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La palabra ejemplares
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la palabra ejemplares

La palabra Ejemplares ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece ejemplares.

Estadisticas de la palabra ejemplares

Ejemplares es una de las palabras más utilizadas del castellano ya que se encuentra en el Top 5000, en el puesto 3549 según la RAE.

Ejemplares tienen una frecuencia media de 26.16 veces en cada libro en castellano

Esta clasificación se basa en la frecuencia de aparición de la ejemplares en 150 obras del castellano contandose 3976 apariciones en total.


la Ortografía es divertida


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece ejemplares

La palabra ejemplares puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 31
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Creo que no pasaron de quinientos los ejemplares vendidos. ...

En la línea 45
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La barraca, que había aparecido en una edición española de setecientos ejemplares (vendiéndose únicamente quinientos, la mayor parte de ellos en Valencia), y no mereció, al publicarse, otro saludo que unas cuantas palabras de los críticos de entonces, pasó de golpe a ser novela célebre. ...

En la línea 46
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El insigne periodista Miguel Moya la publicó en el folletín de El Liberal, y luego empezó a remontarse, de edición en edición, hasta alcanzar su cifra actual de cien mil ejemplares legales. ...

En la línea 49
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Si se suman los ejemplares de sus numerosas versiones extranjeras, pasan, seguramente, de un millón. ...

En la línea 144
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... En el primer año se agotaron seis ediciones de a mil ejemplares en tres volúmenes, y una edición de diez mil ejemplares en dos tomos. ...

En la línea 930
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Pregunté después si había en el convento ejemplares de las Sagradas Escrituras; aquella voz amigable no supo darme noticias sobre el particular, y casi no me atrevo a creer que mi interlocutora entendiese la pregunta. ...

En la línea 2150
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Además, yo sólo tenía dos o tres ejemplares del Nuevo Testamento, y no hubiera podido servir ningún pedido, aunque me lo hubiesen hecho. ...

En la línea 2191
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Había en Sevilla varias librerías, en dos de las cuales encontré ejemplares del Nuevo Testamento en español, traídos de Gibraltar dos años antes, habiéndose vendido en ese lapso de tiempo seis ejemplares en una de las librerías, y cuatro en la otra. ...

En la línea 90
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ejemplares que recogí en la tierra de Van-Diemen; los alimentaba con madera podrida. ...

En la línea 99
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Las patas de esos animales terminan en pequeñas ventosas, y noté que podían trepar a lo largo de un espejo puesto verticalmente. Numerosas cigarras y numerosos grillos hacen oír al mismo tiempo su grito penetrante, pero que, sin embargo, aminorado por la distancia no deja de ser agradable. Ese concierto empieza todos los días en cuanto anochece. ¡Cuántas veces me ha ocurrido permanecer inmóvil allí escuchándolo, hasta que me llamaba la atención el paso de algún insecto curioso! A esa hora vuelan de seto en seto las moscas luminosas; en una noche oscura puede percibirse a unos 200 pasos la luz que proyectan. Es de advertir que en todos los animales fosforescentes que he podido observar, gusanos de luz, escarabajos brillantes y diversos animales marinos (tales como crustáceos, medusas, nereidas, una coraliaria del género Clytia y un tunicado del género Pyrosoma), la luz tiene siempre un color verde muy marcado. Todas las moscas luminosas que he podido coger aquí pertenecen a los Lampíridos (familia a la cual pertenece el gusano de luz inglés), y el mayor número de ejemplares eran Lampyris occidentalis3. Después de numerosas observaciones hechas por mí, he visto que este insecto emite la luz más brillante cuando 3 Deseo manifestar mi agradecimiento a Mr. Waterhouse, quien hizo el favor de determinar este insecto y otros muchos y de ayudarme de todas maneras. ...

En la línea 111
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... El aspecto general de los coleópteros me desilusionó mucho. Hay aquí escarabajos pequeños, de color oscuro, en grandísimo número6. Las colecciones europeas no poseen hasta ahora, sino ejemplares de las especies tropicales más grandes: una simple ojeada a lo que ha de ser el futuro catálogo completo bastaría para destruir por siempre el descanso de un entomólogo. Los escarabajos carnívoros o carábidos existen en cortísimo número entre los trópicos; este hecho es tanto más notable cuanto que los cuadrúpedos carnívoros existen en el mayor número en los países cálidos. Esto me llamó vivamente la atención al llegar al Brasil, y cuando vi reaparecer en las llanuras templadas de la Plata numerosos harpálidos, tan elegantes y tan activos. Las arañas tan numerosas y los himenópteros tan rapaces, ¿reemplazan a los escarabajos carnívoros? Son muy raros los escarabajos que se alimentan de carnaza y los braquélitros; por otra parte, se hallan en cantidades asombrosas los gorgojos y los crisomélidos, que se alimentan todos de vegetales. No hablo aquí del número de las 5 Mr. Doubleday describió ante la Sociedad de Entomología (3 de marzo de 1845) una forma particular de las alas de esta mariposa, forma que parece permitirla producir el ruido de que hablo. «Esta mariposa (dice) es notable porque lleva una especie de tambor en la base de las alas anteriores, entre la nervadura costal y la nervadura infracostal. ...

En la línea 167
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Estos animales minan tan completamente espacios grandísimos, que al pasar por encima de sus galerías los caballos, se hunden a menudo hasta los corvejones. Hasta cierto punto, los tucutucos parecen vivir en sociedad; el hombre que me dio mis ejemplares había cogido seis de un golpe, y me dijo que era cosa harto común el coger a muchos juntos. ...

En la línea 2480
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Más ejemplares habría por el mundo, pero no se sabía de ellos, y Bedoya era de esa clase de eruditos que encuentran el mérito en copiar lo que nadie ha querido leer. ...

En la línea 509
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Hija de mi alma, yo no tengo ni un clavo ni una astilla, pero le juro a usted por mi salvación que un domingo me salgo por las afueras y robo una teja para llevársela a usted… robaré dos, tres, una docena de tejas… Y hay más. Si quiere usted mis dos comedias, mis folletos sobre la Unión ibérica y sobre la Organización de los bomberos en Suiza, mi obra de los Castillos, todo está a su disposición. Diez ejemplares de cada cosa para que hagan lotes en una tómbola. ...

En la línea 3701
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Las nueve serían de la siguiente, cuando entró en el establecimiento de la Plaza de Antón Martín, que lleno de gente estaba, con una atmósfera espesa y sofocante que se podía mascar, y un ensordecedor ruido de colmena; bulla y ambiente que soportan sin molestia los madrileños, como los herreros el calor y el estrépito de una fragua. Desembozándose, avanzó el anciano por la tortuosa calle que dejaran libre las mesas del centro, y miraba a un lado y otro buscando a su amigo. Ya tropezaba con un mozo encargado de servicio, ya su capa se llevaba la toquilla de una cursi; aquí se le interponía el brazo del vendedor de Correspondencias que alargaba ejemplares a los parroquianos, y allá le hacían barricada dos individuos gordos que salían o cuatro flacos que entraban. Por fin, distinguió a Juan Pablo en el rincón inmediato a la escalera de caracol por donde se sube al billar. Acompañábanle en la misma mesa dos personas: una mujer bastante bonita, aunque estropeada, y un joven en quien al pronto reconoció D. Evaristo a Maximiliano. Los dos hermanos sostenían conversación muy animada. La indivudua eran el amor de Juan Pablo, una tal Refugio, personaje de historia, aunque no histórico, de cara graciosa y picante, con un diente de menos en la encía superior. Feijoo no la había visto nunca, ni el filósofo de café acostumbraba a presentarse en público en compañía de aquella Aspasia, por cuya razón quedose Rubín un tanto cortado al ver a su amigo. ...

En la línea 1655
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... En el octogesimonono género de la clasificación ictiológica de Lacepède, dentro de la segunda subclase de los óseos, caracterizados por un opérculo y una membrana branquial, figura la escorpena, en la que pude observar su cabeza armada de fuertes púas y su única aleta dorsal. Los escorpénidos están revestidos o privados de pequeñas escamas, según el subgénero al que pertenezcan. Al segundo subgénero correspondían los ejemplares de didáctilos que pudimos ver, rayados de amarillo, de tres a cuatro decímetros tan sólo de longitud, pero con una cabeza de aspecto realmente fantástico. En cuanto al primer subgénero, pudimos ver varios ejemplares de ese extrañísimo pez justamente llamado «sapo de mar», con una cabeza enorme y deformada tanto por profundas depresiones como por grandes protuberancias; erizado de púas y sembrado de tubérculos, tiene unos cuernos irregulares, de aspecto horroroso; su cuerpo y su cola están llenos de callosidades; sus púas causan heridas muy peligrosas. Es un pez realmente horrible, repugnante. ...

En la línea 1655
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... En el octogesimonono género de la clasificación ictiológica de Lacepède, dentro de la segunda subclase de los óseos, caracterizados por un opérculo y una membrana branquial, figura la escorpena, en la que pude observar su cabeza armada de fuertes púas y su única aleta dorsal. Los escorpénidos están revestidos o privados de pequeñas escamas, según el subgénero al que pertenezcan. Al segundo subgénero correspondían los ejemplares de didáctilos que pudimos ver, rayados de amarillo, de tres a cuatro decímetros tan sólo de longitud, pero con una cabeza de aspecto realmente fantástico. En cuanto al primer subgénero, pudimos ver varios ejemplares de ese extrañísimo pez justamente llamado «sapo de mar», con una cabeza enorme y deformada tanto por profundas depresiones como por grandes protuberancias; erizado de púas y sembrado de tubérculos, tiene unos cuernos irregulares, de aspecto horroroso; su cuerpo y su cola están llenos de callosidades; sus púas causan heridas muy peligrosas. Es un pez realmente horrible, repugnante. ...

En la línea 1657
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... En la mañana del 24, nos hallábamos a 12º 5' de latitud Sur y 94º 33'de longitud, en las proximidades de la isla Keeling, de edificación madrepórica, plantada de magníficos cocoteros, que fue visitada por Darwin y el capitán Fitz Roy. El Nautilus navegó a escasa distancia de esa isla desierta. Sus dragas hicieron una buena captura de pólipos, equinodermos y conchas de moluscos. Los tesoros del capitán Nemo se incrementaron con algunos preciosos ejemplares de la especie de las delfinulas, a las que añadí una astrea puntífera, especie de polípero parásito que se fija a menudo en una concha. ...

En la línea 1843
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El capitán Nemo me indicó con la mano ese prodigioso amontonamiento de madreperlas, una mina verdaderamente inagotable, pues la fuerza creadora de la naturaleza supera al instinto destructivo del hombre. Fiel a ese instinto, Ned Land se apresuraba a llenar con los más hermosos ejemplares un saquito que había tomado consigo. ...

En la línea 2010
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Herbert y yo íbamos de mal en peor por lo que se refiere al aumento de nuestras deudas. De vez en cuando examinábamos nuestros asuntos, dejábamos márgenes y hacíamos otros arreglos igualmente ejemplares. Pasó el tiempo tanto si nos gustaba como si no, según tiene por costumbre, y yo llegué a mi mayoría de edad, cumpliéndose la predicción de Herbert de que me ocurriría eso antes de darme cuenta. También Herbert había llegado ya a su mayoría de edad, ocho meses antes que yo. Y como en tal ocasión no ocurrió otra cosa, aquel acontecimiento no causó una sensación profunda en la Posada de Barnard. Pero, en cambio, esperábamos ambos mi vigesimoprimer aniversario con la mayor ansiedad y forjándonos toda suerte de esperanzas, porque los dos teníamos la seguridad de que mi tutor no podría dejar de decirme algo preciso en aquella ocasión. Tuve el mayor cuidado de avisar en Little Britain el día de mi cumpleaños. El anterior a esta fecha recibí un aviso oficial de Wemmick comunicándome que el señor Jaggers tendría el mayor gusto en recibirme a las cinco de la tarde aquel señalado día. Esto nos convenció de que iba a ocurrir algo importante, y yo estaba muy emocionado cuando acudí a la oficina de mi tutor con ejemplar puntualidad. En el despacho exterior, Wemmick me felicitó e, incidentalmente, se frotó un lado de la nariz con un paquetito de papel de seda, cuyo aspecto me gustó bastante. Pero nada dijo con respecto a él, y con una seña me indicó la conveniencia de entrar en el despacho de mi tutor. Corría el mes de noviembre, y el señor Jaggers estaba ante el fuego, apoyando la espalda en la chimenea, con las manos debajo de los faldones de la levita. - Bien, Pip – dijo. - Hoy he de llamarle señor Pip. Le felicito, señor Pip. Nos estrechamos la mano, y he de hacer notar que él lo hacía siempre con mucha rapidez. Luego le di las gracias. -Tome una silla, señor Pip - dijo mi tutor. Mientras yo me sentaba, él conservó su actitud a inclinó el ceño hacia sus botas, lo cual me pareció una desventaja por mi parte, recordándome la ocasión en que me vi tendido sobre una losa sepulcral. Las dos espantosas mascarillas no estaban lejos de mi interlocutor, y su expresión era como si ambas hiciesen una tentativa estúpida y propia de un apoplético para intervenir en la conversación. - Ahora, joven amigo - empezó diciendo mi tutor como si yo fuese un testigo ante el tribunal, - voy a decirle una o dos palabras. - Como usted guste, caballero. - Dígame ante todo - continuó el señor Jaggers, inclinándose hacia delante para mirar al suelo y levantando luego la cabeza para contemplar el techo, - dígame si tiene idea de la cantidad que se le ha señalado anualmente para vivir. - ¿De la cantidad… ? - Sí - repitió el señor Jaggers sin apartar la mirada del techo, - si tiene idea de la cantidad anual que se le ha señalado para vivir. Dicho esto, miró alrededor de la estancia y se detuvo, teniendo en la mano su pañuelo de bolsillo, a medio camino de su nariz. Yo había examinado mis asuntos con tanta frecuencia, que había llegado a destruir la más ligera noción que hubiese podido tener acerca de la pregunta que se me hacía. Tímidamente me confesé incapaz de contestarla, y ello pareció complacer al señor Jaggers, que replicó: - Ya me lo figuraba. Y se sonó ruidosamente, con la mayor satisfacción. - Yo le he dirigido una pregunta, amigo mío - continuó el señor Jaggers. - ¿Tiene usted algo que preguntarme ahora a mí? - Desde luego, me sería muy agradable dirigirle algunas preguntas, caballero; pero recuerdo su prohibición. - Hágame una - replicó el señor Jaggers. - ¿Acaso hoy se dará a conocer mi bienhechor? - No. Pregunte otra cosa. - ¿Se me hará pronto esta confidencia? - Deje usted eso por el momento - dijo el señor Jaggers - y haga otra pregunta. Miré alrededor de mí, mas, en apariencia, no había modo de eludir la situación. - ¿Acaso… acaso he de recibir algo, caballero? A1 oír mis palabras, el señor Jaggers exclamó triunfante: - Ya me figuraba que acabaríamos en eso. Llamó a Wemmick para que le entregase aquel paquetito de papel. El llamado apareció, lo dejó en sus manos y se marchó. -Ahora, señor Pip, hágame el favor de fijarse. Sin que se le haya puesto ningún obstáculo, ha ido usted pidiéndome las cantidades que le ha parecido bien. Su nombre figura con mucha frecuencia en el libro de caja de Wemmick. A pesar de ello, estoy persuadido de que tiene usted muchas deudas. - No tengo más remedio que confesarlo, caballero. - No le pregunto cuánto debe, porque estoy convencido de que lo ignora; y si no lo ignorase, tampoco me lo diría. La cantidad que confesara estaría siempre por debajo de la realidad. Sí, sí, amigo-exclamó el señor Jaggers accionando con su dedo índice para hacerme callar, al advertir que yo me disponía a hacer una ligera protesta. - No hay duda de que usted se figura que no lo haría, pero yo estoy seguro de lo contrario. Supongo que me dispensará, pero conozco mejor estas cosas que usted mismo. Ahora tome usted este paquetito. ¿Lo tiene ya? Muy bien. Ábralo y dígame qué hay dentro. - Es un billete de Banco - dije - de quinientas libras esterlinas. - Es un billete de Banco - repitió el señor Jaggers -de quinientas libras esterlinas. Me parece una bonita suma. ¿Lo cree usted también? - ¿Cómo puedo considerarlo de otro modo? - ¡Ya! Pero conteste usted a la pregunta - dijo el señor Jaggers. -Sin duda. - De modo que usted, sin duda, considera que eso es una bonita suma. Ahora, Pip, esa bonita suma de dinero es de usted. Es un regalo que se le hace en este día, como demostración de que se realizarán sus esperanzas. Y a tenor de esta bonita suma de dinero cada año, y no mayor, en manera alguna, tendrá que vivir hasta que aparezca el donador de todo. Es decir, que tomará a su cargo sus propios asuntos de dinero, y cada trimestre cobrará usted en Wemmick ciento veinticinco libras, hasta que esté en comunicación con el origen de todo esto, no con el agente, que soy yo. Yo cumplo mis instrucciones y me pagan por ello. Todo eso me parece poco juicioso, pero no me pagan por expresar mi opinión acerca de sus méritos. Yo empezaba a expresar mi gratitud hacia mi bienhechor por la liberalidad con que me trataba, cuando el señor Jaggers me interrumpió. - No me pagan, Pip - dijo -, para transmitir sus palabras a persona alguna. Dicho esto, se levantó los faldones de la levita y se quedó mirando, ceñudo, a sus botas, como si sospechara que éstas abrigaban algún mal designio hacia él. Después de una pausa, indiqué: - Hemos hablado de un asunto, señor Jaggers, que usted me aconsejó abandonar por un momento. Espero no hacer nada malo al preguntarle acerca de ello. - ¿Qué era eso? - dijo. Podía haber estado seguro de que jamás me ayudaría a averiguar lo que me interesaba, de modo que tuve que hacer de nuevo la pregunta, como si no la hubiese formulado anteriormente. - ¿Cree usted posible - dije después de vacilar un momento - que mi bienhechor, de quien usted me ha hablado, dentro de breve tiempo… ? - y al decir esto me interrumpí delicadamente. - ¿Dentro de breve tiempo? - repitió el señor Jaggers. - Hasta ahora, la pregunta queda incompleta. - Deseo saber si, dentro de breve tiempo, vendrá a Londres - dije después de buscar con cuidado las palabras convenientes, - o si, por el contrario, me llamará para que vaya a algún sitio determinado. - Pues bien - replicó el señor Jaggers mirándome por vez primera con sus oscuros y atentos ojos. - Deberemos recordar la primera ocasión en que nos vimos en su mismo pueblo. ¿Qué le dije entonces, Pip? -Me dijo usted, señor Jaggers, que tal vez pasarían años enteros antes de que apareciese esa persona. - Precisamente - dijo el señor Jaggers - ésa es la respuesta que también doy ahora. ...

Más información sobre la palabra Ejemplares en internet

Ejemplares en la RAE.
Ejemplares en Word Reference.
Ejemplares en la wikipedia.
Sinonimos de Ejemplares.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Ejemplares

Cómo se escribe ejemplares o hejemplares?
Cómo se escribe ejemplares o ejemplarres?
Cómo se escribe ejemplares o ejemplarez?
Cómo se escribe ejemplares o egemplares?

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