La palabra Manta ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece manta.
Estadisticas de la palabra manta
Manta es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 7899 según la RAE.
Manta aparece de media 10.49 veces en cada libro en castellano.
Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la manta en las obras de referencia de la RAE contandose 1594 apariciones .

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece manta
La palabra manta puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 704
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Los empujaba luego hasta dejarlos plantados a pocos pasos de los jueces, con la manta doblada sobre las manos; y si andaban remisos en descubrirse, de dos repelones les arrancaba el pañuelo de la cabeza. ...
En la línea 440
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Rafael miraba al acompañante del buhonero creyendo reconocerle, pero sin determinar en su memoria quién era. Caminaba con las manos en los bolsillos, el cuello de la chaqueta levantado y el sombrero sobre las cejas, chorreando agua por todos los extremos de su traje, encogiéndose estremecido de frío, sin una manta como su camarada. Pero, a pesar de esto, marchaba sin precipitación como si no le molestasen la lluvia y el viento que combatían su débil persona. ...
En la línea 637
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El encontronazo fue terrible: el hombre vaciló, tirando de su manta en la que había hecho presa uno de los mastines. Pero, de repente, cesaron éstos de rugir, de revolverse en torno de él buscando sitio para hincar sus colmillos, y se colocaron a su lado escoltándolo y acogiendo con ronquidos de satisfacción el roce de sus manos. ...
En la línea 639
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Rafael se detuvo un momento en la plazoleta, para reponerse de este encuentro. Se arregló la manta sobre los hombros y cerró la navaja que había sacado para hacer frente a las hurañas bestias. ...
En la línea 1742
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y arrebujándose en la manta, apoyó la espalda en la columna de un farol, quedando inmóvil, en una actitud que revelaba desaliento. ...
En la línea 5284
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... El lecho común de los huéspedes de estos calabozos era el suelo, sin que entre él y sus cuerpos se interpusiese nada, salvo a veces una _manta_ o un delgado jergón; pero este último lujo era rarísimo. ...
En la línea 7017
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Dentro de cada caja, frente al mostrador, y a unos tres pies del suelo, se ocultaba un ser humano con una manta sobre los hombros, un sucio turbante en la cabeza, y calzones andrajosos, que les llegaban hasta la rodilla, aunque me parece que algunos prescindían por completo de ellos. ...
En la línea 7022
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... En medio del _soc_, sobre las piedras, había pirámides de melones y _sandías_, y también banastas llenas de otras clases de frutas, expuestas para la venta, en tanto las redondas hogazas yacían en el suelo acá y allá, y a su lado, sentados sobre las piernas cruzadas, los seres de más extraña apariencia que una imaginación descarriada puede concebir, cubierta la cabeza con un enorme sombrero de paja, lo menos de dos yardas de circunferencia, cuyas alas caídas ocultaban por completo el rostro, mientras el tronco aparecía envuelto en una manta, de la que a veces salían unos dedos y brazos descarnados. ...
En la línea 973
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Si eso sabía vuestra merced -replicó Sancho-, ¡mal haya yo y toda mi parentela!, ¿para qué consintió que lo gustase? En esto, hizo su operación el brebaje, y comenzó el pobre escudero a desaguarse por entrambas canales, con tanta priesa que la estera de enea, sobre quien se había vuelto a echar, ni la manta de anjeo con que se cubría, fueron más de provecho. ...
En la línea 994
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Quiso la mala suerte del desdichado Sancho que, entre la gente que estaba en la venta, se hallasen cuatro perailes de Segovia, tres agujeros del Potro de Córdoba y dos vecinos de la Heria de Sevilla, gente alegre, bien intencionada, maleante y juguetona, los cuales, casi como instigados y movidos de un mesmo espíritu, se llegaron a Sancho, y, apeándole del asno, uno dellos entró por la manta de la cama del huésped, y, echándole en ella, alzaron los ojos y vieron que el techo era algo más bajo de lo que habían menester para su obra, y determinaron salirse al corral, que tenía por límite el cielo. ...
En la línea 995
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y allí, puesto Sancho en mitad de la manta, comenzaron a levantarle en alto y a holgarse con él como con perro por carnestolendas. ...
En la línea 1087
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Tienes mucha razón, Sancho -dijo don Quijote-; mas, para decirte verdad, ello se me había pasado de la memoria; y también puedes tener por cierto que por la culpa de no habérmelo tú acordado en tiempo te sucedió aquello de la manta; pero yo haré la enmienda, que modos hay de composición en la orden de la caballería para todo. ...
En la línea 505
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Una tarde vi llegar a un domador (de caballos), que venía con objeto de domar algunos potros. Voy a describir en pocas palabras las operaciones preparatorias, pues creo que hasta ahora no las ha descrito ningún viajero. Se hace entrar en un corral un grupo de potros cerriles y luego se cierra la puerta. Casi siempre; un solo hombre se encarga de montar un caballo que nunca tuvo silla ni rienda; creo que sólo un gaucho puede conseguir ese resultado. El gaucho elige un potro de buena estampa; y en el momento en que el caballo galopa alrededor del circo, le echa su lazo de modo que rodee las dos patas delanteras del animal. El caballo cae inmediatamente; y mientras se revuelca por el suelo, el gaucho gira en torno a él con el lazo tirante, de modo que rodee una de las patas traseras del animal y la acerque lo más posible a las delanteras; luego ata las tres juntas con el lazo. Siéntase entonces en el cuello del caballo y le ata la quijada inferior con un ronzal fuerte, pero sin ponerle bocado; esa brida la sujeta pasando por los ojetes en que termina una tira de cuero muy fuerte, que arrolla varias veces alrededor de la mandíbula y de la lengua. Hecho esto, ata las dos extremidades torácicas del caballo con una fuerte tira de cuero con un nudo corredizo; entonces quita el lazo que retenía las tres patas del potro, y este último se levanta con dificultad. El gaucho agarra la rienda fija en la mandíbula inferior del caballo y le saca fuera del corral. Si hay otro hombre allí (pues de lo contrario es mucho más difícil la operación), éste sujeta la cabeza del animal mientras el primero le pone manta, silla y cincha. ...
En la línea 2414
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Preguntándole cómo era que iba tan sucio: «¿Pero no ve usted, me respondió con extrañeza, que es una camisa vieja?» Algunos llevan camisa, pero la costumbre general del país es una manta grande y muy sucia que llevan sobre los hombros con poquísima gracia ...
En la línea 1096
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La respiración de la Regenta era fuerte, frecuente; su nariz palpitaba ensanchándose, sus ojos tenían fulgores de fiebre y estaban clavados en la pared, mirando la sombra sinuosa de su cuerpo ceñido por la manta de colores. ...
En la línea 4914
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Entró en la alcoba, dejando las puertas de cristales abiertas, y se puso a levantar la cama, operación que consistía en sacudir las almohadas y los colchones, doblar las sábanas y la colcha y guardarlas entre colchón y colchón, tender una manta sobre el lecho y colocar una sobre otras las almohadas sacudidas, pero sin funda. ...
En la línea 1224
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El profesor tuvo que retirarse sin poder hablar a su antiguo protegido. Únicamente por los periodistas tuvo noticias de su nueva existencia. Dormía sobre la arena de la playa, sin una manta que le sirviera de lecho, sin una lona que le defendiese del rocío de la noche. ¡Como debía acordarse el pobre gentleman de su cama mullida, allá en la Galería de la Industria, que el presidente de su Comité hacia preparar todas las noches con tanta minuciosidad!… ...
En la línea 601
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Si todo lo que les pasa a las personas superiores mereciera una efeméride, es fácil que en una hoja de calendario americano, correspondiente a Diciembre del 73, se encontrara este parrafito: «Día tantos: fuerte catarro de Juanito Santa Cruz. La imposibilidad de salir de casa le pone de un humor de doscientos mil diablos». Estaba sentado junto a la chimenea, envuelto de la cintura abajo en una manta que parecía la piel de un tigre, gorro calado hasta las orejas, en la mano un periódico, en la silla inmediata tres, cuatro, muchos periódicos. Jacinta le daba bromas por su forzada esclavitud, y él, hallando distracción en aquellas guasitas, hizo como que le pegaba, la cogió por un brazo, le atenazó la barba con los dedos, le sacudió la cabeza, después le dio bofetadas, terribles bofetadas, y luego muchísimos porrazos en diferentes partes del cuerpo, y grandes pinchazos o estocadas con el dedo índice muy tieso. Después de bien cosida a puñaladas, le cortó la cabeza segándole el pescuezo, y como si aún no fuera bastante sevicia, la acribilló con cruelísimas e inhumanas cosquillas, acompañando sus golpes de estas feroces palabras: «¡Qué guasoncita se me ha vuelto mi nena!… Voy yo a enseñar a mi payasa a dar bromitas, y le voy a dar una solfa buena para que no le queden ganas de… ». ...
En la línea 712
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Porque la señora doña Guillermina, que es tan buena, nos socorrió con bonos de carne y pan, y a Nicanora le dio una manta, que nos viene como bendición de Dios, porque en la cama nos abrigábamos con toda mi ropa y la suya puesta sobre las sábanas… ...
En la línea 749
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Hazme el favorcito de ponerme otra manta. Creo que me he enfriado algo». ...
En la línea 750
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Jacinta fue a buscar la manta. Por el camino decía: «En Sevilla me contó que había hecho diligencias por socorrerla. Quiso verla y no pudo. Murió mamá, pasó tiempo; no supo más de ella… Como Dios es mi padre, yo he de saber lo que hay de verdad en esto, y si… (se ahogaba al llegar a esta parte de su pensamiento) si es verdad que los hijos que no le nacen en mí le nacen en otra… ». ...
En la línea 818
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Estos y otros mil gritos estallaron a un tiempo, y, casi antes de que la pobre victima pudiera tomar aliento, viose coronada con una jofaina de peltre, envuelta en una manta en jirones, entronizada sobre un tonel y provista, a guisa de cetro, del soldador del calderero. Luego todos se hincaron en tomo de él y prorrumpieron en un coro de sarcásticos gemidos y de burlonas súplicas, mientras se enjugaban los ojos con las mangas o con los delantales mugrientos y andrajosos. ...
En la línea 1027
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Llenóse de alegría el corazón del rey, que podía ya escaparse si la empresa de Hugo le llevara algo lejos; pero no había de tener semejante suerte. Hugo se deslizó detrás de la mujer, le arrebató el lío y volvió corriendo y envolviéndole en un pedazo de manta vieja que llevaba al brazo. La mujer prorrumpió en gritos no bien sintió la pérdida por la disminución de peso, aunque no se había dado cuenta del hurto. Hugo, sin detenerse, puso el lío en las manos del rey, diciéndole: ...
En la línea 1030
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... El ofendido rey arrojó el envoltorio al suelo y la manta se le cayó en el momento de llegar la mujer, seguida de una tumultuosa muchedumbre. La mujer agarro con una mano la muñeca de Eduardo, asió el envoltorio con la otra y empezó a insultar al niño, que luchaba sin éxito por desasirse de sus manos. Hugo había visto lo suficiente. Su enemigo había sido capturado y la ley se las entendería con él. Por esta razón se escabulló jubiloso y sonriente y se dirigió hacia el campamento, fraguando por el camino una versión aceptable del caso para contársela al jefe. ...
En la línea 1106
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Cuando hubieron recorrido como diez millas, llegaron a un pueblo importante, donde pernoctaron en una buena posada. Reanudáronse entonces las relaciones de antes, manteniéndose Hendon detrás de la silla del rey mientras éste comía, asistiéndole y desnudándole cuando se disponía a acostarse. Lo hacía él én el suelo, al través de la puerta, envuelto en una manta. ...
En la línea 186
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Diciendo lo cual, cogió de la red manta, saco y lío de paraguas; pero Lucía con su juvenil vigor y sus hábitos de hija del pueblo arrebatole de la mano lo más pesado, el saco, y brincando, ligera como un ave, al suelo, dio a correr hacia la fonda. ...
En la línea 196
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Diciendo esto, levantó uno de los cojines del coche; metió debajo su manta enrollada para que formase cabecera, alzó el brazo de sillón que dividía los dos cojines, y añadió: ...
En la línea 460
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Picaporte, con los pies envueltos en la manta de viaje, dormía profundamente, sin soñar que se hablaba de él. ...

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Más información sobre la palabra Manta en internet
Manta en la RAE.
Manta en Word Reference.
Manta en la wikipedia.
Sinonimos de Manta.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Manta
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