Cómo se escribe.org.es

La palabra peor
Cómo se escribe

la palabra peor

La palabra Peor ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
El cuervo de Leopoldo Alias Clarín
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Niebla de Miguel De Unamuno
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
La llamada de la selva de Jack London
Amnesia de Amado Nervo
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece peor.

Estadisticas de la palabra peor

La palabra peor es una de las palabras más comunes del idioma Español, estando en la posición 965 según la RAE.

Peor es una palabra muy común y se encuentra en el Top 500 con una frecuencia media de 93.06 veces en cada obra en castellano

El puesto de esta palabra se basa en la frecuencia de aparición de la peor en 150 obras del castellano contandose 14145 apariciones en total.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Peor

Cómo se escribe peor o peorr?

Más información sobre la palabra Peor en internet

Peor en la RAE.
Peor en Word Reference.
Peor en la wikipedia.
Sinonimos de Peor.

Algunas Frases de libros en las que aparece peor

La palabra peor puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 273
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Lo peor para él era que este exceso de cansancio insostenible sólo le permitía pagar a medias al insaciable ogro. ...

En la línea 1180
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Nunca el saber se vió peor alojado; y eso que, por lo común, no habita palacios. ...

En la línea 1272
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Vamos cada vez peor. ...

En la línea 1372
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El chiquitín, cada vez peor, temblando de fiebre en los brazos de su madre, que lloraba a todas horas, y visitado dos veces al día por el médico. ...

En la línea 209
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡Por fin, ya la tenían! ¡Llegaba lo bueno!... Pero a los pocos meses le buscó Salvatierra, como a otros muchos. Los de Madrid eran unos traidores y la tal República resultaba un pastel. Había que hacerla federal o matarla; era preciso proclamar los cantones. Y otra vez Fermín, con el fusil al hombro, batiéndose en Sevilla, en Cádiz y en la montaña por cosas que no entendía, pero que debían ser verdades tan claras como el sol, ya que Salvatierra las proclamaba. De esta segunda aventura salió peor librado. Le cogieron y pasó muchos meses en el Hacho de Ceuta, confundido con prisioneros carlistas e insurrectos cubanos, en un amontonamiento y una miseria de los que aún se acordaba con horror después de tantos años. ...

En la línea 213
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡Oh, la vida dura de continuos riesgos, la necesidad de ganarse el pan luchando con la oscuridad, con las tempestades y con el hombre, que era el peor de los enemigos! Un ruido a lo lejos, una voz, el aleteo de los pajarracos nocturnos, el chillido de las alimañas invisibles, el ladrido de un perro, les hacían ocultarse, tenderse en el suelo entre los jarales punzantes, sofocados por el peso de la mochila. Al partir del campo fronterizo de Gibraltar pagaban por trasponer la línea del resguardo. Los venales encargados de la vigilancia les imponían contribución según su clase: tantas pesetas a los mochileros, tantos duros a la gente de a caballo. Partían todos al mismo tiempo, después de depositar la ofrenda en ciertas manos que salían de unas mangas con galones de oro, y peones y jinetes, todo el ejército del contrabando, abríase como el varillaje de un abanico en la sombra de la noche, tomando distintos caminos para esparcirse por Andalucía. Pero quedaba lo difícil: el peligro de tropezar con las rondas volantes que no habían participado del soborno y se esforzaban por cortar el paso a los defraudadores y hacer buena presa de sus cargas. Los caballistas infundían miedo porque contestaban a tiros al ¡quién vive!, y eran los indefensos mochileros los que sufrían toda la persecución. ...

En la línea 328
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Las escenas domésticas acababan a golpes. El marido, aconsejado por los amigos, acudía a la bofetada y al palo, para domar a «la mala bestia», pero la tal bestiecilla justificaba el apodo, pues al revolverse con el vigor y la acometividad de una infancia bravía digna de su ilustre padre, devolvía los golpes de tal modo, que siempre era el cónyuge el que resultaba peor librado. ...

En la línea 398
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El viejo se indignaba oyendo al aperador. ¿Y cómo quería que fuesen los gañanes? ¿Por qué habían de tener interés en trabajar?... Él, gracias a su colocación en el cortijo, había podido llegar a viejo. Aún no tenía sesenta años y estaba peor que muchos señores de más edad que parecían hijos suyos. Pero se acordaba de los tiempos en que él y Eduvigis trabajaban a jornal y se habían conocido en las noches de promiscuidad de la gañanía, acabando por casarse. De sus compañeros de miseria, hombres o mujeres, quedaban muy pocos: casi todos habían muerto, y los que quedaban eran casi cadáveres, con el espinazo torcido y los miembros secos, deformados y torpes. ¿Era aquélla vida de cristianos? ¡Trabajar todo el día bajo el sol o sufriendo frío, sin más jornal que dos reales, y cinco como retribución extraordinaria e inaudita en la época de la siega! Era verdad que el amo daba la comida, ¡pero qué comida para cuerpos que de sol a sol dejaban sobre la tierra toda su fuerza!... ...

En la línea 22
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... Pero esto no era lo peor, sino la aprensión que metían a los vecinos y las voces que hacían correr y lo que decían en los periódicos de la localidad. ...

En la línea 209
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... Cosa rara: sin pensarlo ellos, sin quererlo nadie, por el contraste, por la hora, por el frío soñoliento del alba, por lo que fuese, como en los viajes, como en las campañas, aquella mujer era el símbolo de todo el sexo; sus ojos equivalían a una desnudez, pinchaban; si recataban, peor, pinchaban más. ...

En la línea 520
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Tanto mejor para mí, señor, si me habláis, como decís, con franqueza; porque entonces me haréis el honor de estimar este parecido de gustos; mas si habéis teni do alguna desconfianza, muy natural por otra parte, siento que me pierdo diciendo la verdad; pero, tanto peor; así no dejaréis de estimar me, y es lo que quiero más que cualquier otra cosa en el mundo. ...

En la línea 1038
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... En efecto, era la peor enfermedad de Luis XIII, quien a menudo tomaba a uno de sus cortesanos, lo atraía a una ventana y le decía: Señor tal, aburrámonos juntos. ...

En la línea 1235
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Pero era el peor mosquete ro y el invitado más desagradable que se pudiese ver. ...

En la línea 3019
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¡Ay, señor Bonacieux! Nunca os he amado mucho, pero ahora es mucho peor: os odio, y ¡palabra que me la pagaréis!En el momento en que decía estas palabras, un golpe en el techo la hizo alzar la cabeza, y una voz, que vino a ella a través del piso, gritó: -Querida señora Bonacieux, abridme la puerta pequeña de la ave nida y bajo junto a vos. ...

En la línea 898
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Tal iba a ser mi compañero en un viaje de cien millas y de cuatro días, a través de una de las regiones más agrestes y peor afamadas del reino. ...

En la línea 1835
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Es ignorante, por supuesto; pero, cosa singular, invariablemente he encontrado en las clases más bajas y peor educadas, mayor generosidad de sentimientos que en las altas. ...

En la línea 1930
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Él es una buena persona; pero su mujer, _vaya_, es la de peor genio de Madrid; sabe decir _carrajo_ tan bien y con tan excelente entonación como el carretero de la Mancha de peor temple. ...

En la línea 1930
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Él es una buena persona; pero su mujer, _vaya_, es la de peor genio de Madrid; sabe decir _carrajo_ tan bien y con tan excelente entonación como el carretero de la Mancha de peor temple. ...

En la línea 345
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -¡Ay señor! -dijo la sobrina-, bien los puede vuestra merced mandar quemar, como a los demás, porque no sería mucho que, habiendo sanado mi señor tío de la enfermedad caballeresca, leyendo éstos, se le antojase de hacerse pastor y andarse por los bosques y prados cantando y tañendo; y, lo que sería peor, hacerse poeta; que, según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza. ...

En la línea 470
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Todo esto que don Quijote decía escuchaba un escudero de los que el coche acompañaban, que era vizcaíno; el cual, viendo que no quería dejar pasar el coche adelante, sino que decía que luego había de dar la vuelta al Toboso, se fue para don Quijote y, asiéndole de la lanza, le dijo, en mala lengua castellana y peor vizcaína, desta manera: -Anda, caballero que mal andes; por el Dios que crióme, que, si no dejas coche, así te matas como estás ahí vizcaíno. ...

En la línea 509
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y ansí me parece a mí, pues, cuando pudiera y debiera estender la pluma en las alabanzas de tan buen caballero, parece que de industria las pasa en silencio: cosa mal hecha y peor pensada, habiendo y debiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos y no nada apasionados, y que ni el interés ni el miedo, el rancor ni la afición, no les hagan torcer del camino de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir. ...

En la línea 828
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Viendo, pues, los gallegos el mal recado que habían hecho, con la mayor presteza que pudieron, cargaron su recua y siguieron su camino, dejando a los dos aventureros de mala traza y de peor talante. ...

En la línea 1657
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... ad, de las expresiones diferentes que emplean los que han pasado y los que están a punto de intentar el paso; pero, en fin, yo no he oído decir que ningún hombre se haya precipitado, aunque pase con frecuencia con los mulos cargados. arriero aconseja que se le enseñe el mejor camino a la mula que se monta, pero que se la deje hacer lo que le parezca; la mula cargada escoge, por lo común, el peor punto y se pierde. ...

En la línea 497
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pero lo peor de todo era una coraza de seda escarlata que ponía el grito en el cielo. ...

En la línea 1025
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La castigaban mucho, pero no la pegaban; eran encierros, ayunos y el castigo peor, el de acostarse temprano. ...

En la línea 1182
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —¿Qué hay? ¿se ha puesto peor? —No es eso, muchacha —contestó don Víctor. ...

En la línea 1477
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¡Con qué tristeza pensaba la niña, sin querer pensarlo, que los amigos de su padre eran personas poco delicadas, habladores temerarios! Y su mismo papá, esto era lo peor, y había que pensarlo también, su querido papá que era un hombre de talento, capaz de inventar la pólvora, un reloj, el telégrafo, cualquier cosa, se iba volviendo loco a fuerza de filosofar, y no sabía vivir con una hija que ya entendía más que él de asuntos religiosos. ...

En la línea 299
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... — Pero, ¡ay!, la antigua fe guerrera—continuó el canónigo—se había extinguido. Los monarcas se embolsaban cínicamente las cantidades recogidas para la cruzada, siendo el primero en dar tan perverso ejemplo Alfonso Quinto de Aragón. Aún hizo algo peor. Se apropió los buques que por encargo del Pontífice había reunido el arzobispo de Tarragona Pedro de Urrea, y que estaban mandados por Antonio Olcina. Estos buques, en vez de ir a Ostia, poniéndose a las órdenes del Papa, se unían a la flota del rey Alfonso para hacer la guerra a los genoveses y otros Estados cristianos enemigos de dicho rey. ...

En la línea 553
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Su propia gloria era el tema ahora de la mayor parte de sus conversa-clones. Mostraba una melancolía de gran hombre, mal comprendido y peor remunerado, al quejarse de que su Gobierno no se daba cuenta de los inmensos servicios que estaba prestando en Roma. Casi todos los representantes diplomáticos de las repúblicas hispanoamericanas eran amigos suyos, y había pasado por Madrid para recibir los homenajes de la Fraternidad Hispanoamericana . Esto le permitía figurar a la cabeza de todos ellos, honor que no habían conseguido nunca, según don Arístides, los otros embajadores. ...

En la línea 1182
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Al restablecerse la paz, tenía el Papa que combatir a los enemigos dentro de su propia casa, siendo el peor de ellos su yerno Juan Sforza. ...

En la línea 1756
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... «El futuro Julio II—pensaba Claudio—, tan injustamente alabado por los historiadores de su época, fue peor realmente que el más malo de los Borgias, uniendo a su perversidad la nota antipática y la hipocresía. Pasó una parte de su existencia insultando a su antiguo amigo Rodrigo de Borja, para adularlo a continuación servilmente, cuando éste le perdonaba sus deslealtades.» ...

En la línea 429
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... No quiero insistir en las miserias de aquel periodo. La humanidad estaba en una especie de callejón sin salida. Se realizaban grandes progresos materiales; pero el alma humana, merced a la enseñanza dada por los hombres, continuaba siendo un alma primitiva, un alma brutal, semejante a la de las fieras, y tal vez peor, ya que las fieras no conocen la hipocresía ni saben llorar sobre el cuerpo de sus víctimas. ...

En la línea 609
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Ya conocerá usted más adelante lo que es ese gobierno. Todas ellas aman lo nuevo, y como la llegada de usted está reciente, encuentran todavía cierto interés a su persona. Pero cuando transcurra algún tiempo, ¡quien sabe si su suerte será peor que la mía!… ...

En la línea 863
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... La capital casi quedaba desierta después de mediodía. Únicamente las personas de distinción continuaban en sus casas o se reunían en aristocráticas tertulias, para no mezclarse con la gente popular. El resto del vecindario acudía a la peregrinación patriótica, y hasta los hombres se agregaban a la fiesta, sin acordarse de que la inventora de los rayos negros había sido su peor enemigo. ...

En la línea 1028
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Si vienen a buscar a Ra-Ra, no se empeñe en defenderlo; sería peor para el y para usted. Déjelo abandonado a su suerte. Nosotros solo debemos pensar en nuestro porvenir. Yo siempre he creído que un amor que no es egoísta no merece el nombre de amor. ...

En la línea 18
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Mira, mujer, para que los jóvenes adquieran energía contra el vicio, es preciso que lo conozcan, que lo caten, sí, hija, que lo caten. No hay peor situación para un hombre que pasarse la mitad de la vida rabiando por probarlo y no pudiendo conseguirlo, ya por timidez, ya por esclavitud. No hay muchos casos como yo, bien lo sabes; ni de estos tipos que jamás, ni antes ni después de casados, tuvieron trapicheos, entran muchos en libra. Cada cual en su época. Juanito, en la suya, no puede ser mejor de lo que es, y si te empeñas en hacer de él un anacronismo o una rareza, un non como su padre, puede que lo eches a perder. ...

En la línea 165
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Lo peor del caso era que nunca le había pasado por las mientes casarse con Jacinta, a quien siempre miró más como hermana que como prima. Siendo ambos de muy corta edad (ella tenía un año y meses menos que él) habían dormido juntos, y habían derramado lágrimas y acusádose mutuamente por haber secuestrado él las muñecas de ella, y haber ella arrojado a la lumbre, para que se derritieran, los soldaditos de él. Juan la hacía rabiar, descomponiéndole la casa de muñecas, ¡anda!, y Jacinta se vengaba arrojando en su barreño de agua los caballos de Juan para que se ahogaran… ¡anda! Por un rey mago, negro por más señas, hubo unos dramas que acabaron en leña por partida doble, es decir, que Barbarita azotaba alternadamente uno y otro par de nalgas como el que toca los timbales; y todo porque Jacinta le había cortado la cola al camello del rey negro; cola de cerda, no vayan a creer… «Envidiosa». «Acusón»… Ya tenían ambos la edad en que un misterioso respeto les prohibía darse besos, y se trataban con vivo cariño fraternal. Jacinta iba todos los martes y viernes a pasar el día entero en casa de Barbarita, y esta no tenía inconveniente en dejar solos largos ratos a su hijo y a su sobrina; porque si cada cual en sí tenía el desarrollo moral que era propio de sus veinte años, uno frente a otro continuaban en la edad del pavo, muy lejos de sospechar que su destino les aproximaría cuando menos lo pensasen. ...

En la línea 380
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Vaya, hija, pues ahora con la cabeza despejada, voy a decirte dos palabritas para que no me juzgues por peor de lo que soy. ...

En la línea 392
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «¡Pobres mujeres! —exclamó—. Siempre la peor parte para ellas». ...

En la línea 421
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Te prevengo que he tomado bajo mi protección a este muchacho cuando una chusma de tu calaña quería maltratarlo y acaso lo habría matado. ¿Imaginas que lo voy a entregar ahora a un destino peor? Porque tanto si eres su padre como si no –y a fe mía creo que mientes–, una muerte con decoro y rápida sería mucho mejor para él que la vida en unas manos tan rudas como las tuyas. Sigue, pues, tu camino, y largo, porque no me gusta decir palabras de balde, ya que no me es natural ser paciente con exceso. ...

En la línea 648
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¡Oh, mi señor y rey! Si puedes apiadarte de los perdidos, ten piedad de mí. Soy inocente. Lo que me imputan no se ha probado ni mucho menos. Pero no hablo de eso. Se ha dictado contra mí una sentencia, y no puede ser alterada; mas en mi desesperación te suplico una gracia, porque mi destino es peor de lo que puede imaginarse. ¡Una gracia, una gracia, oh, mi señor y rey! ¡Que tu regia compasión acceda a mi ruego! ¡Da orden de que me ahorquen! ...

En la línea 671
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Pero no fue eso todo, Majestad. Hay más y peor. Muchos testificaron que una bruja, que después desapareció de la aldea, nadie sabe adónde, vaticinó, y lo dijo en secreto a varias personas, que el enfermo moriría envenenado, y que, además, le daría el veneno un desconocido de pelo castaño y de ropas comunes y usadas; y así este preso respondía a la descripción. Dígnese Vuestra Majestad dar a esa circunstancia el solemne peso que merece, en vista de que fue vaticinada. ...

En la línea 739
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Cuando al fin terminó el yantar y salió Tom en medio de su brillante séquito, con los oídos ensordecidos por el clamor de las trompetas, de los tambores y miles de aclamaciones, se dijo que, si ya había pasado lo peor, que era comer en público, sería una experiencia que sin inconveniente soportaría varias veces cada día, si con ello podía liberarse de algunos de los más terribles requerimientos de su oficio regio. ...

En la línea 2246
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Y acurrucado a los pies de su amo muerto pensó así: « ¡Pobre amo mío!, ¡pobre amo mío! ¡Se ha muerto; se me ha muerto! ¡Se muere todo, todo, todo; todo se me muere! Y es peor que se me muera todo a que me muera para todo yo. ¡Pobre amo mío!, ¡pobre amo mío! Esto que aquí yace, blanco, frío, con olor a próxima podredumbre, a carne de ser comida, esto ya no es mi amo. No, no lo es. ¿Dónde se fue mi amo?, ¿dónde el que me acariciaba, el que me hablaba? ...

En la línea 643
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —A mí también —contestó el otro—. El hombre que buscamos es peor que un tigre, capaz de caer de improviso encima de nosotros. ¿Viste como mató a nuestro cabo en el parque? ...

En la línea 1540
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Y otro enemigo, peor quizás! ...

En la línea 2158
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... La batalla arreciaba por ambas partes. La cañonera había atacado al parao del portugués, pero llevaba la peor parte. La artillería de Yáñez la tenía muy a maltraer. Por ese lado la victoria no ofrecía dudas. Pero la poderosa corbeta se había echado encima de los paraos de Sandokán, haciendo estragos entre los piratas. La presencia del Tigre no pudo cambiar el resultado de la lucha. ...

En la línea 227
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Yo había acabado de llenar la botella con el jarro lleno de agua de alquitrán. Estaba persuadido de que a cada momento se encontraría peor, y, como un médium de los actuales tiempos, llegué a mover la mesa gracias al vigor con que estaba agarrado a ella. ...

En la línea 274
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Si usted me acompaña. Mano a mano - contestó el sargento -. ¡A su salud! Viva usted mil años y que nunca sea peor juez en vinos que ahora. ...

En la línea 337
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... No recuerdo haber sentido ninguna benevolencia hacia la señora Joe cuando desapareció mi temor de ser descubierto. Pero yo quería a Joe, tal vez por ninguna razón mejor, en aquellos días, que porque aquel pobre muchacho me permitía quererle, y con respecto a él no se consoló tan fácilmente mi conciencia. Comprendía muy bien, y en especial cuando vi que empezaba a buscar su lima, que había debido revelarle la verdad entera. Sin embargo, no lo hice, temeroso de que, si se lo explicaba todo, tal vez tendría de mí una opinión peor de la que merecía. Y el miedo de no gozar ya de la confianza de Joe, así como de la posibilidad de sentarme por la noche en el rincón de la chimenea mirando pesaroso a mi compañero y amigo, perdido ya para siempre, fue bastante para sujetarme la lengua. Erróneamente me dije que si Joe lo supiera, jamás podría verle junto al fuego acariciándose la patilla, sin figurarme que estaba meditando acerca de ello. También creí que, de saberlo, cuando Joe mirase por casualidad la carne del día anterior o el pudding que le habían servido, se acordaría de mi robo, preguntándose si yo había hecho ya alguna visita a la despensa. Díjeme también que, si se lo descubría, cuando en nuestra vida doméstica observase que la cerveza era floja o fuerte, sospecharía tal vez que se le hubiese mezclado alquitrán, y eso me haría ruborizar hasta la raíz de los cabellos. En una palabra, fui demasiado cobarde para hacer lo bueno, como también para llevar a cabo lo malo. En aquel tiempo, yo no había tratado a nadie todavía y no imitaba a ninguno de los habitantes del mundo que proceden de este modo. Y como si hubiese sido un genio en bruto, descubrí la conducta que me convenía seguir. ...

En la línea 488
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Y, desdeñosamente, se alejó y, lo que era peor, se llevó la vela consigo. ...

En la línea 250
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «Cierto ‑prosiguió, cazando al vuelo los pensamientos que cruzaban su imaginación‑, cierto que para conocer a un hombre es preciso observarlo largo tiempo y de cerca, pero el carácter del señor Lujine es fácil de descifrar. Lo que más me ha gustado es el calificativo de hombre de negocios y eso de que parece bueno. ¡Vaya si lo es! ¡Encargarse de los gastos de transporte del equipaje, incluso el gran baúl… ! ¡Qué generosidad! Y ellas, la prometida y la madre, se ponen de acuerdo con un mujik para trasladarse a la estación en una carreta cubierta (también yo he viajado así). Esto no tiene importancia: total, de la casa a la estación sólo hay noventa verstas. Después se instalarán alegremente en un vagón de tercera para recorrer un millar de verstas. Esto me parece muy natural, porque cada cual procede de acuerdo con los medios de que dispone. Pero usted, señor Lujine, ¿qué piensa de todo esto? Ella es su prometida, ¿no? Sin embargo, no se ha enterado usted de que la madre ha pedido un préstamo con la garantía de su pensión para atender a los gastos del viaje. Sin duda, usted ha considerado el asunto como un simple convenio comercial establecido a medias con otra persona y en el que, por lo tanto, cada socio debe aportar la parte que le corresponde. Ya lo dice el proverbio: 'El pan y la sal, por partes iguales; los beneficios, cada uno los suyos'. Pero usted sólo ha pensado en barrer hacia dentro: los billetes son bastante más caros que el transporte del equipaje, y es muy posible que usted no tenga que pagar nada por enviarlo. ¿Es que no ven ellas estas cosas o es que no quieren ver nada? ¡Y dicen que están contentas! ¡Cuando pienso que esto no es sino la flor del árbol y que el fruto ha de madurar todavía! Porque lo peor de todo no es la cicatería, la avaricia que demuestra la conducta de ese hombre, sino el carácter general del asunto. Su proceder da una idea de lo que será el marido, una idea clara… ...

En la línea 254
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Es evidente que en este caso sólo se trata de Rodion Romanovitch Raskolnikof: él ocupa el primer plano. ¿Cómo proporcionarle la felicidad, permitirle continuar los estudios universitarios, asociarlo con un hombre bien situado, asegurar su porvenir? Andando el tiempo, tal vez llegue a ser un hombre rico, respetado, cubierto de honores, e incluso puede terminar su vida en plena celebridad… ¿Qué dice la madre? ¿Qué ha de decir? Se trata de Rodia, del incomparable Rodia, del primogénito. ¿Cómo no ha de sacrificar al hijo mayor la hija, aunque esta hija sea una Dunia? ¡Oh adorados e injustos seres! Aceptarían sin duda incluso la suerte de Sonetchka, Sonetchka Marmeladova, la eterna Sonetchka, que durará tanto como el mundo. Pero ¿habéis medido bien la magnitud del sacrificio? ¿Sabéis lo que significa? ¿No es demasiado duro para vosotras? ¿Es útil? ¿Es razonable? Has de saber, Dunetchka, que la suerte de Sonia no es más terrible que la vida al lado del señor Lujine. Mamá ha dicho que no es éste un matrimonio de amor. ¿Y qué ocurrirá si, además de no haber amor, tampoco hay estimación, pues, por el contrario, ya existe la antipatía, el horror, el desprecio? ¿Qué me dices a esto… ? Habrá que conservar la 'limpieza'. Sí, eso es. ¿Comprendéis lo que esta limpieza significa? ¿Sabéis que para Lujine esta limpieza no difiere en nada de la de Sonetchka? E incluso es peor, pues, bien mirado, en tu caso, Dunetchka, hay cierta esperanza de comodidades, de cosas superfluas, cierta compensación, en fin, mientras que en el caso de Sonetchka se trata simplemente de no morirse de hambre. Esta 'limpieza' cuesta cara, Dunetchka, muy cara. ¿Y qué sucederá si el sacrificio es superior a tus fuerzas, si te arrepientes de lo que has hecho? Entonces todo serán lágrimas derramadas en secreto, maldiciones y una amargura infinita, porque, en fin de cuentas, tú no eres una Marfa Petrovna. ¿Y qué será de mamá entonces? Ten presente que ya se siente inquieta y atormentada. ¿Qué será cuando vea las cosas con toda claridad? ¿Y yo? ¿Qué será de mí? Porque, en realidad, no habéis pensado en mí. ¿Por qué? Yo no quiero vuestro sacrificio, Dunetchka; no lo quiero, mamá. Esta boda no se llevará a cabo mientras yo viva. ¡No, no lo consentiré!» ...

En la línea 306
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Sin duda había tomado a Raskolnikof por un loco o por algo peor. ...

En la línea 737
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «¡Esto es una celada! Quieren atraerme, cogerme desprevenido ‑pensó mientras se dirigía a la escalera‑. Lo peor es que estoy aturdido, que puedo decir lo que no debo.» ...

En la línea 101
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Por ridícula que pueda parecer una tal confianza en la ruleta me parece todavía mucho más risible la opinión vulgar que estima absurdo el esperar algo del juego. ¿Es que es peor el juego que cualquier otro medio de procurarse dinero, el comercio, por ejemplo? Verdad es que de cien individuos uno solamente gana, pero… ¿qué importa eso? En todo caso estaba decidido a observar primero y no acometer nada de importancia aquella noche. El resultado de esa primera sesión no podía ser más que fortuito e insignificante. Tal era mi convicción en aquellos momentos. ...

En la línea 102
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Además, era preciso estudiar el mecanismo del juego, pues, a pesar de las innumerables descripciones de la ruleta que había leído con avidez, nada comprendía acerca de ello. En primer lugar, todo me pareció sucio y repugnante. No hablo de la expresión ávida e inquieta de aquellos rostros que, por docenas, por centenares, asedian el tapete verde. No veo absolutamente nada sucio en el deseo de ganar de prisa la mayor cantidad posible. Siempre me ha parecido absurda la idea de un moralista rentista que al argumento de que “se jugaba flojo” contestó: “Tanto peor, puesto que se obedece entonces un deseo mezquino y se gana menos. “ Como si la avidez no fuese siempre igual, cualquiera que sea el objeto. Todo es relativo en este mundo. ...

En la línea 263
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Habla usted perfectamente. Y presume que yo no sé sostener mi dignidad. Es decir, que siendo digno, no sé mantener esta dignidad. ¿Cree usted que puede ser así? Sí; todos los rusos somos así. Voy a explicárselo: su naturaleza, demasiado ricamente dotada les impide encontrar rápidamente una forma adecuada. En estas cuestiones lo más importante es la forma. La mayoría de los rusos estamos tan ricamente dotados que nos es preciso el genio para descubrir una forma conveniente. Ahora bien, frecuentemente estamos faltos de genio, que es cosa rara en general. Entre los franceses y en algunos otros europeos la forma está tan bien fijada que se puede aliar a la peor bajeza una dignidad extraordinaria. ...

En la línea 695
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Entonces, tanto peor. Pon doce. ...

En la línea 71
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... A Buck lo habían colocado a propósito entre Dave y Sol-leks para que pudiese aprender de ellos. Si él era un buen alumno, competentes eran sus maestros, que nunca lo dejaban persistir en el error y reforzaban sus enseñanzas con sus afilados dïentes. Dave era justo y muy sagaz. Nunca mordía a Buck sin motivo y nunca dejaba de hacerlo cuando hacía falta. Como lo respaldaba el látigo de François, Buck encontró que le salía más barato enmendarse que rebelarse. En una ocasión, durante un breve alto, quedó enredado en las correas y demoró la salida; Dave y Sol-leks se abalanzaron sobre él y le administraron una buena paliza. La consecuencia fue un enredo todavía peor, pero a partir de aquel momento Buck tuvo buen cuidado de mantener las correas en orden; y antes de que se acabara el día tenía tan dominada la maniobra que sus mentores casi dejaron de vigilarle. El látigo de François restallaba con menos frecuencia, y Perrault le hizo a Buck el honor de levantarle las patas para examinárselas con cuidado. ...

En la línea 83
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Por su parte, posiblemente porque adivinaba que Buck era un peligroso rival, Spitz nunca perdía la oportunidad de enseñarle los dientes. Incluso hacía lo imposible por bravuconear ante él, esforzándose constantemente por iniciar una pelea que sólo podría acabar con la muerte de uno de los dos. A poco de emprendido el viaje, tal cosa pudo haber ocurrido, de no ser por un inesperado accidente. Al final de aquel día habían instalado un precario campamento a orillas del lago Le Barge. Una violenta nevada, el viento, que cortaba como una cuchilla al rojo vivo, y la oscuridad los habían forzado a buscar a ciegas un lugar de acampada. Dificilmente podrían haber encontrado uno peor. A sus espaldas se levantaba una pared perpendicular de roca, y Perrault y François no tuvieron más remedio que hacer la hoguera y tender los sacos de dormir sobre el mismo hielo del lago. Se habían deshecho de la tienda en Dyea con el fin de viajar ligeros de peso. Unas pocas tablas sobrantes les proporcionaron un fuego que se hundió al derretirse el hielo dejándolos a oscuras para cenar. ...

En la línea 93
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... El correo meneó la cabeza en señal de duda. Con setecientos kilómetros aún por delante para llegar a Dawson, no se podía permitir una epidemia de rabia entre sus animales. Dos horas de juramentos y esfuerzo necesitó para poner los arneses en condiciones, tras lo cual, el equipo, aún agarrotado por las heridas, se puso en marcha, avanzando penosamente por el tramo más duro que habían encontrado hasta entonces, que, dicho sea de paso, era la parte peor del trayecto a Dawson. ...

En la línea 101
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Buck llegó tambaleándose junto al trineo, exhausto, con la respiración entrecortada, indefenso. Era la oportunidad de Spitz, que se abalanzó sobre el; dos veces hundió los dientes en su enemigo indefenso, desgarrando la carne hasta el hueso. Entonces le cayó encima el látigo de François, y Buck tuvo la satisfacción de contemplar cómo Spitz recibía la peor azotaina propinada hasta entonces a un perro del equipo. ...

En la línea 194
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... Me quedaría algo peor que un cadáver que se descompone y al fin se reduce a un poco de polvo: me quedaría un cadáver viviente, un ser que tendría el aspecto, el cuerpo, los gestos de la otra, pero que sólo sería su triste caricatura. ...

En la línea 3
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Tiene cada época sus luchas literarias, que a veces son batallas en toda la línea -como la empeñada entre clasicismo y romanticismo- y otras se concretan a un terreno parcial. O mucho me equivoco o este terreno es hoy la novela y el drama, y en el extranjero, la novela sobre todo. Reina en la poesía lírica, por ejemplo, libertad tal, que raya en anarquía, sin que nadie de ello se espante, mientras la escuela de noveladores franceses que enarbolan la bandera realista o naturalista, es asunto de encarnizada discusión y suscita tan agrias censuras como acaloradas defensas. Sus productos recorren el globo, mal traducidos, peor arreglados, pero con segura venta y número de ediciones incalculable. Es de buen gusto horrorizarse de tales engendros, y certísimo que el que más se horroriza no será por ventura el que menos los lea. Para el experto en cuestiones de letras, todo ello indica algo original y característico, fase nueva de un género literario, un signo de vitalidad, y por tal concepto, más reclama detenido examen que sempiterno desprecio o ciego encomio. ...

En la línea 45
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Tener hijas -concluyó el jesuita con su vaga sonrisa, adelantando el belfo labio, en mueca de benévolo desdén. Y añadió-: El peor aprieto es ser más terco que una mula, con perdón sea dicho, y creer que el pobre Padre Urtazu sólo entiende de sus piedras y de sus astros y de su microscopio, y es un bolonio, un simplón, para aconsejar en la vida… ...

En la línea 65
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Llamábase el visitante D. Aurelio Miranda, y desempeñaba en León uno de esos destinos que en España abundan, no por honoríficos peor retribuídos, y que sin imponer grandes molestias ni vigilias, abren las puertas de la buena sociedad, prestando cierta importancia oficial: género de prebendas laicas, donde se dan unidas las dos cosas que asegura el refrán no caber en un saco. Era Miranda de origen y familia burocrática, en la cual se transmitían y como vinculaban los elevados puestos administrativos, merced a especial maña y don de gentes perpetuado de padres a hijos, a no sé qué felina destreza en caer siempre de pie y a cierta delicada sobriedad en esto de pensar y opinar. Logró la estirpe de los Mirandas teñirse de matices apagados y distinguidos, sobre cuyo fondo, así podía colocarse insignia blanca, como roja divisa; de suerte, que ni hubo situación que no les respetase, ni radicalismo que con ellos no transigiera, ni mar revuelto o bonancible en que con igual fortuna no pescaran. El mozo Aurelio casi nació a la sombra protectora de los muros de la oficina: antes que bigote y barba tuvo colocación, conseguida por la influencia paterna, reforzada por la de los demás Mirandas. Al principio fue una plaza de menor cuantía, que cubriese los gastos de tocador y otras menudencias del chico, derrochador de suyo; en seguida vinieron más pingües brevas, y Aurelio siguió la ruta trillada ya por sus antecesores. Con todo esto, veíase que algo degeneraba en él la raza: amigo de goces, de ostentación y vanidades, faltabale a Aurelio el tino exquisito de no salir de mediano por ningún respecto, y carecía de la formalidad exterior, del compasado porte que a los Mirandas pasados acreditaba de hombres de seso y experiencia y madurez política. Comprendiendo sus defectos, trató Aurelio de beneficiarlos diestramente, y más de una blanca y pulcra mano emborronó por él perfumadas esquelas con eficaces recomendaciones para personajes de muy variada ralea y clase. Asimismo se declaró gran amigote y compinche de algunos prohombres políticos, entre ellos el don Fulano que ya conocemos. No habló jamás con ellos diez palabras seguidas que a política se refiriesen: contábales las noticias del día, el escándalo fresco, el último dicharacho y la más reciente caricatura; y de tal suerte, sin comprometerse con ninguno se vio favorecido y servido de todos. Agarrose, como nadador inexperto, a los hombros de tan prácticos buzos, y acá me sumerjo, y acullá me pongo a flote, fue sorteando los furiosos vendavales que azotaron a España, y continuando la tradición venerable de los Mirandas. Pero también la influencia se gasta y agota, y llegó un período en que, mermada la de Aurelio, no alcanzó a mantenerle en el único punto para él grato, en Madrid, y hubo de irse a vegetar a León, entre el Gobierno civil y la Catedral, edificios que ni uno ni otro le divertían. Lo que singularmente amargaba a Aurelio, era comprender que su decadencia administrativa nacía de otro decaimiento irreparable, a saber, el de su persona. Cumplida la cuarentena de años, faltábanle ya los billetitos de recomendación o por lo menos no eran tan calurosos: en los despachos de las notabilidades iba siendo su persona como un mueble más, y hasta él mismo sentía apagarse su facundia. La madurez se revelaba en él por un salto atrás; íbasele metiendo en el cuerpo la seriedad de los Mirandas; y de amable calavera, pasaba a hombre de peso. No del todo extrañas a tal metamorfosis debían ser algunas dolencias pertinaces, protesta del hígado contra el malsano régimen, mitad sedentario y mitad febril, tanto tiempo observado por Aurelio. Así es que, aprovechando la estancia en León, y los conocimientos y acierto singular de Vélez de Rada, dedicose a reparar las brechas de su desmantelado organismo; y la vida metódica y la formalidad creciente de sus maneras y aspecto, que en la corte la perjudicaban revelando que empezaba a ser trasto arrumbado y sin uso, sirviéronle en el timorato pueblo leonés de pasaporte, ganándole simpatías y fama de persona respetable y de responsabilidad y crédito. ...

En la línea 124
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Los méritos… los méritos… ¡vaya unos méritos! ¡Pch, pch! ¡Si es mérito ir todo sopladico, y enseñando diez centímetros de puño de camisa… y darla de mozalbete, estando peor que yo, (que canas tengo, pero al menos no se me cae la hoja! ...


El Español es una gran familia


la Ortografía es divertida

Busca otras palabras en esta web

Palabras parecidas a peor

La palabra bajaba
La palabra orejas
La palabra justificaba
La palabra gorro
La palabra laboriosa
La palabra mansedumbre
La palabra miedo

Webs Amigas:

Guía Bruselas . Ciclos Fp de informática en Guipúzcoa . Playas de Motril . - Hotel en Tenerife Alondras Park