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La palabra aguardaban
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la palabra aguardaban

La palabra Aguardaban ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece aguardaban.

Estadisticas de la palabra aguardaban

Aguardaban es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 20042 según la RAE.

Aguardaban aparece de media 3.03 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la aguardaban en las obras de referencia de la RAE contandose 460 apariciones .

Más información sobre la palabra Aguardaban en internet

Aguardaban en la RAE.
Aguardaban en Word Reference.
Aguardaban en la wikipedia.
Sinonimos de Aguardaban.


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece aguardaban

La palabra aguardaban puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 914
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... En las noches de invierno, la gran muchedumbre de la miseria pululaba en las calles de las ciudades, sin pan y sin techo, como si estuviese en un desierto. Los niños lloraban de frío, ocultando las manos bajo los sobacos; las mujeres de voz aguardentosa se encogían como fieras en el quicio de una puerta, para pasar la noche; los vagabundos sin pan, miraban los balcones iluminados de los palacios o seguían el desfile de las gentes felices que, envueltas en pieles, en el fondo de sus carruajes, salían de las fiestas de la riqueza. Y una voz, tal vez la misma, repetía en sus oídos, que zumbaban de debilidad: «No esperéis nada. ¡Cristo ha muerto!» El obrero sin trabajo, al volver a su frío tugurio, donde le aguardaban los ojos interrogantes de la hembra enflaquecida, dejábase caer en el suelo como una bestia fatigada, después de su carrera de todo un día para aplacar el hambre de los suyos. «¡Pan, pan!» le decían los pequeñuelos esperando encontrarlo bajo la blusa raída. Y el padre oía la misma voz, como un lamento que borraba toda esperanza: «¡Cristo ha muerto!» Y el jornalero del campo que, mal alimentado con bazofia, sudaba bajo el sol, sintiendo la proximidad de la asfixia, al detenerse un instante para respirar en esta atmósfera de horno, se decía que era mentira la fraternidad de los hombres predicada por Jesús, y falso aquel dios que no había hecho ningún milagro, dejando los males del mundo lo mismo que los encontró al llegar a él... Y el trabajador vestido con un uniforme, obligado a matar en nombre de cosas que no conoce a otros hombres que ningún daño le han hecho, al permanecer horas y horas en un foso, rodeado de los horrores de la guerra moderna, peleando con un enemigo invisible por la distancia, viendo caer destrozados miles de semejantes bajo la granizada de acero y el estallido de las negras esferas, también pensaba con estremecimientos de disimulado terror: «¡Cristo ha muerto, Cristo ha muerto!» Sí; bien muerto estaba. Su vida no había servido para aliviar uno solo de los males que afligen a los humanos. En cambio, había causado a los pobres un daño incalculable predicándoles la humildad, infiltrando en sus espíritus la sumisión, la creencia del premio en un mundo mejor. El envilecimiento de la limosna y la esperanza de justicia ultraterrena habían conservado a los infelices en su miseria por miles de años. Los que viven a la sombra de la injusticia, por mucho que adorasen al Crucificado, no le agradecerían bastante sus oficios de guardián durante diecinueve siglos. ...

En la línea 1660
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Eran más de cuatro mil. Al llegar una nueva banda, sus individuos, embozándose en las mantas haraposas para dar mayor misterio a la pregunta, se dirigían a los que aguardaban en el llano. ...

En la línea 1739
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Casi tres horas estuve tiritando de frío en una antecámara, con varias personas más que, como yo, aguardaban audiencia del poderoso. ...

En la línea 2520
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Bien sabía yo que en ese viaje me aguardaban muchos peligros, y que quizás iba a correr la misma suerte que San Esteban; pero ¿merece el nombre de discípulo de Cristo quien no afronta cualquier peligro por la causa de Aquel a quien proclama por maestro? «Quien por mi causa pierda su vida, la encontrará»; son palabras que el mismo Señor pronunció; palabras llenas de consuelo para mí, como lo estarán, sin duda, para cuantos emprenden con limpieza de corazón la difusión del Evangelio en tierras salvajes y bárbaras.... ...

En la línea 4295
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Los viajes por Galicia le habían quebrantado mucho, y me pareció incapaz de hacer las largas caminatas por país montañoso que me aguardaban. ...

En la línea 3376
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Ya a esta sazón estaban en paz los huéspedes con el ventero, pues, por persuasión y buenas razones de don Quijote, más que por amenazas, le habían pagado todo lo que él quiso, y los criados de don Luis aguardaban el fin de la plática del oidor y la resolución de su amo, cuando el demonio, que no duerme, ordenó que en aquel mesmo punto entró en la venta el barbero a quien don Quijote quitó el yelmo de Mambrino y Sancho Panza los aparejos del asno, que trocó con los del suyo; el cual barbero, llevando su jumento a la caballeriza, vio a Sancho Panza que estaba aderezando no sé qué de la albarda, y así como la vio la conoció, y se atrevió a arremeter a Sancho, diciendo: -¡Ah don ladrón, que aquí os tengo! ¡Venga mi bacía y mi albarda, con todos mis aparejos que me robastes! Sancho, que se vio acometer tan de improviso y oyó los vituperios que le decían, con la una mano asió de la albarda, y con la otra dio un mojicón al barbero que le bañó los dientes en sangre; pero no por esto dejó el barbero la presa que tenía hecha en el albarda; antes, alzó la voz de tal manera que todos los de la venta acudieron al ruido y pendencia, y decía: -¡Aquí del rey y de la justicia, que, sobre cobrar mi hacienda, me quiere matar este ladrón salteador de caminos! -Mentís -respondió Sancho-, que yo no soy salteador de caminos; que en buena guerra ganó mi señor don Quijote estos despojos. ...

En la línea 3605
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... En estas pláticas se entretuvieron el caballero andante y el mal andante escudero, hasta que llegaron donde, ya apeados, los aguardaban el cura, el canónigo y el barbero. ...

En la línea 5471
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Luego llegaron doce pajes con el maestresala, para llevarle a comer, que ya los señores le aguardaban. ...

En la línea 828
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Después de redactar este documento solo durmió unas horas. Debía partir al amanecer en la máquina volante que hacía el viaje a una de las ciudades mas lejanas de la República. Le aguardaban allá para que diese, ante un público inmenso, otra de sus conferencias sobre el coloso. ...


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Errores Ortográficos típicos con la palabra Aguardaban

Cómo se escribe aguardaban o haguardaban?
Cómo se escribe aguardaban o aguarrdaban?
Cómo se escribe aguardaban o aguardavan?
Cómo se escribe aguardaban o ajuardaban?

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