La palabra Gentes ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Niebla de Miguel De Unamuno
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Fantina Los miserables Libro 1 de Victor Hugo
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece gentes.
Estadisticas de la palabra gentes
Gentes es una de las palabras más utilizadas del castellano ya que se encuentra en el Top 5000, en el puesto 2695 según la RAE.
Gentes tienen una frecuencia media de 35.19 veces en cada libro en castellano
Esta clasificación se basa en la frecuencia de aparición de la gentes en 150 obras del castellano contandose 5349 apariciones en total.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Gentes
Cómo se escribe gentes o gentez?
Cómo se escribe gentes o jentes?

la Ortografía es divertida

El Español es una gran familia
Algunas Frases de libros en las que aparece gentes
La palabra gentes puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 51
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Para las gentes amigas de clasificaciones, que una vez que encasillan a un autor ya no lo sacan, por pereza mental, del alvéolo en que lo colocaron, yo seré siempre, escriba lo que escriba, «el ilustre autor de La barraca». ...
En la línea 317
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Ya sabía él lo que era aquello; enredos de los hombres para perder a las gentes de bien. ...
En la línea 328
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y tales fueron los gritos de este grupo, que, luchando y forcejeando, iba de un pilar a otro del emparrado, que empezaron a salir gentes de las vecinas barracas, y llegaron corriendo en tropel, ansiosas, con la solidaridad fraternal de los que viven en despoblado. ...
En la línea 459
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero el asesino vagó como un loco por la huerta, huyendo de las gentes, tendiéndose detrás de los ribazos, agazapándose bajo los puentecillos, escapando a través de los campos, asustado por el ladrido de los perros, hasta que al día siguiente lo sorprendió la Guardia Civil durmiendo en un pajar. ...
En la línea 151
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y los dos jóvenes quedaron silenciosos examinando la inquieta nerviosidad de la bestia, con el fervor de unas gentes que aman la equitación como el estado perfecto del hombre y consideran al caballo cual el mejor amigo. ...
En la línea 191
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Malo, no. Fermín recordaba la largueza caprichosa y desordenada con que algunas veces socorría a las gentes en desgracia. Pero su bondad era estrechísima: dividía en castas la pobreza; y a cambio del dinero exigía una supeditación absoluta a todo lo que él pensase y amase. Era capaz de aborrecer a su propia familia, de sitiarla por hambre, si creía con ello servir a su Dios; a aquel Dios a quien profesaba inmensa gratitud porque hacía prosperar los negocios de la casa y era el sostén del orden social. ...
En la línea 203
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Se reunían los compañeros de trabajo en las tabernas todas las noches, para leer los papeles públicos, y la caña de vino circulaba sin miedo, con la largueza del jornal abundante y bien retribuido. Un ruiseñor volaba infatigable de plaza en plaza, teniendo por bosques las ciudades, y su música divina volvía locas a las gentes, haciéndolas pedir a gritos la República... pero Federal, ¿eh?... Federal o nada. Los discursos de Castelar leídos en las reuniones nocturnas, con sus maldiciones al pasado y sus himnos a la madre, al hogar, a todas las ternuras que emocionan el alma simple del pueblo, hacían caer más de una lágrima en las copas de vino. Luego, cada cuatro días, llegaba impresa en hoja suelta, con renglones cortos, alguna de las cartas que «el ciudadano Roque Barcia dirigía a sus amigos», con frecuentes exclamaciones de «óyeme bien, pueblo», «acércate, pobre, y compartiré tu frío y tu hambre», que enternecían a los viñadores, haciéndoles tener gran confianza en un señor que les trataba con esta fraternal simpleza. Y para desengrasarse de tanto lirismo, de tanta Historia comprimida, repetían las frases ingeniosas del patriarcal Orense, los chistes del marqués de Albaida, ¡un marqués que estaba con ellos, con los viñadores y los gañanes, acostumbrados a respetar con cierto temor supersticioso, como seres nacidos en otro planeta, a los aristócratas poseedores del suelo andaluz!... ...
En la línea 220
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡Ay! De los azares que el señor Fermín había corrido en su vida, de las miserias en presidio, entre gentes de todos los países, que se mataban con las cucharas afiladas para entretener el ocio del encierro; del miedo que tuvo a ser fusilado cuando lo prendieron después de derrotada la partida, nada recordaba con tanta tristeza como las tres veces que lo sorprendieron los carabineros, casi a las puertas de la ciudad, cuando ya se creía en salvo, quitándole lo que llevaba varias noches sobre sus espaldas. ¡Y luego, cuando vendía su tabaco a las gentes desocupadas, a los señores de los casinos y los cafés, aún le regateaban algunos céntimos! ¡Ay; si supieran lo que costaban aquellos paquetes, duros como ladrillos, en los que parecían haberse solidificado los sudores de una fatiga de bestia y los escalofríos del miedo!... ...
En la línea 261
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Por lo demás, en ninguna de las Memorias de esa época que tantas Memorias ha dejado se ve que ese digno gentilhombrehaya sido acusado, ni siquiera por sus enemigos - y los tenía tanto entre las gentes de pluma como entre las gentes de espada-en ninguna parte se ve, decimos, que ese digno gentilhombre haya sido acusado de hacerse pagar la cooperación de sus secuaces. ...
En la línea 261
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Por lo demás, en ninguna de las Memorias de esa época que tantas Memorias ha dejado se ve que ese digno gentilhombrehaya sido acusado, ni siquiera por sus enemigos - y los tenía tanto entre las gentes de pluma como entre las gentes de espada-en ninguna parte se ve, decimos, que ese digno gentilhombre haya sido acusado de hacerse pagar la cooperación de sus secuaces. ...
En la línea 274
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... En efecto, una vez que se había franqueado la puerta maciza, en clavijada por largos clavos de cabeza cuadrangular, se caía en medio de una tropa de gentes de espada que se cruzaban en el patio interpe lándose, peleándose y jugando entre sí. ...
En la línea 293
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Desde luego, éstas son gentes que van a ser encarceladas y col gadas -pensó D'Artagnan con terror-, y yo, sin ning una duda, con ellos porque desde el momento en que los he escuchado y oído seré tenido por cómplice suyo. ...
En la línea 588
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... En ocasiones repartía entre estas gentes algunos folletos, pues aunque fuesen incapaces de sacar de ellos personalmente gran provecho, pensé que servirían de instrumento para que en lo futuro cayeran en otras manos y alguien los utilizara para su salvación. ...
En la línea 589
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... ¡Cuánto libro abandonado a las olas aborda a remotas playas, y allí sirve de bendición y consuelo a millones de gentes que ignoran su procedencia! Al siguiente día, viernes, fuí a visitar en su casa a mi amigo don Jerónimo Azveto. ...
En la línea 705
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Invariablemente, estas gentes dicen de su país natal todo el mal posible; y yo tengo la opinión, fundada en la experiencia, de que un individuo capaz de tal bajeza, no vacilará en cometer cualquier villanía, porque después del amor a Dios, el amor a la patria es el mejor preservativo contra el crimen. ...
En la línea 846
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Aquellas gentes son los judíos de Lisboa. ...
En la línea 739
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Quiso bien, fue aborrecido; adoró, fue desdeñado; rogó a una fiera, importunó a un mármol, corrió tras el viento, dio voces a la soledad, sirvió a la ingratitud, de quien alcanzó por premio ser despojos de la muerte en la mitad de la carrera de su vida, a la cual dio fin una pastora a quien él procuraba eternizar para que viviera en la memoria de las gentes, cual lo pudieran mostrar bien esos papeles que estáis mirando, si él no me hubiera mandado que los entregara al fuego en habiendo entregado su cuerpo a la tierra. ...
En la línea 1020
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... ¿Ves aquella polvareda que allí se levanta, Sancho? Pues toda es cuajada de un copiosísimo ejército que de diversas e innumerables gentes por allí viene marchando. ...
En la línea 1036
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y desta manera fue nombrando muchos caballeros del uno y del otro escuadrón, que él se imaginaba, y a todos les dio sus armas, colores, empresas y motes de improviso, llevado de la imaginación de su nunca vista locura; y, sin parar, prosiguió diciendo: -A este escuadrón frontero forman y hacen gentes de diversas naciones: aquí están los que bebían las dulces aguas del famoso Janto; los montuosos que pisan los masílicos campos; los que criban el finísimo y menudo oro en la felice Arabia; los que gozan las famosas y frescas riberas del claro Termodonte; los que sangran por muchas y diversas vías al dorado Pactolo; los númidas, dudosos en sus promesas; los persas, arcos y flechas famosos; los partos, los medos, que pelean huyendo; los árabes, de mudables casas; los citas, tan crueles como blancos; los etiopes, de horadados labios, y otras infinitas naciones, cuyos rostros conozco y veo, aunque de los nombres no me acuerdo. ...
En la línea 1870
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Estaba Cardenio entonces en su entero juicio, libre de aquel furioso accidente que tan a menudo le sacaba de sí mismo; y así, viendo a los dos en traje tan no usado de los que por aquellas soledades andaban, no dejó de admirarse algún tanto, y más cuando oyó que le habían hablado en su negocio como en cosa sabida -porque las razones que el cura le dijo así lo dieron a entender-; y así, respondió desta manera: -Bien veo yo, señores, quienquiera que seáis, que el cielo, que tiene cuidado de socorrer a los buenos, y aun a los malos muchas veces, sin yo merecerlo, me envía, en estos tan remotos y apartados lugares del trato común de las gentes, algunas personas que, poniéndome delante de los ojos con vivas y varias razones cuán sin ella ando en hacer la vida que hago, han procurado sacarme désta a mejor parte; pero, como no saben que sé yo que en saliendo deste daño he de caer en otro mayor, quizá me deben de tener por hombre de flacos discursos, y aun, lo que peor sería, por de ningún juicio. ...
En la línea 327
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Al siguiente día partiéronse para el sitio de la matanza que acaba de noticiarse, con orden de seguir el rastro de los indios, aunque hubiesen de ir siguiendo las huellas hasta Chile. Supimos más tarde que los indios salvajes habían huido a los grandes llanos de las Pampas y que, por una causa que no recuerdo, se había perdido su rastro. Una sola ojeada a éste cuenta todo un poema a esas gentes. Supongamos que examinen las huellas dejadas por un millar de caballos, al punto os dirán cuántos había montados, contando cuántos de ellos iban a galope corto; reconocerán por la profundidad de las señales cuántos caballos iban con carga; por la irregularidad de esas mismas señales, el grado de su fatiga; por la manera como se cocieron los alimentos, si la tropa, a la cual perseguían, viajaba con rapidez o no; por el aspecto general, cuánto tiempo hacía que pasó por allí aquella tropa. Un rastro de diez a quince días de fecha es bastante reciente para que lo sigan con facilidad. También supimos que Miranda, al dejar el extremo occidental de la sierra Ventura, fue en línea recta a la isla de Cholechel, situada a 70 leguas de distancia, siguiendo el curso del río Negro. Por tanto, recorrió 200 a 300 millas a través de un país desconocido en absoluto. ¿Hay en el mundo otros ejércitos tan independientes? Con el sol por guía, carne de yegua por alimento, la silla de montar por cama, irían esos hombres al fin del mundo, con tal de encontrar de tarde en tarde un poco de agua. ...
En la línea 449
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... los propietarios. Sir Woodbine Parish me señaló otro manantial de disputas muy frecuentes entonces: el suelo había permanecido seco tanto tiempo y existía en él una cantidad tan enorme de polvo, que en este país tan llano habían desaparecido todos los linderos, y las gentes no encontraban ya los límites de sus respectivas propiedades. ...
En la línea 524
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Sonriose el ministro de justicia, cogió el dinero, dio las gracias y antes de acabarse el día ya estaba detenido el hombre en cuestión. ¡Y el pueblo espera aún llegar al establecimiento de una república democrática, a pesar de esa ausencia de todo principio en la mayor parte de los hombres públicos y mientras el país rebosa en oficiales turbulentos mal pagados! Dos o tres rasgos característicos chocan ante todo cuando se penetra por vez primera en la sociedad de estos países: los modales dignos y corteses que se notan en todas las clases, el exquisito gusto de las mujeres en vestir, y la perfecta igualdad que reina en todas partes. Los más ínfimos mercachifles tenían la costumbre de comer con el general Rosas cuando estaba en su campamento a orillas del río Colorado. El hijo de un mayor, en Bahía Blanca, se ganaba la vida haciendo pitillos; y me hubiera acompañado como guía o sirviente, cuando salí de Buenos Aires, si su padre no hubiese temido por él los peligros del camino. Gran número de oficiales del ejército no saben leer ni escribir, lo cual no les impide estar en sociedad bajo el pie de la igualdad más perfecta. En la provincia de Entre Ríos, la Sala no comprendía más que seis representantes; uno de ellos tenía una tienducha, lo cual no era para él motivo de ninguna desconsideración. Bien sé que son de esperar estos espectáculos en un país nuevo; pero no es menos cierto que a un inglés le parece muy extraña la ausencia absoluta de gentes que sean caballeros de profesión, si puedo expresarme así. ...
En la línea 613
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... 4 de mayo.- Decídese el capitán Fitz-Roy a no remontarse más en el río. El Santa Cruz se hace, en efecto, cada vez más rápido y más tortuoso. El aspecto del país casi no nos anima, por lo demás, a seguir adelante. Por doquier los mismos productos; en todas partes el mismo paisaje desolado. Nos encontramos a unas 140 millas (224 kilómetros) del Atlántico y a 60 (96 kilómetros) del Pacífico. El valle en esta parte superior del cauce del río forma una inmensa hoquedad limitada por inmensas plataformas de basalto al norte y al sur, y al oeste por la larga cadena de las cordilleras cubiertas de nieve. No sin tristeza vemos de lejos estas montañas, porque tenemos que representarnos con la imaginación su naturaleza y sus productos, en lugar de escalarlas como nos lo habíamos prometido. Pero, además de la pérdida inútil de tiempo que la tentación de prolongar más la ascensión en el río nos había producido, hacía ya algunos días que no recibíamos más que medias raciones de pan. Y por más que media ración sea suficiente para gentes razonables, era bastante poco después de una larga jornada de marcha; y es muy bonito hablar de estómago ligero y de digestión fácil, pero en la práctica estas cosas resultan harto desagradables. ...
En la línea 1675
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —¡Qué gentes trataba mi hermano! —decía poniendo los ojos en blanco. ...
En la línea 3604
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Hacía muy buena casada, en opinión de las gentes; esto es, atendía con gran esmero y diligencia a la hacienda y a los quehaceres domésticos. ...
En la línea 8546
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Anita, que estaba en la obscuridad, sintió fuego en las mejillas y por la primera vez, desde que le trataba, vio en el Magistral un hombre, un hombre hermoso, fuerte; que tenía fama entre ciertas gentes mal pensadas de enamorado y atrevido. ...
En la línea 9369
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Las gentes entraban y salían en su alcoba como en el escenario de un teatro, hablaban allí con afectado interés y pensaban en lo de fuera: su realidad era otra, aquello la máscara. ...
En la línea 25
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Claudio estaba instalado aparentemente en un hotel próximo a la propiedad de la señora de Pineda. Casi todo el día y una gran parte de la noche los pasaba el joven en el jardín de Rosaura o en su casa; pero de todos modos, su domicilio oficial en el hotel, como decía Borja, era una discreta concesión a los respetos sociales. Las gentes amigas de ella cerraban los ojos, admitiendo con aparente buena fe que el español no era más que un visitante de la rica viuda, existiendo entre ambos la simpatía originada por la comunidad de idioma y de origen étnico. ...
En la línea 57
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Era un amontonamiento internacional, en el que figuraban desocupados de todos los países; gentes de historia novelesca las más de las veces, sin ninguna instrucción sólida, hablando numerosos Idiomas y habiendo viajado mucho para ver superficialmente las naciones e interesarse sólo por sus gran-des hoteles y sus altas clases sociales. ...
En la línea 65
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El amigo de madame Pineda se daba cuenta del concepto que tenían de él muchos hombres y mujeres con los que hablaba en comidas y bailes. Sólo decían que era simpático y distinguido; pero Claudio leía algo más en el silencio continuador de tales palabras. Como la viuda argentina era rica, tal vez le creían protegido por sus amorosas larguezas. Esto no era pecado ni defecto entre las gentes de dicho mundo. Casi aumentaba a los ojos de las señoras el valor de un hombre dándole el atractivo de una alhaja cara, de todo objeto de lujo que cuesta mucho dinero. ...
En la línea 138
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Tenía la esperanza de morir antes que el edificio. En tal caso sus manuscritos pasarían al archivo de la catedral o al de la Academia de la Historia en Madrid, y los arquitectos podrían sin obstáculo alguno, elevar sobre el terreno de esta mansión venerable otra moderna, hermosa como una jaula, con numerosos departamentos, dentro de los cuales vivirían las gentes lo mismo que pájaros saltarines y cautivos. ...
En la línea 159
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Si pudiera usted examinarse en este momento desde los bolsillos de sus pantalones al bolsillo superior de su chaqueta, se daría cuenta de que lo hemos sometido a un registro completo. Apenas se durmió usted bajo la influencia del narcótico, empezó esta operación a la luz de los faros de nuestras máquinas volantes y rodantes. Después, el registro lo hemos continuado a la luz del sol. Una máquina-grúa ha ido extrayendo de sus bolsillos una porción de objetos disparatados, cuyo uso pude yo adivinar gracias a mis estudios minuciosos de los antiguos libros, pero que es completamente ignorado por la masa general de las gentes. La grúa hasta funcionó sobre su corazón para sacar del bolsillo más alto de su chaqueta un gran disco sujeto por una cadenilla a un orificio abierto en la tela; un disco de metal grosero, con una cara de una materia transparente muy inferior a nuestros cristales; máquina ruidosa y primitiva que sirve entre los Hombres-Montañas para marcar el paso del tiempo, y que haría reír por su rudeza a cualquier niño de nuestras escuelas. ...
En la línea 218
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - ¡Cuantas palabras -dijo al extinguirse su risa-, cuantas palabras para describirme un revolver! ¡Pero si yo conozco eso tan bien como usted!… Las gentes que hoy han visto el suyo (los cargadores y los marineros) seguramente que no saben lo que es; pero para nosotros, las personas estudiosas, esa máquina del tubo grande y de los seis tubos con sus cápsulas explosivas resulta una verdadera antigualla. Además, la consideramos repugnante e indigna de todo recuerdo. No intente, gentleman, deslumbrarnos con sus descubrimientos. Aquí sabemos más que usted. Prescinda de nuevas observaciones y acuéstese prontito a tomar su leche. ...
En la línea 315
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El sabio profesor osaba emitir en su informe la teoría de que los tales papeles tal vez representasen algo semejante a la moneda, pero sin poder comprender su funcionamiento y su utilidad, y extrañándose además de que hubiese gentes que los aceptasen en lugar de los discos metálicos. ...
En la línea 414
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Y los de Blefuscu se prepararon a su vez para una tercera guerra… . Al mismo tiempo había luchas sangrientas entre los demás países poblados por gentes de nuestra especie. Ninguna nación podía conformarse con sus límites actuales. A la adoración de los antiguos dioses había sucedido la idolatría de unos trapos de colores llamados banderas. Cada uno, con agresivo fetichismo, consideraba que el trapo de su nación era más hermoso que los otros y debía ondear triunfante sobre los países inmediatos. Las gentes separadas por un brazo de mar, un río, una montaña o un bosque, llamados fronteras, se odiaban de un modo feroz, sin haberse visto nunca. Cada país calumniaba al otro, inventando sobre él, las más absurdas mentiras, y estas mentiras las aceptaban las generaciones siguientes sin tomarse el trabajo de comprobarlas. De padres a hijos se perpetuaba la degollina por la simple razón de que los abuelos también se habían degollado. ...
En la línea 5280
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... La evasión (pues así debe llamársela) de su mujer, no fue notada por Maxi en los primeros días. Pero cuando se hizo cargo de ella, manifestó una inquietud que puso a la pobre doña Lupe en mayor aburrimiento del que tenía. Pensó seriamente en llevar a su infeliz sobrino a un manicomio. Mucha pena le daba separarse de él, entregándole a la asistencia de gentes mercenarias; pero no había otro remedio. Para tratar de esto y acordar lo más conveniente, llamó a Juan Pablo, que a la sazón había pasado de Penales a Sanidad, y podría tal vez poner a su hermano en Leganés, en un departamento de distinguidos, con pago de media pensión o quizás sin pagar un cuarto. ...
En la línea 470
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... 'Heme aquí convertido en caballero del Reino de los Sueños y de las Sombras. Es una situación peregrina y extraña en verdad para un hombre tan positivo como yo. No quiero reírme, de ninguna manera, ¡Dios me libre!, porque esta, que para mí es tan falto de substancia, es real para él. Y para mí en cierto modo tampoco es una falsedad, porque refleja verdaderamente el espíritu dulce y generoso de este chico.' Y terminó, después de una pausa: '¡Ah! ¡Si me llamara con mi hermoso título delante de gentes! ¡Qué singular contraste entre mi gloria y mi porte! Pero no me importa: llámeme como quiera y como le agrade, que yo estaré contento.' ...
En la línea 603
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Como Tom tenía bastante ingenio para comprender que era un muchacho que le podría ser útil, animó a Humphrey a que siguiera hablando, y el chico no se hizo de mucho rogar, pues estaba encantado creyendo que ayudaba a la 'cura' de Tom, porque siempre, tan pronto como había tratado de recórdar la perturbada mente los diferentes pormenores de su experiencia y aventuras en la real sala de escuela y en los demás sitios del palacio, observaba que Su Majestad 'recordaba' las circunstancias con toda claridad. Al cabo de una hora, Tom se halló en posesión de muy valiosa información sobre personajes y asuntos de la corte y así resolvió abrevarse a diario en aquella fuente. A este fin daría orden de que admitieran a Humphrey a su regia presencia cada vez que llegara, siempre que la Majestad de Inglaterra no estuviera ocupada con otras gentes. ...
En la línea 1328
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... La medianoche del diecinueve de febrero, Tom Canty se sumía en el sueño en un rico lecho, guardado por sus leales vasallos y rodeado por las pompas de la realeza; un niño feliz, porque el día siguiente era el señalado; para su solemne coronación como rey de Inglaterra. Y a la misma hora, Eduardo, el verdadero rey, hambriento y sediento, sucio y lleno de tierra, rendido por el viaje y cubierto con harapos y jirones –su parte en los resultados del tumulto–, estaba apretujado entre multitud de gentes que observaban con profundo interés, ciertas presurosas cuadrillas de obreros que entraban y salían de la abadía de Westminster, laboriosas coma hormigas; estaban haciendo los últimos preparativos para la real coronación. ...
En la línea 1363
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Retrocedamos unas cuantas horas y situémonos en la Abadía de Westminster, a las cuatro de la mañana de este memorable Día de la Coronación. No estamos sin compañía, porque aunque aún es de noche, encontramos las galerías, iluminadas con antorchas, llenas ya de gentes dispuestas a permanecer esperando siete u ocho horas hasta que llegue para ellas el momento de ver lo que no esperan ver dos veces en sus vidas: la coronación de un rey. Sí. Londres y Westminster han estado activos desde que retumbaron los cañonazos de aviso a las tres de la mañana, y ya multitud de ricos sin título, que han comprado el privilegio de buscar sitio para sentarse en las galerías, se agolpa en las entradas reservadas a su clase. ...
En la línea 1247
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Apenas pisó la calle y se encontró con el cielo sobre la cabeza y las gentes que iban y venían, cada cual a su negocio o a su gusto y que no se fijaban en él, involuntariamente por supuesto, ni le hacían caso, por no conocerle sin duda, sintió que su yo, aquel yo del « ¡yo soy yo!» se le iba achicando, achicando y se le replegaba en el cuerpo y aun dentro de este buscaba un rinconcito en que acurrucarse y que no se le viera. La calle era un cinematógrafo y él sentíase cinematográfico, una sombra, un fantasma. Y es que siempre un baño en muchedumbre humana, un perderse en la masa de hombres que iban y venían sin conocerle ni percatarse de él, le produjo el efecto mismo de un baño en naturaleza abierta a cielo abierto, y a la rosa de los vientos. ...
En la línea 1480
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... No faltan otros eruditos que con la característica caridad de la especie, habiendo vislumbrado a Paparrigópulos y envidiosos de antemano de la fama que preven le espera, tratan de empequeñecerle. Tal hay que dice de Paparrigópulos que, como el zorro, borra con el jopo sus propias huellas, dando luego vueltas y más vueltas por otros derroteros para despistar al cazador y que no se sepa por dónde fue a atrapar la gallina, cuando si de algo peca es de dejar en pie los andamios, una vez acabada la torre, impidiendo así que se admire y vea bien esta. Otro le llama desdeñosamente concionador, como si el de concionar no fuese arte supremo. El de más allá le acusa, ya de traducir, ya de arreglar ideas tomadas del extranjero, olvidando que al revestirlas Paparrigópulos en tan neto, castizo y transparente castellano como es el suyo, las hace castellanas y por ende propias, no de otro modo que hizo el padre Isla propio el Gil Blas de Lesage. Alguno le moteja de que su principal apoyo es su honda fe en la ignorancia ambiente, desconociendo el que así le juzga que la fe es trasportadora de montañas. Pero la suprema injusticia de estos y otros rencorosos juicios de gentes a quienes Paparrigópulos ningún mal ha hecho, su injusticia notoria, se verá bien clara con sólo tener en cuenta que todavía no ha dado Paparrigópulos nada a luz y que todos los que le muerden los zancajos hablan de oídas y por no callar. ...
En la línea 2205
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... —No me tengo por tal, señor médico, y no comprendo a esas gentes que a cualquier persona con quien tropiezan parecen estimarla tonta mientras no pruebe lo contrario. ...
En la línea 101
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Hubiera preferido un barco europeo —murmuró Sandokán frunciendo el ceño—. No tengo odio alguno contra las gentes del Celeste Imperio. Pero, quién sabe… Volvió a sus paseos y no dijo nada más. ...
En la línea 389
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Qué iba a hacer! —exclamó con voz ronca—. Pero, ¿será verdad que amo a esa muchacha? ¿No es esto una locura? No soy ya el pirata de Mompracem, pues me siento arrastrado por una pasión irresistible hacia esa hija de una raza que odio. ¿Olvido a mi salvaje Mompracem, a mis fieles tigrecitos, a mi buen Yáñez? ¿Olvido que los compatriotas de ella no esperan más que el momento oportuno para destruir mi poder? ¡Apaguemos este volcán que arde en mi corazón, indigno del Tigre de la Malasia! ¡Haz oír tu rugido, Tigre; destierra de tu pecho el reconocimiento que debes a estas gentes que te han curado la herida y huye de estos sitios! ¡Vuelve al mar; vuelve a ser el terrible pirata de Mompracem! ...
En la línea 508
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Escucha, Mariana —dijo Sandokán, como si hiciera un esfuerzo sobrehumano—, hay un hombre que impera en este mar que baña las costas de las islas malayas, que es el azote de los navegantes, que hace temblar a las gentes, y cuyo nombre suena como una campana funeral. ¿Has oído hablar de Sandokán, el Tigre de la Malasia? ¡Mírame a la cara: el Tigre soy yo! ...
En la línea 1500
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡El Tigre de la Malasia no tiene miedo de esas gentes! Tendremos que enfrentar numerosos ejércitos poderosamente armados y decididos a conquistar mi isla. ...
En la línea 558
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Ocurrían allí, pues, cosas por lo menos singulares, que no debían ser vistas por gentes no situadas al margen de las leyes sociales. Entre las sorpresas que me reservaba el porvenir no debía ser ésa una de las menores. ...
En la línea 1704
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Es odioso que se pueda pagar así a esas pobres gentes que enriquecen a sus patronos. ...
En la línea 3442
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Es, pues, aquí, en medio de estas buenas gentes que nos han recogido, donde reviso el relato de estas aventuras. Es exacto. Ni un solo hecho ha sido omitido, ni un detalle ha sido exagerado. Es la fiel narración de esta inverosímil expedición bajo un elemento inaccesible al hombre, y cuyas rutas hará libres algún día el progreso. ...
En la línea 336
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... El general me mandó llamar inmediatamente. Nuestras gentes ocupaban en el hotel dos departamentos, con cuatro habitaciones en total. ...
En la línea 348
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Ignoro si la baronesa de Wurmenheim tendrá en cuenta este hecho cuando le presente mis excusas —pues tengo intención de hacerlo—. Creo que no, tanto más cuanto que, según tengo entendido, se está ya abusando de esta circunstancia en el mundo jurídico; en los procesos criminales los abogados han justificado frecuentemente a sus clientes alegando su inconsciencia en el momento del crimen, que constituye, según ellos, como una enfermedad. “Ha matado y no se acuerda ya de nada. “ Y figúrese usted, general, que la Medicina les da la razón… Afirma, en efecto, que existe una demencia temporal durante la cual el individuo pierde, si no completamente, al menos casi completamente la memoria. Pero el barón y la baronesa son gentes de la vieja generación, y además, junkers prusianos. Ignoran, por consiguiente, este progreso de la Medicina legal. Y, por lo tanto, no admitirán mis explicaciones. ¿Qué opina usted, general? ...
En la línea 439
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —También yo —dijo Mr. Astley—. En lo que concierne a miss Paulina… usted sabe perfectamente que entablamos relaciones hasta con gentes que detestamos, cuando la necesidad nos obliga a ello. Puede que en este caso existan relaciones que dependan de circunstancias accesorias que usted ignora. Yo creo que puede usted medio tranquilizarse… En cuanto a la conducta de Paulina, ayer fue realmente extraña… Admito que haya querido desembarazarse de usted, entregándole a los bastonazos del barón (y no comprendo cómo no se sirviera de él teniéndolo a mano)… Semejante modo de obrar es verdaderamente sorprendente en una persona tan… tan distinguida. Naturalmente, no iba ella a imaginar que usted cumpliera a rajatabla su deseo… ...
En la línea 505
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Nuestras gentes se alojaban en el segundo piso. Sin prevenir, ni siquiera llamar, abrí las puertas de par en par y la abuela hizo una entrada triunfal. ...
En la línea 958
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... - Esto es lo que ha pasado, señor alcalde. Parece que vivía en las cercanías de Ailly-le-Haut-Clocher un hombrecillo a quien llaman el viejo Champmathieu. Era muy pobre, no llamaba la atención porque nadie sabe cómo viven esas gentes. Este otoño, Champmathieu fue detenido por un robo de manzanas, con escalamiento de pared. Tenía todavía las ramas en la mano cuando fue sorprendido, y lo llevaron a la cárcel. Hasta aquí no había más que un asunto correccional. Pero ya veréis algo que es providencial. Como el recinto carcelario estaba en mal estado, el juez dispuso que se le trasladara a la cárcel provincial de Arras. Había allí un reo llamado Brevet, que estaba preso no sé por qué, y que por buena conducta desempeñaba el cargo de calabocero. Apenas entró Champmathieu, Brevet gritó: '¡Caramba! Yo conozco a este hombre, es un ex forzado. Estuvimos juntos en la cárcel de Tolón hace veinte años. Se llama Jean Valjean'. Champmathieu negaba, pero se hacen indagaciones, y al final se descubre que Champmathieu hace unos treinta años fue podador en Faverolles. Ahora bien, antes de ir a presidio por robo consumado, ¿qué era Jean Valjean? Podador. ¿Dónde? En Faverolles. Otro hecho: el apellido de la madre de Valjean era Mathieu. Nada más natural que al salir de presidio tratara de tomar el apellido de su madre para ocultarse y cambiara su nombre por el de Jean Mathieu. Pasó después a Auvernia; la pronunciación de allí cambia Jean por Chan y se le llama Chan Mathieu; y así nuestro hombre se transforma en Champmathieu. Se hacen averiguaciones en Faverolles; la familia Valjean ha desaparecido. Esas gentes, cuando no son lodo, son polvo. Se piden informes a Tolón, donde quedan dos presidiarios condenados a cadena perpetua, Cochepaille y Chenildieu, que conocieron a Jean Valjean. Se les hace venir y se les pone delante del supuesto Champmathieu, y no dudan un instante. Para ellos, igual que para Brevet, ése es Jean Valjean. Y ese mismo día envié yo mi denuncia a París, y me respondieron que había perdido el juicio, que Jean Valjean estaba en Arras en poder de la justicia. ¡Ya comprenderéis mi asombro! El juez de instrucción me llamó, me presentó a Champmathieu… ...
En la línea 958
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... - Esto es lo que ha pasado, señor alcalde. Parece que vivía en las cercanías de Ailly-le-Haut-Clocher un hombrecillo a quien llaman el viejo Champmathieu. Era muy pobre, no llamaba la atención porque nadie sabe cómo viven esas gentes. Este otoño, Champmathieu fue detenido por un robo de manzanas, con escalamiento de pared. Tenía todavía las ramas en la mano cuando fue sorprendido, y lo llevaron a la cárcel. Hasta aquí no había más que un asunto correccional. Pero ya veréis algo que es providencial. Como el recinto carcelario estaba en mal estado, el juez dispuso que se le trasladara a la cárcel provincial de Arras. Había allí un reo llamado Brevet, que estaba preso no sé por qué, y que por buena conducta desempeñaba el cargo de calabocero. Apenas entró Champmathieu, Brevet gritó: '¡Caramba! Yo conozco a este hombre, es un ex forzado. Estuvimos juntos en la cárcel de Tolón hace veinte años. Se llama Jean Valjean'. Champmathieu negaba, pero se hacen indagaciones, y al final se descubre que Champmathieu hace unos treinta años fue podador en Faverolles. Ahora bien, antes de ir a presidio por robo consumado, ¿qué era Jean Valjean? Podador. ¿Dónde? En Faverolles. Otro hecho: el apellido de la madre de Valjean era Mathieu. Nada más natural que al salir de presidio tratara de tomar el apellido de su madre para ocultarse y cambiara su nombre por el de Jean Mathieu. Pasó después a Auvernia; la pronunciación de allí cambia Jean por Chan y se le llama Chan Mathieu; y así nuestro hombre se transforma en Champmathieu. Se hacen averiguaciones en Faverolles; la familia Valjean ha desaparecido. Esas gentes, cuando no son lodo, son polvo. Se piden informes a Tolón, donde quedan dos presidiarios condenados a cadena perpetua, Cochepaille y Chenildieu, que conocieron a Jean Valjean. Se les hace venir y se les pone delante del supuesto Champmathieu, y no dudan un instante. Para ellos, igual que para Brevet, ése es Jean Valjean. Y ese mismo día envié yo mi denuncia a París, y me respondieron que había perdido el juicio, que Jean Valjean estaba en Arras en poder de la justicia. ¡Ya comprenderéis mi asombro! El juez de instrucción me llamó, me presentó a Champmathieu… ...
En la línea 17
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Anunciaba ya la máquina con algún silbido la próxima marcha; acelerábase en el andén el movimiento que la precede, y temblaba el suelo bajo la pesadumbre de los rodantes camiones, cargados de bultos de equipaje. Oyose por fin el grito sacramental de los empleados. Hasta entonces las gentes de la despedida habían conversado en voz queda, confidencialmente, por parejas: el cercano desenlace pareció reanimarlas, desencantarlas, mudando la escena en un segundo. Corrió la novia a su padre, abiertos los brazos, y el viejo y la niña se confundieron en un abrazo largo, verdadero, popular, abrazo en que crujían los huesos y el aliento se acortaba. Salían de las bocas, casi unidas, entrecruzadas y rápidas frases. ...
En la línea 30
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Alzó el jesuita la cabeza y fijó en la niña sus ojos levemente bizcos, como son los de las personas hechas a concentrar y sujetar la mirada. Y con la vaga sonrisa distraída de las gentes meditabundas, y en el propio tono confidencial: ...
En la línea 36
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Ya oscilaba la férrea culebra cuando él penetró en el departamento, cerrando la portezuela tras de sí. El compasado balance fue acelerándose, y el tren completo cruzó ante las gentes de la despedida, dejándoles en los ojos confusos torbellino de líneas, de colores, de números, la visión rápida de las cabezas asomadas a todas las ventanillas. Algún tiempo se distinguió la cara de Lucía, sofocada y bañada en llanto, y su pañuelo que se agitaba, y oyose su voz diciendo: Adiós, papá… , padre Urtazu, adiós, adiós… Rosario… Carmen… , abur… Al fin se perdió todo en la distancia, la escamosa sierpe del tren revelose a lo lejos por una mancha obscura, luego por desmadejado penacho de turbio vapor, que presto se disipó también en el ambiente. Más allá del andén, extrañamente silencioso ya, resplandecía el cielo claro, de acerado azul; se extendían monótonas las interminables campiñas; los rieles señalaban como arrugas en la árida faz de la tierra. Un gran silencio pesaba sobre la estación. Quedáronse inmóviles los acompañantes, como sobrecogidos por el aturdimiento de la ausencia. Fueron los amigos del novio los primeros en moverse y hablar. Se despidieron del padre con rápidos apretones de mano y frases triviales de sociedad, un tanto descuidadas en la forma, como dirigidas de superior a inferior; tras de lo cual, el pelotón entero tomó el camino de la ciudad, reanudando la broma y algazara. ...
En la línea 53
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Levemente frunció el ceño el novio, que no en vano había corrido cuarenta y pico de años de la vida cercado de gentes de festivo humor y fácil trato y huyendo de las escenas de lagrimitas y de lástimas y disgustos que alteraban por extraño modo el equilibrio de sus nervios, desagradándole como desagrada a las gentes de mediano nivel intelectual el sublime horror de la tragedia. Al gesto con que manifestó su impaciencia, siguió un alzar de hombros que claramente quería decir: «Caiga el chubasco, que el aguase agota también, y tras de la lluvia viene el buen tiempo». Resuelto, pues, a aguardar que descargase la nube, dio comienzo a minucioso examen de sus enseres de camino, enterándose de si abrochaban bien las hebillas del correaje de la manta, y de si su bastón y paraguas iban en debida y conveniente forma liados con el quitasol de Lucía. Cerciorose asimismo de que una cartera de cuero de Rusia y plateados remates que pendiente de una correa llevaba terciada al costado, abría y cerraba fácilmente con la llavecica de acero, que volvió a guardar en el bolsillo del chaleco, con cuidado sumo. Después sacó de las hondas faltriqueras del sobretodo el Indicador de los Caminos de Hierro, y con el dedo índice, fue recorriendo las estaciones del itinerario de viaje. ...
En la línea 1178
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Picaporte se vio, al pronto, en una ciudad absolutamente europea, con casas de fachadas bajas, adornadas de cancelas, bajo las cuales se desarrollaban elegante peristilos, y que cubría con sus calles, sus plazas, sus docks, sus depósitos, todo el espacio comprendido desde el promontorio del tratado hasta el río. Allí, como en Hong Kong, como en Calcuta, hormigueaba una mezcla de gentes de toda casta, americanos, ingleses, chinos, holandeses, mercaderes dispuestos a comprarlo y a venderlo todo, y entre los cuales el francés era tan extranjero como si hubiese nacido en el país de los hotentotes. ...
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Gentes en la RAE.
Gentes en Word Reference.
Gentes en la wikipedia.
Sinonimos de Gentes.
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