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La palabra seguida
Cómo se escribe

la palabra seguida

La palabra Seguida ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
El cuervo de Leopoldo Alias Clarín
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
Memoria De Las Islas Filipinas. de Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Niebla de Miguel De Unamuno
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Fantina Los miserables Libro 1 de Victor Hugo
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece seguida.

Estadisticas de la palabra seguida

Seguida es una de las palabras más utilizadas del castellano ya que se encuentra en el Top 5000, en el puesto 2275 según la RAE.

Seguida tienen una frecuencia media de 0.42 veces en cada libro en castellano

Esta clasificación se basa en la frecuencia de aparición de la seguida en 150 obras del castellano contandose 64 apariciones en total.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Seguida

Cómo se escribe seguida o zeguida?
Cómo se escribe seguida o sejuida?

Más información sobre la palabra Seguida en internet

Seguida en la RAE.
Seguida en Word Reference.
Seguida en la wikipedia.
Sinonimos de Seguida.


la Ortografía es divertida


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece seguida

La palabra seguida puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1157
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Juanón hablaba de velar con algunos compañeros a la muerta hasta la mañana siguiente. La familia podía dormir mientras tanto fuera de la gañanía, que bien necesitada estaba de ello. Pero la vieja gitana protestó. No quería que el cadáver estuviese más tiempo en Matanzuela. A Jerez en seguida. Lo llevarían en un carro, en un borrico, a hombros, si era preciso, entre ella y sus hijos. ...

En la línea 1311
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El señor Fermín se alegraba de esta solución. ¡Que le tuviesen entretenido mucho tiempo! ¡Que no volviese en un año! Conocía a Salvatierra, y estaba seguro de que, permaneciendo en Jerez, no tardaría mucho en estallar la insurrección de los hambrientos, seguida de una represión cruel y del presidio para don Fernando, tal vez por toda su vida. ...

En la línea 1361
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Tonta, ¡si es como agua! ¡Si aunque te ajumeres, esto se pasa en seguida!... ...

En la línea 1478
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --No, Fermín; por tu salú te lo pido. Haz algo por mí; ve en seguida y sacarás un alma de pena. Nada te dirán en el escritorio: esos señores te quieren; eres su niño mimao. ...

En la línea 94
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... De noche, en la cama, o tal vez mientras velaba a un moribundo, o cuando después seguía su cadáver camino del cementerio, se entretenía en componer aquellas «cuchufletas», según las llamaba siempre; las aprendía de memoria, daba en seguida la noticia del hallazgo a un amigo íntimo, diciéndole al oído: «Cayó una», y el amigo, delante de otros pocos íntimos, le decía: «Vamos, don Ángel, venga eso. ...

En la línea 722
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Vaya, esos trotacalles ¿no acaba rán de venir?-Si tenéis prisa, señor -dijo D'Artagnan a Athos con la misma simplicidad con que un instante antes le había propuesto posponer el duelo tres días-, si tenéis prisa y os place despacharme en seguida, no os preocupéis, os lo ruego. ...

En la línea 969
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... En seguida D'Artagnan dio un paso hacia atrás a su vez y levantó su espada; pero Bernajoux le gritó que no era nada, y tirándose ciegamente sobre él, se ensartó él mismo. ...

En la línea 997
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Se dirigió; pues, en seguida a su palacio, y se hizo anunciar. ...

En la línea 1106
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Sí, sí, que vengan en seguida; van a ser las ocho y a las nue ve espero una visita. ...

En la línea 375
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Entre ellos se hallará que en Agosto de 1797 se espidió un decreto en Manila previniendo no se hiciese novedad alguna en el particular; y posteriormente en distintas épocas se repitió lo propio; pero mas principalmente en 1819 se acordó por aquel gobierno, despues de oidos los señores fiscal y asesor, y el voto consultivo de la junta superior de hacienda, cesase desde luego la innovacion que se habia hecho de conducir al correo la correspondencia que de paises estranjeros y en buques de la misma clase y nacionales llegaba á las Islas, observándose la práctica hasta alli seguida, como se previno en el superior decreto de 16 de Agosto de 1797: todo conforme lo solicitado por varios vecinos de Manila y vocales del consulado. ...

En la línea 598
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Por la noche cené con don Jerónimo y su hermano; éste nos dejó en seguida para cumplir sus deberes de militar. ...

En la línea 660
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Se despertaron en seguida y comenzaron a preparar su desayuno, consistente en _sardinhas_ saladas, asadas en el rescoldo. ...

En la línea 764
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Llamamos, y un a modo de portero vino en seguida a preguntar lo que queríamos. ...

En la línea 1104
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Era innecesario, y así lo comprendí en seguida, azuzar a mi mula, pues con todas sus mataduras, reparada de la vista y coja, andaba ligera como el viento. ...

En la línea 7710
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... ¿No vees tú que, aplicando aquella palabra a mi intención, quiere significar que no tengo de ver más a Dulcinea? Queríale responder Sancho, cuando se lo estorbó ver que por aquella campaña venía huyendo una liebre, seguida de muchos galgos y cazadores, la cual, temerosa, se vino a recoger y a agazapar debajo de los pies del rucio. ...

En la línea 350
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... El rocío, que durante la primera parte de la noche había mojado las cubiertas con que nos tapábamos, habíase transformado en hielo a la mañana siguiente. Aunque la llanura parece horizontal, se eleva poco a poco, y nos hallábamos a 800 ó 900 pies sobre el nivel del mar. El 9 de septiembre por la mañana me aconseja el guía que suba a la estribación más próxima, la cual acaso me conduzca a los cuatro picos que coronan a plomo la montaña. Trepar sobre peñascales tan rugosos fatiga en extremo; las laderas de la montaña están cortadas tan hondamente, que con frecuencia se pierde en un minuto el camino andado en cinco. Llego, por fin, a la cima, pero para sufrir un gran desencanto; estaba al borde de un precipicio, en el fondo del cual hay un valle a nivel de la llanura, valle que corta la estribación transversalmente y me separa de los cuatro picos. Este valle es muy estrecho, pero muy plano, y forma un buen paso para los indios, pues hace comunicar entre sí los llanos que hay al norte y al sur de la cadena. Al bajar al valle para atravesarlo, veo dos caballos; en seguida me escondo entre las altas hierbas y examino con cuidado las cercanías; pero al no advertir señales de indios, comienzo mi segunda ascensión. Avanzaba ya el día; y esa parte de la montaña es tan escarpada y desigual como la otra. Llego por fin a la cima del segundo pico a las dos horas, pero no lo consigo sino con la mayor dificultad; en efecto, cada 20 metros sentía calambres en la parte superior de ambos muslos, hasta el punto de no saber si podría volver a bajar. También me fue preciso dar la `vuelta por otro camino, pues no me sentía con fuerzas para escalar de nuevo la montaña que había atravesado por la mañana. Por tanto, me vi obligado a renunciar a subir a los dos picos más altos. La diferencia de altura no es muy grande, y desde el punto de vista geológico sabía yo cuanto deseaba saber; por consiguiente, el resto no merecía otra nueva fatiga. Supongo que mis calambres eran efecto del gran cambio de acción muscular, el trepar mucho, después de una larga carrera a caballo. ...

En la línea 356
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Sea como fuere, aquella escena era enteramente nueva para mí; aparte de eso, tuve cierta emoción cuando creí ver presentarse indios. Sin embargo, el peligro no era muy terrible, puesto qué' mis dos acompañantes encendieron una gran hoguera, cosa que no se hace nunca cuando se teme la proximidad de los indios. Regresamos a nuestro campamento al caer la noche; y después de beber mucho mate y de fumar varios cigarros, en seguida me acosté. Soplaba con violencia un viento muy frío, lo cual no me impidió dormir mejor que nunca he dormido. ...

En la línea 1368
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... entras el barco busca un punto bien abrigado, desembarco yo en la isla de Quiriquina. intendente de esta provincia viene en seguida a buscarme para darme la noticia terrible del 20 de febrero; me dice que «no queda en pie ni una sola casa en Concepción, ni en Talcahuano (el puerto); que setenta pueblos han sido destruidos, y que una ola inmensa ha casi barrido las ruinas de Talcahuano» ...

En la línea 2372
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Con motivo de la discusión habida, varios jefes hicieron muchas preguntas al capitán Fitz-Roy sobre las leyes y costumbres internacionales, en particular acerca del trato usado con los barcos y los extranjeros. seguida comenzaba la discusión y muy poco después quedaban votadas las leyes ...

En la línea 364
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La mirada de este fue en seguida, rápida y rastrera, al confesonario de que salía el envidioso. ...

En la línea 1994
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —Ni gana, tía —dijo Anita sin poder contenerse, pesándole en seguida de haberlo dicho. ...

En la línea 2061
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... A solas en su alcoba algunas noches en que la tristeza la atormentaba, volvía a escribir versos, pero los rasgaba en seguida y arrojaba el papel por el balcón para que sus tías no tropezasen con el cuerpo del delito. ...

En la línea 2428
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pasaba revista a varios periódicos con febril ansiedad y desaparecía en seguida con un desengaño más en el alma. ...

En la línea 411
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Empezó a considerar muy lógica y puesta en razón cierta costumbre seguida por algunas parejas británicas y norteamericanas que él había conocido en París y la Costa Azul. Se amaban, pero tenían la certeza de que el amor no puede luchar a la larga con la monotonía del tiempo y necesita el auxilio del espacio para rehacerse con una separación momentánea. Todos los años estas parejas se partían, alejándose por algunos meses. Uno quedaba en Europa, el otro iba a América o a dar la vuelta al mundo. Se escribían como si fuesen novios y, transcurrido el plazo, tornaban a juntarse, con Ilusiones y entusiasmos nupciales. ¿Por qué no hacer lo mismo Rosaura y él?… ...

En la línea 448
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Rosaura volvió a mirarlo con una expresión irónica, y en seguida repuso ásperamente: ...

En la línea 513
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Y se dedicó a organizar su trabajo, lo mismo que si preparase un remedio. Alquiló una casa en las afueras de Madrid, llevando a ella libros y muebles que las andanzas de su vida le hacían hecho confiar a la custodia de varios amigos. Con repentino optimismo ideó la producción de varias obras literarias que llegarían a hacerse famosas. Indudablemente, su ruptura con Rosaura tenía algo de providencial. Iba a escribir en seguida la novela poemática del Papa Luna, contando sus aventuras pontificales de mar y tierra. Luego seguiría dedicándose al género novelesco, produciendo nuevas historias de la vida contemporánea. ...

En la línea 536
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Durante el verano sintió repetidas veces la necesidad de escribirle de nuevo: pero ahora fueron cartas largas, con evocaciones melancólicas del pasado, apuntando su deseo de implorar perdón v reteniéndose en seguida por miedo a la humildad del mencionado gesto. ...

En la línea 208
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Una palabra nada más, y en seguida me tiendo. ...

En la línea 314
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Volvió a decaer el interés mientras iban desfilando otros esclavos por parejas. Cada dos hombres llevaban entre ellos, lo mismo que si fuese un cartelón anunciador, una faja de papel impreso mucho más larga que alta. Todos estos carteles tenían una capa de grasa y de suciedad, en la que la vista microscópica de los pigmeos veía rebullir pequeñísimos monstruos del mundo microbiano. Los papeles estaban ornados de retratos de Hombres-Montañas completamente desconocidos por el profesor Flimnap. Todos ellos ostentaban la palabra 'Banco' y una cifra seguida de la palabra dolar. ...

En la línea 1706
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - ¿Está usted seguro de que el otro vapor sale en seguida para San Francisco? ...

En la línea 454
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Pasaba tiempo a veces sin que ninguno de los dos chistara, ella a un extremo del banco, él a cierta distancia, detrás, ora de rodillas, ora sentados. Estupiñá se aburría algunas veces por más que no lo declarase, y le gustaba que alguna beata rezagada o beato sobón le preguntara por la misa: «¿Se alcanza esta?». Estupiñá respondía que sí o que no de la manera más cortés, añadiendo siempre en el caso negativo algo que consolara al interrogador: «Pero esté usted tranquilo; va a salir en seguida la del padre Quesada, que es una pólvora… ». Lo que él quería era ver si saltaba conversación. ...

En la línea 493
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... »El día aquel fue día de pruebas para mí. Era un viernes de Dolores, y las siete espadas, señores míos, estaban clavadas aquí… Me pasaban como unos rayos por la frente. Una idea era lo que yo necesitaba, y más que una idea, valor, sí, valor para lanzarme… De repente noté que aquel valor tan deseado entraba en mí, pero un valor tremendo, como el de los soldados cuando se arrojan sobre los cañones enemigos… Trinqué la mantilla y me eché a la calle. Ya estaba decidida, y no crean, alegre como unas Pascuas, porque sabía lo que tenía que hacer. Hasta entonces yo había pedido a los amigos; desde aquel momento pediría a todo bicho viviente, iría de puerta en puerta con la mano así… Del primer tirón me planté en casa de una duquesa extranjera, a quien no había visto en mi vida. Recibiome con cierto recelo; me tomó por una trapisondista; pero a mí, ¿qué me importaba? Diome la limosna y, en seguida, para alentarme y apurar el cáliz de una vez, estuve dos días sin parar subiendo escaleras y tirando de las campanillas. Una familia me recomendaba a otra, y no quiero decir a ustedes las humillaciones, los portazos y los desaires que recibí. Pero el dichoso maná iba cayendo a gotitas a gotitas… Al poco tiempo vi que el negocio iba mejor de lo que yo esperaba. Algunos me recibían casi con palio; pero la mayor parte se quedaban fríos, mascullando excusas y buscando pretextos para no darme un céntimo. 'Ya ve usted, hay tantas atenciones… no se cobra… el Gobierno se lo lleva todo con las contribuciones… '. Yo les tranquilizaba. 'Un perro chico, un perro chico es lo que me hace falta'. Y aquí me daban el perro, allá el duro, en otra parte el billetito de cinco o de diez… o nada. Pero yo tan campante. ¡Ah!, señores, este oficio tiene muchas quiebras. Un día subí a un cuarto segundo, que me había recomendado no sé quién. La tal recomendación fue una broma estúpida. Pues señor, llamo, entro, y me salen tres o cuatro tarascas… ¡Ay, Dios mío, eran mujeres de mala vida!… Yo, que veo aquello… lo primero que me ocurrió fue echar a correr. 'Pero no—me dije—, no me voy. Veremos si les saco algo'. Hija, me llenaron de injurias, y una de ellas se fue hacia dentro y volvió con una escoba para pegarme. ¿Qué creen ustedes que hice? ¿Acobardarme? Quia. Me metí más adentro y les dije cuatro frescas… pero bien dichas… ¡bonito genio tengo yo… ! ¡Pues creerán ustedes que les saqué dinero! Pásmense, pásmense… la más desvergonzada, la que me salió con la escoba fue a los dos días a mi casa a llevarme un napoleón. ...

En la línea 554
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Aparisi, propietario y concejal de oficio, era un hombre que se preciaba de poner los puntos sobre las íes; pero con el marqués de Casa-Muñoz no le valía su suficiencia, porque este no toleraba imposiciones y era capaz de poner puntos sobre las haches. Había entre los dos una rivalidad tácita, que se manifestaba en la emulación para lanzar observaciones sintéticas sobre todas las cosas. Una mirada de profunda antipatía era lo único que a veces dejaba entrever el pugilato espiritual de aquellos dos atletas del pensamiento. Villalonga, que era observador muy picaresco, aseguraba haber descubierto entre Aparisi y Casa-Muñoz un antagonismo o competencia en la emisión de palabras escogidas. Se desafiaban a cuál hablaba más por lo fino, y si el marqués daba muchas vueltas al involucrar, al ad hoc, al sui generis y otros términos latinos, en seguida se veía al otro poniendo en prensa el cerebro para obtener frases tan selectas como la concatenación de las ideas. A veces parecía triunfante Aparisi, diciendo que tal o cual cosa era el bello ideal de los pueblos; pero Casa-Muñoz tomaba arranque y diciendo el desiderátum, hacía polvo a su contrario. ...

En la línea 573
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En seguida, cebáronse todos con furia en el tema suculento de la partida del Rey, y cada cual exponía sus opiniones con ínfulas de profecía, como si en su vida hubieran hecho otra cosa que vaticinar acertando. Villalonga estaba ya viendo a D. Carlos entrar en Madrid, y el marqués de Casa-Muñoz hablaba de ...

En la línea 227
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Una vez la atolondrada lady Juana le disparó a Tom una sencilla frase en griego. La perspicacia de lady Isabel vio, en la serena impasibilidad de la frente de Tom, que la flecha no había dado en el blanco, por lo cual soltó tranquilamente una retahíla de excelente griego relativa a Tom y en seguida desvió la conversación a otros asuntos. ...

En la línea 264
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Terminada su comida, se acercó un lord y le presentó un recipiente de oro, ancho y plano, lleno de fragante agua de rosas, para que se limpiarala boca y los dedos; y, a su lado, milord el mastelero hereditario permanecía de pie con una servilleta. Tom contempló el recipiente, perplejo por un momento, luego lo llevó a sus labios y bebió un sorbo gravemente. En seguida se la devolvió al lord y dijo: ...

En la línea 294
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¿Qué? ¡Tú aquí todavía! Por la gloria de Dios, si no vas en seguida a lo de ese traidor, tu mitra holgará mañana por falta de cabeza que adornar. ...

En la línea 380
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... La falúa real, seguida de su espléndida flotilla, se encaminó majestuosamente por el Támesis abajo entre la maraña de botes iluminados. El aire estaba cargado de música; y las orillas del río tremolando por la alegría de las llamaradas; la lejana ciudad se tendía en el suave resplandor luminoso de sus incontables hogueras invisibles; por encima de ella se elevaban al cielo muchas esbeltas espirales, incrustadas de luces centelleantes, que en su lejanía parecían enjoyadas lanzas arrojadas a lo alto. A medida que navegaba la flotilla, era saludada desde las márgenes con un continuo clamor de vivas e incesantes centellas y truenos de la artillería. ...

En la línea 1515
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Ve ahí por qué, amigo Paparrigópulos, así que me enamoré de una me sentí en seguida enamorado de todas las demás. ...

En la línea 1999
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Empezó hablándome de mis trabajos literarios y más o menos filosóficos, demostrando conocerlos bastante bien, lo que no dejó, ¡claro está!, de halagarme, y en seguida empezó a contarme su vida y sus desdichas. Le atajé diciéndole que se ahorrase aquel trabajo, pues de las vicisitudes de su vida sabía yo tanto como él, y se lo demostré citándole los más íntimos pormenores y los que él creía más secretos. Me miró con ojos de verdadero terror y como quien mira a un ser increííble; creí notar que se le alteraba el color y traza del semblante y que hasta temblaba. Le tenía yo fascinado. ...

En la línea 151
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Sabau! —llamó en seguida Sandokán—. Como fuiste el primero en saltar al junco detrás de mí, cuando haya muerto Patán tú le sucederás en el mando. ...

En la línea 233
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —El crucero está muy cerca, con todos sus fuegos encendidos —dijo Sandokán—. Está esperándonos. Pasaremos rasando la costa para confundirnos con la masa de los árboles y en seguida nos lanzaremos al mar. ...

En la línea 558
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... El pirata le ató fuertemente brazos y piernas con su propia faja. En seguida le quitó el sable y se lanzó al corredor. ...

En la línea 574
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... En seguida estallaron gritos de furor, acompañados de varias descargas de fusilería. Oficiales y soldados se lanzaron fuera del parque. ...

En la línea 353
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Conseil hizo un supremo esfuerzo y, apoyándose en mi hombro, mientras yo extraía fuerzas de una última convulsión, irguió medio cuerpo fuera del agua sobre la que cayó en seguida, agotado. ...

En la línea 361
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... A la débil luz de la luna que descendía por el horizonte vi una figura que no era la de Conseil y que reconocí en seguida. ...

En la línea 396
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... De repente, se produjo en el interior del barco un ruido de herrajes, que precedió a la apertura de una plancha por la que apareció un hombre que profirió un extraño grito antes de desaparecer en seguida. ...

En la línea 1069
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... En seguida, la hélice se puso en movimiento y la corredera acusó una velocidad de veinte millas por hora. ...

En la línea 61
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — ¿Dónde has estado, mico asqueroso? - preguntó la señora Joe dando una patada -. Dime inmediatamente qué has estado haciendo. No sabes el susto y las molestias que me has ocasionado. Si no hablas en seguida, lo voy a sacar de ese rincón y de nada te valdría que, en vez de uno, hubiese ahí cincuenta Pips y los protegieran quinientos Gargerys. ...

En la línea 74
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Advertí que era horroroso el esfuerzo de resolución necesario para realizar mi cometido. Era como si me hubiese propuesto saltar desde lo alto de una casa elevada o hundirme en una gran masa de agua. Y Joe, que, naturalmente, no sabía una palabra de mis propósitos, contribuyó a dificultarlos más todavía. En nuestra franca masonería ya mencionada, de compañeros de penas y fatigas, y en su bondadosa amistad hacia mí, había la costumbre, seguida todas las noches, de comparar nuestro modo respectivo de comernos el pan con manteca, exhibiéndolos de vez en cuando y en silencio a la admiración mutua, lo cual nos estimulaba para realizar nuevos esfuerzos. Aquella noche, Joe me invitó varias veces, mostrándome repetidamente su pedazo de pan, que disminuía con la mayor rapidez, a que tomase parte en nuestra acostumbrada y amistosa competencia; pero cada vez me encontró con mi amarilla taza de té sobre la rodilla y el pan con manteca, entero, en la otra. Por fin, ya desesperado, comprendí que debía realizar lo que me proponía y que tenía que hacerlo del modo más difícil, atendidas las circunstancias. Me aproveché del momento en que Joe acababa de mirarme y deslicé el pedazo de pan con manteca por la pernera de mi pantalón. ...

En la línea 90
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... La conciencia es una cosa espantosa cuando acusa a un hombre; pero cuando se trata de un muchacho y, además de la pesadumbre secreta de la culpa, hay otro peso secreto a lo largo de la pernera del pantalón, es, según puedo atestiguar, un gran castigo. El conocimiento pecaminoso de que iba a robar a la señora Joe - desde luego, jamás pensé en que iba a robar a Joe, porque nunca creía que le perteneciese nada de lo que había en la casa -, unido a la necesidad de sostener con una mano el pan con manteca mientras estaba sentado o cuando me mandaban que fuera a uno a otro lado de la cocina a ejecutar una pequeña orden, me quitaba la tranquilidad. Luego, cuando los vientos del marjal hicieron resplandecer el fuego, creí oír fuera de la casa la voz del hombre con el hierro en la pierna que me hiciera jurar el secreto, declarando que no podía ni quería morirse de hambre hasta la mañana, sino que deseaba comer en seguida. También pensaba, a veces, que aquel joven a quien con tanta dificultad contuvo su compañero para que no se arrojara contra mí, tal vez cedería a una impaciencia de su propia constitución o se equivocaría de hora, creyéndose ya con derecho a mi corazón y a mi hígado aquella misma noche, en vez de esperar a la mañana siguiente. Y si alguna vez el terror ha hecho erizar a alguien el cabello, esta persona debía de ser yo aquella noche. Pero tal vez nunca se erizó el cabello de nadie. ...

En la línea 116
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Si aquella noche pude dormir, sólo fue para imaginarme a mí mismo flotando río abajo en una marea viva de primavera y en dirección a los Pontones. Un fantástico pirata me llamó, por medio de una bocina, cuando pasaba junto a la horca, diciéndome que mejor sería que tomase tierra para ser ahorcado en seguida, en vez de continuar mi camino. Temía dormir, aunque me sentía inclinado a ello por saber que en cuanto apuntase la aurora me vería obligado a saquear la despensa. No era posible hacerlo durante la noche, porque en aquellos tiempos no se encendía la luz como ahora gracias a la sencilla fricción de un fósforo. Para tener luz habría tenido que recurrir al pedernal y al acero, haciendo así un ruido semejante al del mismo pirata al agitar sus cadenas. ...

En la línea 176
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑El panecillo blanco te lo traeré en seguida pero el salchichón… ¿No prefieres un plato de chtchis? Es de ayer y está riquísimo. Te lo guardé, pero viniste demasiado tarde. Palabra que está muy bueno. ...

En la línea 205
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Vete, Nastasia! ¡Vete, por el amor de Dios! Toma tus tres kopeks, pero vete en seguida; te lo ruego. ...

En la línea 230
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Ya te he dicho que Piotr Petrovitch se trasladará muy pronto a Petersburgo, adonde le llaman intereses importantísimos, pues quiere establecerse allí como abogado. Hace ya mucho tiempo que ejerce y acaba de ganar una causa importante. Si ha de trasladarse inmediatamente a Petersburgo es porque ha de seguir atendiendo en el senado a cierto trascendental asunto. Por todo esto, querido Rodia, este señor será para ti sumamente útil, y Dunia y yo hemos pensado que puedes comenzar en seguida tu carrera y considerar tu porvenir asegurado. ¡Oh, si esto llegara a realizarse! Sería una felicidad tan grande, que sólo la podríamos atribuir a un favor especial de la Providencia. Dunia sólo piensa en esto. Ya hemos insinuado algo a Piotr Petrovitch. Él, mostrando una prudente reserva, ha dicho que, no pudiendo estar sin secretario, preferiría, naturalmente, confiar este empleo a un pariente que a un extraño, siempre y cuando aquél fuera capaz de desempeñarlo. (¿Cómo no has de ser capaz de desempeñarlo tú?) Sin embargo, manifestó al mismo tiempo el temor de que, debido a tus estudios, no dispusieras del tiempo necesario para trabajar en su bufete. Así quedó la cosa por el momento, pero Dunia sólo piensa en este asunto. Vive desde hace algunos días en un estado febril y ha forjado ya sus planes para el futuro. Te ve trabajando con Piotr Petrovitch e incluso llegando a ser su socio, y eso sin dejar tus estudios de Derecho. Yo estoy de acuerdo en todo con ella, Rodia, y comparto sus proyectos y sus esperanzas, pues la cosa me parece perfectamente realizable, a pesar de las evasivas de Piotr Petrovitch, muy explicables, ya que él todavía no te conoce. ...

En la línea 262
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Dirigió una rápida mirada en torno de él como si buscase algo. Experimentaba la necesidad de sentarse. Su vista erraba en busca de un banco. Estaba en aquel momento en el bulevar K***, y el banco se ofreció a sus ojos, a unos cien pasos de distancia. Aceleró el paso cuanto le fue posible, pero por el camino le ocurrió una pequeña aventura que absorbió su atención durante unos minutos. Estaba mirando el banco desde lejos, cuando advirtió que a unos veinte pasos delante de él había una mujer a la que empezó por no prestar más atención que a todas las demás cosas que había visto hasta aquel momento en su camino. ¡Cuántas veces entraba en su casa sin acordarse ni siquiera de las calles que había recorrido! Incluso se había acostumbrado a ir por la calle sin ver nada. Pero en aquella mujer había algo extraño que sorprendía desde el primer momento, y poco a poco se fue captando la atención de Raskolnikof. Al principio, esto ocurrió contra su voluntad e incluso le puso de mal humor, pero en seguida la impresión que le había dominado empezó a cobrar una fuerza creciente. De súbito le acometió el deseo de descubrir lo que hacia tan extraña a aquella mujer. ...

En la línea 47
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Naturalmente, en seguida hablamos de negocios. Paulina se molestó mucho al ver que no le entregaba más que setecientos florines. Estaba persuadida de que en París habría podido empeñar sus diamantes por dos mil florines o tal vez más. ...

En la línea 77
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Mis preguntas no eran en modo alguno del agrado de Paulina. Comprendí, por el tono y la dureza de sus contestaciones, que deseaba irritarme; así se lo espeté en seguida. ...

En la línea 100
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Cuando, por primera vez en mi vida, puse los pies en la sala, permanecí algún tiempo dudando antes de jugar. Además, la gente paralizaba mis movimientos. Pero aunque hubiese estado solo habría ocurrido exactamente lo mismo. Creo que, en vez de jugar, quizá me habría salido en seguida. Lo confieso: el corazón me latía con violencia y no estaba tranquilo. Desde hacía tiempo estaba persuadido de que no saldría de Ruletenburg sin una aventura, sin que algo radical y definitivo se mezclase fatalmente a mi destino. Así debe ser y así será. ...

En la línea 118
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Parecíame que al comenzar por cuenta de Paulina aniquilaba mi propia suerte. ¿Es posible acercarse al tapete verde sin que la superstición se apodere en seguida de nosotros? Empecé por tomar cinco federicos, es decir, cincuenta florines, y los puse sobre el par. El disco empezó a girar y salió el trece. ...

En la línea 119
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... - En seguida. ...

En la línea 225
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... - ¿Es verdad? ¡Cómo! ¿Me recibís? ¿No me echáis? ¿A mí? ¿A un presidiario? ¿Y me llamáis caballero? ¿Y no me tuteáis? ¿Y no me decís: '¡sal de aquí, perro!' como acostumbran decirme? Yo creía que tampoco aquí me recibirían; por eso os dije en seguida lo que soy. ¡Oh, gracias a la buena mujer que me envió a esta casa voy a cenar y a dormir en una cama con colchones y sábanas como todo el mundo! ¡Una cama! Hace diecinueve años que no me acuesto en una cama. Sois personas muy buenas. Tengo dinero: pagaré bien. Dispensad, señor posadero: ¿cómo os llamáis? Pagaré todo lo que queráis. Sois un hombre excelente. Sois el posadero, ¿no es verdad? ...

En la línea 589
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Se avinieron en seguida, y al cabo de un minuto las niñas de la Thenardier jugaban con la recién llegada a hacer agujeros en el suelo. Las dos mujeres continuaron conversando. ...

En la línea 738
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Magdalena levantó la cabeza, encontró los ojos de halcón de Javert siempre fijos sobre él, vio a los aldeanos y se sonrió tristemente. En seguida sin decir una palabra se puso de rodillas, y en un segundo estaba debajo del carro. ...

En la línea 65
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Llamábase el visitante D. Aurelio Miranda, y desempeñaba en León uno de esos destinos que en España abundan, no por honoríficos peor retribuídos, y que sin imponer grandes molestias ni vigilias, abren las puertas de la buena sociedad, prestando cierta importancia oficial: género de prebendas laicas, donde se dan unidas las dos cosas que asegura el refrán no caber en un saco. Era Miranda de origen y familia burocrática, en la cual se transmitían y como vinculaban los elevados puestos administrativos, merced a especial maña y don de gentes perpetuado de padres a hijos, a no sé qué felina destreza en caer siempre de pie y a cierta delicada sobriedad en esto de pensar y opinar. Logró la estirpe de los Mirandas teñirse de matices apagados y distinguidos, sobre cuyo fondo, así podía colocarse insignia blanca, como roja divisa; de suerte, que ni hubo situación que no les respetase, ni radicalismo que con ellos no transigiera, ni mar revuelto o bonancible en que con igual fortuna no pescaran. El mozo Aurelio casi nació a la sombra protectora de los muros de la oficina: antes que bigote y barba tuvo colocación, conseguida por la influencia paterna, reforzada por la de los demás Mirandas. Al principio fue una plaza de menor cuantía, que cubriese los gastos de tocador y otras menudencias del chico, derrochador de suyo; en seguida vinieron más pingües brevas, y Aurelio siguió la ruta trillada ya por sus antecesores. Con todo esto, veíase que algo degeneraba en él la raza: amigo de goces, de ostentación y vanidades, faltabale a Aurelio el tino exquisito de no salir de mediano por ningún respecto, y carecía de la formalidad exterior, del compasado porte que a los Mirandas pasados acreditaba de hombres de seso y experiencia y madurez política. Comprendiendo sus defectos, trató Aurelio de beneficiarlos diestramente, y más de una blanca y pulcra mano emborronó por él perfumadas esquelas con eficaces recomendaciones para personajes de muy variada ralea y clase. Asimismo se declaró gran amigote y compinche de algunos prohombres políticos, entre ellos el don Fulano que ya conocemos. No habló jamás con ellos diez palabras seguidas que a política se refiriesen: contábales las noticias del día, el escándalo fresco, el último dicharacho y la más reciente caricatura; y de tal suerte, sin comprometerse con ninguno se vio favorecido y servido de todos. Agarrose, como nadador inexperto, a los hombros de tan prácticos buzos, y acá me sumerjo, y acullá me pongo a flote, fue sorteando los furiosos vendavales que azotaron a España, y continuando la tradición venerable de los Mirandas. Pero también la influencia se gasta y agota, y llegó un período en que, mermada la de Aurelio, no alcanzó a mantenerle en el único punto para él grato, en Madrid, y hubo de irse a vegetar a León, entre el Gobierno civil y la Catedral, edificios que ni uno ni otro le divertían. Lo que singularmente amargaba a Aurelio, era comprender que su decadencia administrativa nacía de otro decaimiento irreparable, a saber, el de su persona. Cumplida la cuarentena de años, faltábanle ya los billetitos de recomendación o por lo menos no eran tan calurosos: en los despachos de las notabilidades iba siendo su persona como un mueble más, y hasta él mismo sentía apagarse su facundia. La madurez se revelaba en él por un salto atrás; íbasele metiendo en el cuerpo la seriedad de los Mirandas; y de amable calavera, pasaba a hombre de peso. No del todo extrañas a tal metamorfosis debían ser algunas dolencias pertinaces, protesta del hígado contra el malsano régimen, mitad sedentario y mitad febril, tanto tiempo observado por Aurelio. Así es que, aprovechando la estancia en León, y los conocimientos y acierto singular de Vélez de Rada, dedicose a reparar las brechas de su desmantelado organismo; y la vida metódica y la formalidad creciente de sus maneras y aspecto, que en la corte la perjudicaban revelando que empezaba a ser trasto arrumbado y sin uso, sirviéronle en el timorato pueblo leonés de pasaporte, ganándole simpatías y fama de persona respetable y de responsabilidad y crédito. ...

En la línea 200
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Pierde cuidado -contestó Miranda riéndose-. Vuelvo en seguida. ...

En la línea 908
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Retrocedió Pilar desorientada; y riéndose en seguida con su cínico reír, exclamó: ...

En la línea 1189
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... En seguida, y con presteza no menor, fue a la mesa, y tomando el candelero y entregándoselo a Ignacio, dijo en voz entera y tranquila: ...

En la línea 250
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... El inspector volvió al muelle y se dirigió con celeridad al despacho del cónsul; en seguida, por petición suya, urgente, fue introducido a la presencia de dicho funcionario. ...

En la línea 513
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Mister Fogg se acercó de nuevo al indio, cuyos ojuelos encendidos por la codicia dejaron ver que no se trataba para él sino de una cuestión de precio. Phileas Fogg ofreció sucesivamente mil doscientas libras, después mil quinientas, en seguida mil ochocientas, y por último dos mil. Picaporte, tan coloradote de ordinario, estaba pálido de emoción. ...

En la línea 782
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Picaporte siguió con actitud compungida a mister Fogg, que había ofrecido su brazo a la joven. Fix esperaba todavía que el ladrón no se decidiera a perder la suma de dos mil libras y que cumpliría sus ocho días de cárcel. Echó, pues, a andar tras de mister Fogg. Tomó éste un coche, en el cual Aouida, Picaporte y él subieron en seguida. Fix corrió detrás del coche, que se detuvo en uno de los muelles. ...

En la línea 1361
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... En 1862 fue cuando, a pesar de la oposición de los diputados del Sur, que querían una línea más meridional, se fijó el trazado del ferrocarril entre los 41 y 42 grados de latitud. El presidente Lincoin, de tan sentida memoria, fijó, por sí mismo, en el Estado de Nebraska, la ciudad de Omaha, como cabeza de línea del nuevo camino. Los trabajos comenzaron en seguida, y se prosiguieron con esa actividad americana, que no es papelera ni oficinesca. La rapidez de la mano de obra no debía, en modo alguno, perjudicar la buena ejecución del camino. En el llano se avanzaba a razón de milla y media por día. Una locomotora, rodando sobre los raíles de la víspera, traía los del día siguiente y corría sobre ellos a medida que se iban colocando. ...

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