Cual es errónea Huerta o Huerrta?
La palabra correcta es Huerta. Sin Embargo Huerrta se trata de un error ortográfico.
La falta ortográfica detectada en la palabra huerrta es que se ha eliminado o se ha añadido la letra r a la palabra huerta
Errores Ortográficos típicos con la palabra Huerta
Cómo se escribe huerta o huerrta?
Cómo se escribe huerta o uerta?

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece huerta
La palabra huerta puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 58
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Despertaba la huerta, y sus bostezos eran cada vez más ruidosos. ...
En la línea 77
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... » En la barraca de Toni, conocido en todo el contorno por Pimentón, acababa de entrar su mujer, Pepeta, una animosa criatura, de carne blancuzca y fláccida, en plena juventud, minada por la anemia, y que era, sin embargo, la hembra más trabajadora de toda la huerta. ...
En la línea 79
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Levantábase a las tres, cargaba con los cestones de verduras cogidas por Toni al cerrar la noche anterior entre reniegos y votos contra una pícara vida en la que tanto hay que trabajar, y a tientas por los senderos, guiándose en la oscuridad como buena hija de la huerta, marchaba a Valencia, mientras su marido, aquel buen mozo que tan caro le costaba, seguía roncando dentro del caliente estudi, bien arrebujado en las mantas del camón matrimonial. ...
En la línea 90
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Por los ribazos laterales, con un brazo en la cesta y el otro balanceante, pasaban los interminables cordones de cigarreras e hilanderas de seda, toda la virginidad de la huerta, que iban a trabajar en las fábricas, dejando con el revoloteo de sus faldas una estela de castidad ruda y áspera. ...
En la línea 57
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... La caja se había perdido; pero el boliche, no se sabe cómo, había ido a dar a la huerta, y allí hacía de las suyas; pasó pronto a la heredad del vecino, y de una en otra saltó a las afueras, se extendió por los campos, y toda la comarca supo a los pocos meses lo que era el boliche y en qué consistían sus estragos. ...
En la línea 367
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... Y en tanto, los pájaros en los setos de la calleja y en los árboles de la huerta, trinan, gorjean, silban y pían; las nubes corren silenciosas, solemnes, por el azul del cielo; la brisa cuchichea y retoza con las mismísimas ropas talares del acompañamiento de la muerte; y Antón y Cuervo, en el colmo de un deliquio, oyen como extáticos, como en sueños, el runrún del Benedictus, los sonidos dulces y misteriosos de la Naturaleza, que, como ellos, ve pasar la muerte, sin comprenderla, sin profanarla, sin insultarla, sin temerla, como albergándola en su seno, y haciéndola desaparecer cual una hoja seca en un torrente, entre las olas de vida que derrama el sol, que esparce el viento y de que se empapa la tierra. ...
En la línea 1308
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... s habitantes de Chiloé tienen un medio muy cómodo para hacerse una huerta. el extremo inferior de casi todas las ramas hay una parte cónica, parda y rugosa, siempre dispuesta a convertirse en raíz, como puede verse cuando salta por accidente a las ramas inferiores un poco de barro; pues bien, a principios de la primavera escogen una rama del grueso del muslo de un hombre, la cortan exactamente por encima de un grupo de puntos de ésos, le quitan todos los otros brotes y la entierran a profundidad como de dos pies ...
En la línea 1312
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... rante la estación improductiva, ni sus hijos ni los cerdos salían de la huerta; porque encontraban en abundancia con que alimentarse. ...
En la línea 2478
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... spués del desayuno me voy a pasear por el patio y por la huerta. ...
En la línea 1153
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —¿Tienes frío? —¡Frío yo! Y pensó que dentro de tres horas, antes de amanecer, saldría con gran sigilo por la puerta del parque —la huerta de los Ozores —. ...
En la línea 1547
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Ana salió con el libro debajo del brazo; fue a la huerta. ...
En la línea 1549
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Las sombras de las hojuelas de la bóveda verde jugueteaban sobre las hojas del libro, blancas y negras y brillantes; se oía cerca, detrás, el murmullo discreto y fresco del agua de una acequia que corría despacio calentándose al sol; fuera de la huerta sonaban las ramas de los altos álamos con el suave castañeteo de las hojas nuevas y claras que brillaban como lanzas de acero. ...
En la línea 1712
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La quinta que ellas habían imaginado digna de un Ozores, aunque fuese extraviado, era una casa de aldea muy pintada, pero sin valor, con una huerta de medianas utilidades. ...
En la línea 1299
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Le acompañaba una tarde Rodrigo Corella en su paseo por una huerta cercana al Belvedere, cuando vieron venir hacia ellos un enorme león. Lo tenían guardado en una casa inmediata y había huido de su jaula. Todo el acompañamiento papal, prelados, domésticos, cubicularios y otros servidores, huyeron despavoridos, dejando solos al Pontífice y al joven español. ...
En la línea 2302
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Al Norte había un terreno mal sembrado de cebada. Hacia aquel ejido, en el cual había un poste con letrero anunciando venta de solares, caían las tapias de la huerta del convento, que eran muy altas. Por encima de ellas asomaban las copas de dos o tres soforas y de un castaño de Indias. Pero lo más visible y lo que más cautivaba la atención del desconsolado muchacho era un motor de viento, sistema Parson, para noria, que se destacaba sobre altísimo aparato a mayor altura que los tejados del convento y de las casas próximas. El inmenso disco, semejante a una sombrilla japonesa a la cual se hubiera quitado la convexidad, daba vueltas sobre su eje pausada o rápidamente, según la fuerza del aire. La primera vez que Maxi lo observó, movíase el disco con majestuosa lentitud, y era tan hermoso de ver con su coraza de tablitas blancas y rojas, parecida a un plumaje, que tuvo fijos en él los tristes ojos un buen cuarto de hora. Por el Sur la huerta lindaba con la medianería de una fábrica de tintas de imprimir, y por el Este con la tejavana perteneciente al inmediato taller de cantería, donde se trabajaba mucho. Así como los ojos de Maximiliano miraban con inexplicable simpatía el disco de la noria, su oído estaba preso, por decirlo así, en la continua y siempre igual música de los canteros, tallando con sus escoplos la dura berroqueña. Creeríase que grababan en lápidas inmortales la leyenda que el corazón de un inconsolable poeta les iba dictando letra por letra. Detrás de esta tocata reinaba el augusto silencio del campo, como la inmensidad del cielo detrás de un grupo de estrellas. ...
En la línea 2302
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Al Norte había un terreno mal sembrado de cebada. Hacia aquel ejido, en el cual había un poste con letrero anunciando venta de solares, caían las tapias de la huerta del convento, que eran muy altas. Por encima de ellas asomaban las copas de dos o tres soforas y de un castaño de Indias. Pero lo más visible y lo que más cautivaba la atención del desconsolado muchacho era un motor de viento, sistema Parson, para noria, que se destacaba sobre altísimo aparato a mayor altura que los tejados del convento y de las casas próximas. El inmenso disco, semejante a una sombrilla japonesa a la cual se hubiera quitado la convexidad, daba vueltas sobre su eje pausada o rápidamente, según la fuerza del aire. La primera vez que Maxi lo observó, movíase el disco con majestuosa lentitud, y era tan hermoso de ver con su coraza de tablitas blancas y rojas, parecida a un plumaje, que tuvo fijos en él los tristes ojos un buen cuarto de hora. Por el Sur la huerta lindaba con la medianería de una fábrica de tintas de imprimir, y por el Este con la tejavana perteneciente al inmediato taller de cantería, donde se trabajaba mucho. Así como los ojos de Maximiliano miraban con inexplicable simpatía el disco de la noria, su oído estaba preso, por decirlo así, en la continua y siempre igual música de los canteros, tallando con sus escoplos la dura berroqueña. Creeríase que grababan en lápidas inmortales la leyenda que el corazón de un inconsolable poeta les iba dictando letra por letra. Detrás de esta tocata reinaba el augusto silencio del campo, como la inmensidad del cielo detrás de un grupo de estrellas. ...
En la línea 2304
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Todas las mañanas antes de ir a clase, hacía Rubín esta excursión al campo de sus ilusiones. Era como ir a misa, para el hombre devoto, o como visitar el cementerio donde yacen los restos de la persona querida. Desde que pasaba de la iglesia de Chamberí veía el disco de la noria, y ya no le quitaba los ojos hasta llegar próximo a él. Cuando el motor daba sus vueltas con celeridad, el enamorado, sin saber por qué y obedeciendo a un impulso de su sangre, avivaba el paso. No sabía explicarse por qué oculta relación de las cosas la velocidad de la máquina le decía: «apresúrate, ven, que hay novedades». Pero luego llegaba y no había novedad ninguna, como no fuera que aquel día soplaba el viento con más fuerza. Desde la tapia de la huerta oíase el rumor blando del volteo del disco, como el que hacen las cometas, y sentíase el crujir del mecanismo que transmite la energía del viento al vástago de la bomba… Otros días le veía quieto, amodorrado en brazos del aire. Sin saber por qué, deteníase el joven; pero luego seguía andando despacio. Hubiera él lanzado al aire el mayor soplo posible de sus pulmones para hacer andar la máquina. Era una tontería; pero no lo podía remediar. El estar parado el motor parecíale señal de desventura. ...
En la línea 2330
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «No aportaste más por allí. Yo le pregunté después a la Paca si había vuelto por allí el chico de Santa Cruz, y me contestó: 'Calla hija, si han dicho aquí anoche que está con plumonía… '. Pobrecito, por poco no lo cuenta. Estuvo si se las lía, si no se las lía… Por ti pregunté a la Feliciana una tarde que fui a enseñarle los mantones de Manila que yo estaba corriendo, y me dijo que te ibas a casar con un boticario… ya, el sobrino de doña Lupe la de los Pavos… ¡Ah!, chica, si esa tal doña Lupe es lo que más conozco… Pregúntale por mí. Le he vendido más alhajas que pelos tengo en la cabeza. ¡Ah!, entonces sí que estaba yo bien; pero de repente me trastorné, y caí tan enferma del estómago, que no podía pasar nada, y lo mismo era entrarme bocado en él o gota de agua, que parecía que me encendían lumbre; y mi hermana Severiana, que vive en la calle de Mira el Río, me llevó a su casa, y allí me entraron unos calambres que creí que espichaba; y una noche, viendo que aquello no se me quería calmar, salí de estampía, y en la taberna me atizé tres copas de aguardiente, arreo, tras, tras, tras, y salí, y en medio a medio de la calle caíme al suelo, y los chiquillos se me ajuntaron a la redonda, y luego vinieron los guindillas y me soplaron en la prevención. Severiana quiso llevarme otra vez a su casa; pero entonces una señora que conocemos, esa doña Guillermina… la habrás oído nombrar… me cogió por su cuenta y me trajo a este establecimiento. La doña Guillermina es una que se ha echado mismamente a pobre, ¿sabes?, y pide limosna y está haciendo un palación ahí abajo para los huérfanos. Mi hermana y yo nos criamos en su casa, ¡gran casa la de los señores de Pacheco! Personas muy ricas, no te creas, y mi madre era la que les planchaba. Por eso nos tiene tanta ley doña Guillermina, que siempre que me ve con miseria me socorre, y dice que mientras más mala sea yo más me ha de socorrer. Pues que quise que no, aquí me metieron… Ya me habían metido antes; pero no estuve más que una semana, porque me escapé subiéndome por la tapia de la huerta como los gatos». ...
Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra r
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Las Reglas Ortográficas de la R y la RR
Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.
En castellano no es posible usar más de dos r

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Más información sobre la palabra Huerta en internet
Huerta en la RAE.
Huerta en Word Reference.
Huerta en la wikipedia.
Sinonimos de Huerta.
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