La palabra Miserias ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece miserias.
Estadisticas de la palabra miserias
Miserias es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 13871 según la RAE.
Miserias aparece de media 5.05 veces en cada libro en castellano.
Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la miserias en las obras de referencia de la RAE contandose 767 apariciones .
Más información sobre la palabra Miserias en internet
Miserias en la RAE.
Miserias en Word Reference.
Miserias en la wikipedia.
Sinonimos de Miserias.

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece miserias
La palabra miserias puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1654
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y mascullando sus terribles profecías, el pastor se alejó detrás de sus ovejas, camino del pueblo, mientras aconsejaba al pobre Batiste que se marchase también, pero lejos, muy lejos, donde no tuviera que ganar el pan luchando contra el odio de tantas miserias coligadas. ...
En la línea 220
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡Ay! De los azares que el señor Fermín había corrido en su vida, de las miserias en presidio, entre gentes de todos los países, que se mataban con las cucharas afiladas para entretener el ocio del encierro; del miedo que tuvo a ser fusilado cuando lo prendieron después de derrotada la partida, nada recordaba con tanta tristeza como las tres veces que lo sorprendieron los carabineros, casi a las puertas de la ciudad, cuando ya se creía en salvo, quitándole lo que llevaba varias noches sobre sus espaldas. ¡Y luego, cuando vendía su tabaco a las gentes desocupadas, a los señores de los casinos y los cafés, aún le regateaban algunos céntimos! ¡Ay; si supieran lo que costaban aquellos paquetes, duros como ladrillos, en los que parecían haberse solidificado los sudores de una fatiga de bestia y los escalofríos del miedo!... ...
En la línea 772
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Me retiré, Fermín, y no me arrepiento. Aún quedan muchos de los que fueron mis compañeros de miserias y entusiasmos, que siguen fieles al pasado con una consecuencia que es testarudez. Pero ellos han nacido para héroes y yo no soy más que un hombre que considera el comer como la primera función de la vida... Además, me cansé de escribir por la gloria y las ideas, de sudar para los demás y vivir en perpetua pobreza. Un día me dije que sólo se puede trabajar para ser grande hombre o para comer. ...
En la línea 878
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --¡Ah, Jerez! ¡Jerez!--dijo el rebelde.--¡Ciudad de millonarios, rodeada de una horda inmensa de mendigos!... Lo extraño es cómo estás ahí, tan blanca y tan bonita, riendo de todas las miserias, sin que te hayan prendido fuego... ...
En la línea 1202
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Los hombres admiraban la energía de su carácter, el estoicismo con que hacía frente a las persecuciones y las miserias físicas. Pero esto era sólo en las luchas con los hombres: ante el misterio de la Muerte invencible, cruel, inevitable, toda su energía se derrumbaba. ...
En la línea 5036
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Athos escuchó sin pestañear; luego, cuando hubo acabado:-Miserias todo eso -dijo Athos-, miserias. ...
En la línea 5038
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¡Siempre decís miserias,mi querido Athos! - dijo D'Artagnan -. ...
En la línea 8390
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... La vida es un rosario de pequeñas miserias que el filósofo des grana riendo. ...
En la línea 2005
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Era extremada la depresión del tono de su voz, melancólico el aire de sus morenas facciones, y, en general, tenía todo el aspecto de una persona que, para librarse de las miserias de esta vida, medita el acto de suma desesperanza: el suicidio. ...
En la línea 2531
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... A todas horas llegaban bandadas de fugitivos aterrorizados, que referían nuevos desastres y miserias; lo único que me sorprendía era que el enemigo no se presentase, y con la toma de Madrid, que estaba casi a merced suya, no pusiese fin a la guerra de una vez. ...
En la línea 4634
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... —_Och, lieber Herr_—dijo Benedicto—, ¡qué alegría tan grande verle a usted! ¡Oh! Sólo con verle a usted la cara estoy casi pagado de todas las miserias que he sufrido desde que me separé de usted en Santiago. ...
En la línea 4731
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Sepa usted, _mon maître_, que estas guerras de carlistas y _cristinos_ han causado muchas miserias y desventuras en este país; pero no creo que haya en toda España persona tan plenamente desdichada como ese pobre y joven caballero de la posada; todas sus desventuras provienen del espíritu de partido y de facción que en estos últimos tiempos prevalecía tanto. ...
En la línea 3731
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... El primer cura dio al segundo, en dos razones, cuenta de quién era don Quijote, y así él como toda la turba de los diciplinantes fueron a ver si estaba muerto el pobre caballero, y oyeron que Sancho Panza, con lágrimas en los ojos, decía: -¡Oh flor de la caballería, que con solo un garrotazo acabaste la carrera de tus tan bien gastados años! ¡Oh honra de tu linaje, honor y gloria de toda la Mancha, y aun de todo el mundo, el cual, faltando tú en él, quedará lleno de malhechores, sin temor de ser castigados de sus malas fechorías! ¡Oh liberal sobre todos los Alejandros, pues por solos ocho meses de servicio me tenías dada la mejor ínsula que el mar ciñe y rodea! ¡Oh humilde con los soberbios y arrogante con los humildes, acometedor de peligros, sufridor de afrentas, enamorado sin causa, imitador de los buenos, azote de los malos, enemigo de los ruines, en fin, caballero andante, que es todo lo que decir se puede! Con las voces y gemidos de Sancho revivió don Quijote, y la primer palabra que dijo fue: -El que de vos vive ausente, dulcísima Dulcinea, a mayores miserias que éstas está sujeto. ...
En la línea 6645
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Vistióse, en fin, y poco a poco, porque estaba molido y no podía ir mucho a mucho, se fue a la caballeriza, siguiéndole todos los que allí se hallaban, y, llegándose al rucio, le abrazó y le dio un beso de paz en la frente, y, no sin lágrimas en los ojos, le dijo: -Venid vos acá, compañero mío y amigo mío, y conllevador de mis trabajos y miserias: cuando yo me avenía con vos y no tenía otros pensamientos que los que me daban los cuidados de remendar vuestros aparejos y de sustentar vuestro corpezuelo, dichosas eran mis horas, mis días y mis años; pero, después que os dejé y me subí sobre las torres de la ambición y de la soberbia, se me han entrado por el alma adentro mil miserias, mil trabajos y cuatro mil desasosiegos. ...
En la línea 6645
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Vistióse, en fin, y poco a poco, porque estaba molido y no podía ir mucho a mucho, se fue a la caballeriza, siguiéndole todos los que allí se hallaban, y, llegándose al rucio, le abrazó y le dio un beso de paz en la frente, y, no sin lágrimas en los ojos, le dijo: -Venid vos acá, compañero mío y amigo mío, y conllevador de mis trabajos y miserias: cuando yo me avenía con vos y no tenía otros pensamientos que los que me daban los cuidados de remendar vuestros aparejos y de sustentar vuestro corpezuelo, dichosas eran mis horas, mis días y mis años; pero, después que os dejé y me subí sobre las torres de la ambición y de la soberbia, se me han entrado por el alma adentro mil miserias, mil trabajos y cuatro mil desasosiegos. ...
En la línea 7562
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Ningún dolor -replicó Sancho- llegó a la afrenta de las mamonas, no por otra cosa que por habérmelas hecho dueña, que confundidas sean; y torno a suplicar a vuesa merced me deje dormir, porque el sueño es alivio de las miserias de los que las tienen despiertas. ...
En la línea 10377
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Ana vivía ahora de una pasión; tenía un ídolo y era feliz entre sobresaltos nerviosos, punzadas de la carne enferma, miserias del barro humano de que, por su desgracia, estaba hecha. ...
En la línea 11108
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Creyó al principio que su pasión noble, sublime, le levantaría cien codos sobre todas aquellas miserias, pero el oleaje de la falsa indignación pública salpicaba su alma, llegaba tan arriba como su deliquio sin nombre; y la ira le borraba del cerebro muchas veces las más puras ideas, las impresiones más dulces y risueñas. ...
En la línea 15227
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Álvaro —seguía pensando Ana —había hecho mal en revelarle aquellas miserias, en hacer traición a Quintanar, por indigno que este fuera, y sobre todo en avergonzarla a ella con las aventuras ridículas y repugnantes del viejo. ...
En la línea 15650
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¡Y a todo esto sin poder menear pie ni mano, muerto de sueño, aborreciendo la vigilia que presentaba tales miserias, tanta desgracia, que iba a durar ya siempre!. ...
En la línea 3669
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «¡Probrecilla!—dijo Rubín, echando los terrones de azúcar en el vaso, con aquella pausa que constituía un verdadero placer—. Dice usted que pasando miserias y muy arrepentida… ¡Cuánto se habrá desmejorado!». ...
En la línea 5225
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Nada, hijo, que la mataremos.—Me gusta verte así. ¿Hay nada más hermoso que la muerte? ¡Morir, acabar de penar, desprenderse de todas estas miserias, de tantos dolores y de toda la inmundicia terrenal! ¿Hay nada que pueda compararse a este bien supremo?… ¿Concibe el alma nada más sublime? ...
En la línea 5300
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Había resuelto Fortunata, de acuerdo con su tía Segunda, albergarse en la casa de esta, que vivía otra vez en la Cava. Allá se encaminó desde la calle de Don Pedro, y antes de entrar en el portal de la pollería, el mismo portal y el mismo edificio donde tuvo principio la historia de sus desdichas, una vecina le dijo que Segunda estaba en el puesto de la plazuela, comiendo con unas amigas. Fuese allá, y vio a su tía con otras dos tarascas junto a una mesilla, comiendo un guiso de cordero en platos de Talavera. Jarro de vino y botijo de agua completaban el servicio. Las tres damas estaban con los moños al aire, hablando a un tiempo en alta voz, con ese desparpajo y esa independencia de modales que caracterizan a los vendedores ambulantes que viven siempre al aire libre, y tienen la voz hecha a la gritería de los pregones. Segunda Izquierdo era una mujer corpulenta y con la cara arrebatada, el pelo entrecano. Se parecía bastante a su hermano José; pero no conservaba tan bien como este la hermosura de aquella raza de gente guapa, porque las miserias, las enfermedades y la vida aperreada de los últimos años habían hecho efectos devastadores en su cara y cuerpo. Los que trataron a Segunda en su edad de oro, apenas la conocían ya, porque su cara estaba toda llena de costurones, y en el cuello y quijada inferior llevaba unas rúbricas que daban fe de otros tantos abcesos tratados quirúrgicamente. El ojo derecho no estaba ya todo lo abierto que debía, a causa de una rija, y el párpado inferior del mismo había adquirido notoria semejanza con un tomate, a consecuencia de la aplicación de un puño cerrado, de lo que resultó una inflamación que vino a parar en endurecimiento. Ni aun su hermosa dentadura conservaba Segunda, pues un año hacía que empezaban a emigrar las piezas unas tras otras. El cuerpo se iba pareciendo al de una vaca que se pusiera en dos pies. ...
En la línea 5480
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Así me gusta. Esto se llama ser filósofo en toda la extensión de la palabra, y elevarse sobre las miserias humanas—dijo la viuda con emoción verdadera o falsa—. No vuelvas a acordarte más del santo de su nombre… ...
En la línea 1013
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Así pasaron varios días, y todas las miserias de aquella vida errante y toda la fatiga y sordidez y toda la mezquindad y vulgaridad de ella, llegaron a ser poco a poco tan intolerables para el cautivo, que éste empezó a decirse que el haberse librado del cuchillo del ermitaño no era al fin y al cabo sino, cuando más, un respiro temporal concedido por la muerte. ...
En la línea 4863
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Hacía tiempo que llevaba la enfermedad en incubación, pero no era la horrible vida del presidio, ni los trabajos forzados, ni la alimentación, ni la vergüenza de llevar la cabeza rapada e ir vestido de harapos lo que había quebrantado su naturaleza. ¡Qué le importaban todas estas miserias, todas estas torturas! Por el contrario, se sentía satisfecho de trabajar: la fatiga física le proporcionaba, al menos, varias horas de sueño tranquilo. ¿Y qué podía importarle la comida, aquella sopa de coles donde nadaban las cucarachas? Cosas peores había conocido en sus tiempos de estudiante. Llevaba ropas de abrigo adaptadas a su género de vida. En cuanto a los grilletes, ni siquiera notaba su peso. Quedaba la humillación de llevar la cabeza rapada y el uniforme de presidiario. Pero ¿ante quién podía sonrojarse? ¿Ante Sonia? Sonia le temía. Además, ¿qué vergüenza podía sentir ante ella? Sin embargo, enrojecía al verla y, para vengarse, la trataba grosera y despectivamente. ...

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Errores Ortográficos típicos con la palabra Miserias
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