismo. He aquí el origen de la embriaguez, señor. El mes pasado, el señor Lebeziatnikof golpeó a mi mujer, y mi mujer, señor, no es como yo en modo alguno. ¿Comprende? Permítame hacerle una pregunta. Simple curiosidad. ¿Ha pasado usted alguna noche en el Neva, en una barca de heno? ...

En la línea 98
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Bien ‑dijo el orador, y esperó con un aire sosegado y digno el fin de las risas que acababan de estallar nuevamente‑. Bien, yo soy un puerco y ella una dama. Yo parezco una bestia, y Catalina Ivanovna, mi esposa, es una persona bien educada, hija de un oficial superior. Demos por sentado que yo soy un granuja y que ella posee un gran corazón, sentimientos elevados y una educación perfecta. Sin embargo… ¡Ah, si ella se hubiera compadecido de mí! Y es que los hombres tenemos necesidad de ser compadecidos por alguien. Pues bien, Catalina Ivanovna, a pesar de su grandeza de alma, es injusta… , aunque yo comprendo perfectamente que cuando me tira del pelo lo hace por mi bien. Te repito sin vergüenza, joven; ella me tira del pelo ‑insistió en un tono más digno aún, al oír nuevas risas‑. ¡Ah, Dios mío! Si ella, solamente una vez… Pero, ¡bah!, vanas palabras… No hablemos más de esto… Pues es lo cierto que mi deseo se ha visto satisfecho más de una vez; sí, más de una vez me han compadecido. Pero mi carácter… Soy un bruto rematado. ...

En la línea 530
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Buenas tardes, Alena Ivanovna ‑empezó a decir en el tono más indiferente que le fue posible adoptar. Pero sus esfuerzos fueron inútiles: hablaba con voz entrecortada, le temblaban las manos‑. Le traigo… , le traigo… una cosa para empeñar… Pero entremos: quiero que la vea a la luz. ...

En la línea 629
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Después de decir esto en un tono lleno de vehemencia, el joven empezó a bajar la escalera a grandes zancadas. ...

En la línea 75
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —¿De veras? —pregunté en el mismo tono. ...

En la línea 77
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Mis preguntas no eran en modo alguno del agrado de Paulina. Comprendí, por el tono y la dureza de sus contestaciones, que deseaba irritarme; así se lo espeté en seguida. ...

En la línea 127
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... No terminó, según su costumbre. Le repliqué en tono seco que, teniendo muy poco dinero, no podía distinguirme por mis pérdidas aunque me diese por jugar. ...

En la línea 131
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —¿Así, persiste usted en creer que la ruleta es su única probabilidad de salvación? —me preguntó con tono zumbón. ...

En la línea 452
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Y después irritado ya y casi en tono amenazador, a pesar de su corta edad, le dijo: ...

En la línea 731
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Javert añadió con tono de indiferencia, pero sin apartar los ojos de los de Magdalena: ...

En la línea 110
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Con la aurora boreal vibrando fríamente en el cielo o con las estrellas brincando su gélida danza y la tierra aterida bajo el manto nevado, aquel canto de los huskies parecía ser un desafío a la vida, pero en ese tono menor, entre larguísimos aullidos quejumbrosos, era más bien una súplica, una queja manifiesta por el duro trabajo de existir. Era una canción antigua, tan antigua como la raza misma, una de las primeras canciones de un mundo más joven, de un tiempo en que todas las canciones eran tristes. El sufrimiento de innumerables generaciones impregnaba aquel lamento que tan extrañamente conmovía a Buck. Cuando aullaba y gruñía, lo hacía con el dolor de vivir de sus remotos antepasados salvajes, y con el mismo miedo y misterio del frío y la oscuridad que fueron antaño su miedo y su misterio. Y esa conmoción de su ser marcaba el final del proceso que lo había hecho retroceder a través de épocas enteras de calor y cobijo hasta los crudos orígenes de la vida en la era del aullido. ...

En la línea 179
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... -Oh, está bien, está bien -se apresuró a decir el otro, en tono conciliatorio-. Sólo me lo preguntaba. Parece que llevan mucha carga. ...

En la línea 224
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... -Si vuelves a golpear a este perro, te mato -logró finalmente decir, en tono ahogado. ...

En la línea 293
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Thornton, por su parte, se dejó caer de rodillas junto a Buck. Con las cabezas juntas, el amo mecía la del perro a un lado y a otro. Quienes se acerca ron a ellos le oyeron decir reiteradamente palabrotas a Buck, en un tono que era a la vez ferviente, dulce y amoroso. ...

En la línea 50
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Mientras el acompañamiento desfilaba, con lentitud de duelo, por las calles mal empedradas de León, el tren corría, corría, dejando atrás las interminables alamedas de chopos que parecen un pentagrama donde fuesen las notas verde claro, sobre el crudo tono rojizo de las llanadas. Hecha Lucía un ovillo en la esquina del departamento, sollozaba sin amargura, con algún hipo, con vehemente llanto de niña inconsolable. Bien comprendía el novio que le tocaba decir algo, mostrarse afectuoso, compartir aquel primer dolor, ponerle término; mas hay en la vida situaciones especiales, casos en que no tropieza ni se embaraza la gente sencilla, y en que acaso el hombre de mundo y experiencia se convierte en doctrino. Preferible es en ocasiones un adarme de corazón a una arroba de habilidad; donde fracasan las huecas fórmulas, vence el sentimiento, con su espontánea elocuencia. A fuerza de quebrarse los cascos ideando manera de anudar el diálogo con su esposa, ocurriole al novio aprovechar una circunstancia insignificante. ...

En la línea 160
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Ya he dicho que no -repuso Lucía, en tono más tranquilo. ...

En la línea 162
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Colmenar escribió al señor Joaquín una carta que tuvo que leer. Y no transcurridos muchos días, dijo Miranda al presunto suegro, en tono satisfecho y confidencial: ...

En la línea 165
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... El que conozca un tanto las ciudades de provincia, imaginará fácilmente cuánto comentario, cuánta murmuración declarada o encubierta provocó en León la boda del importante Miranda con la obscura heredera del ex lonjista. Hablose sin tino ni mesura; quién censuraba la vanidad del viejo, que harto al fin de romper chaquetas, quería dar a su hija viso y tono de marquesa (Miranda parecía a no pocas gentes el tipo clásico del marqués). Quién hincaba el diente en el novio, hambrón madrileño, con mucho aparato y sin un ochavo, venido allí a salir de apuros con las onzas del señor Joaquín. Quién describía satíricamente la extraña figura de Lucía la mocetona, cuando estrenase sombrero, sombrilla y cola larga. Mas estos runrunes se estrellaban en la orgullosa satisfacción del señor Joaquín, en la infantil frivolidad de la novia, en la cortés y mundana reserva del novio. Fiel Lucía a su programa de no pensar en la boda misma, pensaba en los accesorios nupciales, y contaba gozosa a sus amigas el viaje proyectado, repitiendo los nombres eufónicos de pueblos que tenía por encantadas regiones; París, Lyón, Marsella, donde las niñas imaginaban que el cielo sería de otro color y luciría el sol de distinto modo que en su villa natal. Miranda, a cuenta de un empréstito que negoció contando satisfacerlo después a expensas del generoso suegro, hizo venir de la corte lindas finezas, un aderezo de brillantes, un cajón atestado de lucidas galas, envío de renombrado sastre de señoras. Mujer al cabo Lucía, y nuevos para ella tales primores, más de una vez, como la Margarita de Fausto, se colgó ante un espejillo los preciosos dijes, complaciéndose en sacudir la cabeza a fin de que fulgurasen los resplandores de los pendientes y las flores de pedrería salpicadas por el obscuro cabello. En esto se solazan las mujeres cuando son niñas, y todavía muchísimo tiempo después de dejar de serlo. Pero Lucía no era niña para siempre. ...

En la línea 1735
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... El capitán había hablado en un tono que no admitía réplica. ...

En la línea 1812
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -¿Y me quedaré el casco de hierro? - dijo el capitán con tono singularmente suavizado. ...

En la línea 1892
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -A nadie culpo -exclamó Phileas Fogg, con el tono más calmoso-. Andad. ...


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