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La palabra arrojando
Cómo se escribe

la palabra arrojando

La palabra Arrojando ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece arrojando.

Estadisticas de la palabra arrojando

La palabra arrojando no es muy usada pues no es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE

Más información sobre la palabra Arrojando en internet

Arrojando en la RAE.
Arrojando en Word Reference.
Arrojando en la wikipedia.
Sinonimos de Arrojando.


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece arrojando

La palabra arrojando puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 2265
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Ladraban los perros, cada vez más furiosos; entreabríanse las puertas de las alquerías y barracas, arrojando negras siluetas, que ciertamente no salían con las manos vacías. ...

En la línea 2345
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Sintió el herido que toda su sangre fluía a su corazón, que éste se detenía como paralizado algunos instantes, para después latir con más fuerza, arrojando a su rostro una oleada roja y ardiente. ...

En la línea 2392
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¿Qué luz deslumbrante iluminaba su estudi? Aún veía la boca del infierno, que era igual a la puerta de su cuarto, arrojando humo y rojizo resplandor. ...

En la línea 2404
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Ya ardía el techo de su cuarto, arrojando sobre la cama un ramillete de chispas. ...

En la línea 1437
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¿Y bien? -dijeron a una los tres mosqueteros al ver entrar a D'Ar tagnan con el sudor en la frente y el rostro alterado por la cólera-¡Y bien! -exclamó éste arrojando la espada sobre la cama-. ...

En la línea 8441
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... El astro pálido, pero sin embargo aún espléndido, se ponía en el horizonte empurpurando a la vez el cielo y el mar con bandas de fuego y arrojando sobre las tomes y l as viejas casas de la ciudad un último rayo de oro que hacía centellear los crista les como el reflejo de un incendio. ...

En la línea 9312
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... De pronto, el chirrido de una puerta que gira sobre sus goznes me hizo temblar; un globo de fuego apareció encima de la abertura guarnecida de vidrios del techo arrojando una viva luz en mi habitación y vislumbré con terror que un hombre estaba de pie a algunos pasos de mí. ...

En la línea 2777
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Estúvose un momento el agresor mirando gotear la sangre en el suelo, mientras la mujer levantaba en alto la mano herida; luego, arrojando un estruendoso juramento, salió corriendo del patio a la _plaza_. ...

En la línea 2783
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Muy cerca de una de estas hoyas estaba sentada una mujer, como de treinta años, vestida a lo labrador, con pulcritud; miraba fijamente al agua, arrojando a ella, de vez en cuando, flores y ramitas. ...

En la línea 3958
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... —¿Estoy rodeado de locos?—grité, y arrojando sobre la mesa una _peseta_ desaté el caballo e intenté ponerle el bocado, pero no lo conseguí. ...

En la línea 4116
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Era el mar un desierto azul brillante, del que, a intervalos, emergía la negra cabeza de un cachalote arrojando dos delgados chorros de agua. ...

En la línea 2726
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Teníala el caballero fuertemente asida por las espaldas, y, por estar tan ocupado en tenerla, no pudo acudir a alzarse el embozo, que se le caía, como, en efeto, se le cayó del todo; y, alzando los ojos Dorotea, que abrazada con la señora estaba, vio que el que abrazada ansimesmo la tenía era su esposo don Fernando; y, apenas le hubo conocido, cuando, arrojando de lo íntimo de sus entrañas un luengo y tristísimo ''¡ay!'', se dejó caer de espaldas desmayada; y, a no hallarse allí junto el barbero, que la recogió en los brazos, ella diera consigo en el suelo. ...

En la línea 5640
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y, apenas habían sentado el pie y puesto en ala con otros muchos criados suyos, cuando, acosado de los perros y seguido de los cazadores, vieron que hacia ellos venía un desmesurado jabalí, crujiendo dientes y colmillos y arrojando espuma por la boca; y en viéndole, embrazando su escudo y puesta mano a su espada, se adelantó a recebirle don Quijote. ...

En la línea 6038
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Eso Dios lo puede remediar -respondió Sancho-, porque sé más refranes que un libro, y viénenseme tantos juntos a la boca cuando hablo, que riñen por salir unos con otros, pero la lengua va arrojando los primeros que encuentra, aunque no vengan a pelo. ...

En la línea 8809
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —Toma —contestó Frígilis, arrojando desde lejos la prenda. ...

En la línea 545
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —¡El Banco a 175… ! —exclamó D. Baldomero pasándose la mano por la cabeza, y arrojando hacia el suelo una mirada fúnebre. ...

En la línea 1074
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... No tardó en venir Izquierdo, y echose fuera la estantigua aquella gitanesca, a quien Rafaela miraba con verdadero espanto, rezando mentalmente un Padre-nuestro porque se marchara pronto. Venía el bárbaro dando resoplidos, cual si le rindiera la fatiga de tanto negocio como entre manos traía, y arrojando su pavero en el rincón y limpiándose con un pañuelo en forma de pelota el sudor de la nobilísima frente, soltó este gruñido: «Vengo de en ca Bicerra… ¿Ustés me recibieron? Pues él tampoco… ¡el muy soplao, el muy… ! La culpa tengo yo que me rebajo a endividos tan… disinificantes». ...

En la línea 1303
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Érales difícil a las tres mujeres andar aprisa, por la mucha gente que venía calle abajo, caminando presurosa con la querencia del hogar próximo. Los obreros llevaban el saquito con el jornal; las mujeres algún comistrajo recién comprado; los chicos, con sus bufandas enroscadas en el cuello, cargaban rabeles, nacimientos de una tosquedad prehistórica o tambores que ya iban bien baqueteados antes de llegar a la casa. Las niñas iban en grupo de dos o de tres, envuelta la cabeza en toquillas, charlando cada una por siete. Cuál llevaba una botella de vino, cuál el jarrito con leche de almendra; otras salían de las tiendas de comestibles dando brincos o se paraban a ver los puestos de panderetas, dándoles con disimulo un par de golpecitos para que sonaran. En los puestos de pescado los maragatos limpiaban los besugos, arrojando las escamas sobre los transeúntes, mientras un ganapán vestido con los calzonazos negros y el mandil verde rayado berreaba fuera de la puerta: «¡Al vivo de hoy, al vivito!»… Enorme farolón con los cristales muy limpios alumbraba las pilas de lenguados, sardinas y pajeles, y las canastas de almejas. En las carnicerías sonaban los machetazos con sorda trepidación, y los platillos de las pesas, subiendo y bajando sin cesar, hacían contra el mármol del mostrador los ruidos más extraños, notas de misteriosa alegría. En aquellos barrios algunos tenderos hacen gala de poseer, además de géneros exquisitos, una imaginación exuberante, y para detener al que pasa y llamar compradores, se valen de recursos teatrales y fantásticos. Por eso vio Jacinta de puertas afuera pirámides de barriles de aceitunas que llegaban hasta el primer piso, altares hechos con cajas de mazapán, trofeos de pasas y arcos triunfales festoneados con escobones de dátiles. Por arriba y por abajo banderas españolas con poéticas inscripciones que decían: el Diluvio en mazapán, o Turrón del Paraíso terrenal… Más allá Mantecadas de Astorga bendecidas por Su Santidad Pío IX. En la misma puerta uno o dos horteras vestidos ridículamente de frac, con chistera abollada, las manos sucias y la cara tiznada, gritaban desaforadamente ponderando el género y dándolo a probar a todo el que pasaba. Un vendedor ambulante de turrón había discurrido un rótulo peregrino para anonadar a sus competidores los orgullosos tenderos de establecimiento. ¿Qué pondría? Porque decir que el género era muy bueno no significaba nada. Mi hombre había clavado en el más gordo bloque de aquel almendrado una banderita que decía: Turrón higiénico. Con que ya lo veía el público… El otro turrón sería todo lo sabroso y dulce que quisieran; mas no era higiénico. ...

En la línea 2025
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Estaba excitadísimo y tenía el rostro encendido. Doña Lupe no había visto nunca tanto brillo en aquellos ojos ni animación semejante en aquella cara. Cuando entre los dos hubieron recogido las piezas, la tía las envolvió en un número de La Correspondencia, y arrojando el paquete sobre la cómoda, dijo con soberano menosprecio: ...

En la línea 193
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Emprendieron su peregrinación, recorriendo la línea de vagones, en busca del departamento vacío. Halláronle, al fin no sin trabajo, y tomaron posesión de él, arrojando sus fardos en los almohadones. La luz opaca del farol, filtrándose a través de la cortinilla de azul tafetán; el gris uniforme y mate del forro, que parecía blanquecina colgadura; el silencio, la atmósfera reposada, sucediendo a la claridad brutal y a la confusa batahola del fondín, convidando estaban a apacible sueño y sosiego. Desabrochó Lucía la goma de su sombrero, colocándolo en la red. ...

En la línea 581
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Díjolo atrayendo a sí otra rama de mimbre que descortezó con las uñas, arrojando las tiras de película tierna al pantano, y mirando fijamente los círculos que en el agua abrían al caer. ...


la Ortografía es divertida

Errores Ortográficos típicos con la palabra Arrojando

Cómo se escribe arrojando o harrojando?
Cómo se escribe arrojando o arojando?
Cómo se escribe arrojando o arrrrojando?
Cómo se escribe arrojando o arrogando?

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