Cómo se escribe.org.es

La palabra amenasas
Cómo se escribe

Comó se escribe amenasas o amenazas?

Cual es errónea Amenazas o Amenasas?

La palabra correcta es Amenazas. Sin Embargo Amenasas se trata de un error ortográfico.

El Error ortográfico detectado en el termino amenasas es que hay un Intercambio de las letras z;s con respecto la palabra correcta la palabra amenazas

Más información sobre la palabra Amenazas en internet

Amenazas en la RAE.
Amenazas en Word Reference.
Amenazas en la wikipedia.
Sinonimos de Amenazas.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Amenazas

Cómo se escribe amenazas o hamenazas?
Cómo se escribe amenazas o amenazaz?
Cómo se escribe amenazas o amenasas?

Algunas Frases de libros en las que aparece amenazas

La palabra amenazas puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 785
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Conocía las amenazas de Pimentó, el cual, apoyado por toda la huerta, juraba que aquel trigo no había de segarlo su sembrador, y Batiste casi olvidaba a sus hijos para pensar en sus campos, en el oleaje verde que crecía y crecía bajo los rayos del sol y había de convertirse en rubios montones de mies. ...

En la línea 1058
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero con el egoísmo de su dicha, Tonet se preocupaba tanto de los tacos y amenazas de su amo como la hilandera de su temido padre, ante el cual sentía ordinariamente más miedo aún que respeto. ...

En la línea 1346
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero según se iban alejando amortiguábanse las amenazas del maestro. ...

En la línea 1400
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Se acostó un día sobre la paja, negándose a salir, mirando a Batiste con ojos vidriosos y amarillentos que hacían expirar en los labios del amo los votos y amenazas de la indignación. ...

En la línea 221
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La desgracia, como cansada del tesón con que los dos compadres sabían eludirla, comenzó a cebarse en ellos. Era en vano que con riesgo de su vida esquivasen durante la noche los pasos difíciles de la sierra. Por tres veces les sorprendieron cerca de la ciudad, en los llanos de Caulina, cuando se creían ya en salvo. Les dieron de golpes al arrebatarles aquellas mochilas que representaban la vida para sus hijos; y hasta les amenazaron con un tiro en vista de su reincidencia. Más que las amenazas les intimidó la pérdida de sus cargas. ¡Adiós los ahorros! Los tres fracasos les dejaban más pobres que antes de comenzar el contrabando, con deudas que les parecían enormes. Ya nadie querría prestarles para continuar el _negocio_. ...

En la línea 300
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El canto quejumbroso y melancólico de los pueblos tristes y moribundos, despertaba inexplicables recuerdos, ecos de una existencia anterior. El alma morisca se estremecía en ellos oyendo aquellas coplas de muerte, de sangre, de amores desesperados y fanfarronas amenazas. El viejo capataz, enardecido por la voz de María de la Luz, parecía olvidar que era su hija, y soltaba la guitarra para echarla su sombrero a los pies. ...

En la línea 532
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Cuando se fue, el aperador habló a don Fernando de los _Alcaparrones_ y otros gitanos del cortijo. Eran familias que trabajaban años y años en la misma finca, como si formasen parte de ella. Resultaban de más fácil manejo, hombres y mujeres, que la demás gente de la gañanía. Con ellos no había que temer rebeliones, huelgas, ni amenazas. Eran pedigüeños y un tanto ladrones, pero se achicaban ante los gestos amenazadores, con la docilidad de una raza perseguida. ...

En la línea 852
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Los viejos prorrumpían en amenazas sordas. ...

En la línea 4140
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Recuerda solamente que si dices una palabra de lo que vas a ver y de lo que vas a oír (porque mirarás y escucharás pese a las amenazas que te hagamos, estoy segu ro), estás perdido. ...

En la línea 6729
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¡Una tigresa, una pantera! ¡Ay, mi querido Athos, tengo miedo de haber atraído sobre nosotros dos una venganza terrible!D'Artagnan contó entonces todo: la cólera insensata de Milady y sus amenazas de muerte. ...

En la línea 8972
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Permanecer muda y digna en su presencia, irritarlo de vez en cuando por medio de un desdén afectado, por medio de una palabra despectiva, empujarlo a amenazas y a violencias que hicieran contraste con su resignación, tal era su proyecto. ...

En la línea 9094
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... No quiso parecer conmocionada por las amenazas de lord de Win ter, se sentó a la mesa y comió. ...

En la línea 2294
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... ¡Entonces había que ver a esos perros de nacionales correr por las calles para ponerse en salvo! ¡Había que verlo, _don Jorge_! Los que me encontraban a la vuelta de una esquina se olvidaban de gritar: _¡Hola, carlista!_, y de sus amenazas de apalearme. ...

En la línea 6041
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Pero Antonio, que no era hombre para dejarse intimidar tan fácilmente, se burló de sus amenazas, y, enseñándoles las cartas que llevaba para las autoridades de Guadalajara, dijo que pensaba ir allá a la mañana siguiente y denunciar su conducta ilegal; añadió que era súbdito turco, y que si se atrevían a cometer con él la más leve desconsideración escribiría a la Sublime Puerta, junto a la que los más poderosos reyes del mundo son pobres gusanos, y no dejaría de vengar los agravios hechos a su hijo, dondequiera que estuviese, en forma demasiado terrible para mencionada. ...

En la línea 998
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Probó a subir desde el caballo a las bardas, pero estaba tan molido y quebrantado que aun apearse no pudo; y así, desde encima del caballo, comenzó a decir tantos denuestos y baldones a los que a Sancho manteaban, que no es posible acertar a escribillos; mas no por esto cesaban ellos de su risa y de su obra, ni el volador Sancho dejaba sus quejas, mezcladas ya con amenazas, ya con ruegos; mas todo aprovechaba poco, ni aprovechó, hasta que de puro cansados le dejaron. ...

En la línea 1434
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Alzó la vara en alto el comisario para dar a Pasamonte en respuesta de sus amenazas, mas don Quijote se puso en medio y le rogó que no le maltratase, pues no era mucho que quien llevaba tan atadas las manos tuviese algún tanto suelta la lengua. ...

En la línea 1795
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -No hay para qué conmigo amenazas, que yo no soy hombre que robo ni mato a nadie: a cada uno mate su ventura, o Dios, que le hizo. ...

En la línea 2582
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Poco tardó en volver de su desmayo Camila; y, al volver en sí, dijo: »-¿Por qué no vas, Leonela, a llamar al más leal amigo de amigo que vio el sol o cubrió la noche? Acaba, corre, aguija, camina, no se esfogue con la tardanza el fuego de la cólera que tengo, y se pase en amenazas y maldiciones la justa venganza que espero. ...

En la línea 1338
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... En realidad, les llevaba dado más que había recibido de ellos, y don Fernando abusaba de su condición de español, queriendo aplicar la fuerza espiritual y política del Papado como un arma diplomática. Luis XII tranquilizó a Alejandro, haciéndole saber que el rey de España estaba en tratos secretos con él, al mismo tiempo que pretendía asustar al Pontífice con amenazas de Concilio y deposición por ser aliado de Francia. ...

En la línea 1780
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Resistióse el prisionero durante tres meses a ruegos y amenazas, no queriendo dar nuevas órdenes a sus gobernadores de las Romanas para que entregasen las fortalezas. Al fin cedió en agosto, y la rendición de sus últimos defensores fue con gran pompa y no menores testimonios de afecto al duque vencido, demohtrándose una vez más el gran amor que éste sabía inspirar a los que lo rodeaban. ...

En la línea 4550
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Fortunata creyó al fin que convenía hacer que despertaba. Lo particular era que en aquella crisis el desventurado joven no pasaba de las extravagancias de lenguaje a las violencias de obra; todo era quejas acerbísimas, afán angustioso por su honor y amenazas de que iba a hacer y acontecer. ...

En la línea 803
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¡Alto, alto! –dijo él vigoroso jefe de la cuadrilla, interponiéndose – a tiempo de salvar al rey, y recalcando esta ayuda con unos puñetazos que derribaron a Hobbs por tierra–. ¿No tienes respeto ni a los reyes ni a los que usan puños de encajes? Si vuelves a ofender mi presencia, te estrangularé con mis propias manos. –Y agregó dirigiéndose a Su Majestad–: Haces mal en dirigir amenazas a tus camaradas, muchacho, y debes guardar la lengua para hablar mal de ellos en parte alguna. Sé rey enhorabuena, si eso satisface tu locura, pero que no sea ello un mal para nadie. No vuelvas a decir lo que has dicho, esto es traición. Seremos malos en cosas de poca monta, pero no tanto que hagamos traición a nuestro rey. En esto somos corazones amantes y leales. Repara si digo la verdad. Ahora, todos juntos: '¡Tenga larga vida Eduardo, rey de Inglaterra!' ...

En la línea 1017
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... El rey se enfureció y los insultó, con promesa de ahorcar a los dos en cuanto volviera a tener el cetro en sus manos; pero ellos lo sujetaron con fuerza, divirtiéndose con su impotente cólera y burlándose de sus amenazas. Así siguieron hasta que empezó a obrar la cataplasma, y al poco tiempo aquello se habría perfeccionado de no haber sobrevenido interrupción. Mas la hubo, porque el 'esclavo' que había hablado denunciando las leyes inglesas, apareció en escena y puso fin a la maquinación, arrancando los vendajes y la cataplasma. ...

En la línea 1077
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... El pobre alguacil, tomado de sorpresa, se quedó al pronto sin habla, mas luego empezó a proferir amenazas. Hendon, sin alterarse, esperó con paciencia hasta que se le acabó la cuerda, y luego dijo: ...

En la línea 1497
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Hugo no fue perseguido por sus amenazas ni por apropiarse de los estados y títulos de su hermano, porque ni la esposa ni el hermano quisieron testificar contra él, y a la primera no se le habría permitido hacerlo, aunque hubiese querido. Hugo abandonó a su mujer y partió para el Continente, donde murió al poco tiempo, y a poco el conde de Kent se casó con su viuda. Hubo grandes festejos y regocijos en el pueblo de Hendon cuando la pareja hizo su primera visita a la casa señorial. ...

En la línea 939
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Intentó pasar el pestillo de la puerta, pero no tuvo fuerzas para levantar el brazo. Por otra parte, ¿para qué? El terror helaba su alma, la paralizaba… Al fin, aquel escándalo que había durado diez largos minutos se extinguió poco a poco. La patrona gemía débilmente. Ilia Petrovitch seguía profiriendo juramentos y amenazas. Después, también él enmudeció y ya no se le volvió a oír. ...

En la línea 3698
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raskolnikof intentó volver a hablar, pero en seguida renunció a ello al ver que los inquilinos se precipitaban sobre Lujine y, formando en torno de él un círculo compacto, le dirigían toda clase de insultos y amenazas. Pero Lujine no se amilanó. Comprendiendo que había perdido definitivamente la partida, recurrió a la insolencia. ...

En la línea 3699
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Permítanme, señores, permítanme. No se pongan así. Déjenme pasar ‑dijo mientras se abría paso‑. No se molesten ustedes en intentar amedrentarme con sus amenazas. Tengan la seguridad de que no adelantarán nada, pues no soy de los que se asustan fácilmente. Por el contrario, les advierto que tendrán que responder de la cooperación que han prestado a un acto delictivo. La culpabilidad de la ladrona está más que probada, y presentaré la oportuna denuncia. Los jueces no están ciegos… ni bebidos. Por eso rechazarán el testimonio de dos impíos, de dos revolucionarios que me calumnian por una cuestión de venganza personal, como ellos mismos han tenido la candidez de reconocer. Permítanme, señores. ...

En la línea 4388
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Se detuvieron de nuevo y se miraron a la cara. Al fin, el rostro de Svidrigailof cambió de expresión. Viendo que sus amenazas no intimidaban a Raskolnikof lo más mínimo, dijo de pronto, en el tono más amistoso y alegre: ...

En la línea 988
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Sólo a un punto iba Lucía sola: a la iglesia de San Luis. Al pronto, el edificio agradó muy poco a la leonesa, habituada a la majestad de su soberbia basílica. San Luis es mezquina rapsodia ojival, ideada por un arquitecto moderno; por dentro la afea estar pintada de charros colorines; en suma, parece una actriz mundana disfrazada de santa. Pero Lucía halló en el templo una Virgen de Lourdes, que la cautivó sobremanera. Campeaba en una gruta de floridos rosales y crisantemos, y sobre su cabeza decía un rótulo: «Soy la inmaculada Concepción.» Poco sabía Lucía de las apariciones de Bernardita la pastora, ni de los prodigios de la sacra montaña; pero con todo eso la imagen la atraía dulcemente con no sé qué voces misteriosas, que vagaban entre el grato aroma de los tiestos de flores y el titilar de los altos y blancos cirios. La imagen, risueña, sonrosada, candorosa, con ropas flotantes y manto azul, llegaba más al alma de Lucía que las rígidas efigies de la catedral de León, cubiertas de rozagante atavío. Yendo una tarde camino de la iglesia, vio pasar un entierro y lo siguió. Era de una doncella, hija de María. Rompía la marcha el bedel, oficialmente grave, vestido de negro, al cuello una cadena de plata; seguían cuatro niñas, con trajes blancos, tiritando de frío, morados los pómulos, pero muy huecas del importante papel de llevar las cintas. Luego los curas, graves y compuestos en su ademán, alzando de tiempo en tiempo sus voces anchas, que se dilataban en la clara atmósfera. Dentro del carro empenachado de blanco y negro, la caja, cubierta de níveo paño, que constelaban flores de azahar, rosas blancas, piñas de lila a granel, oscilantes a cada vaivén de la carroza. Las hijas de María, compañeras de la difunta, iban casi risueñas, remangando sus faldellines de muselina, por no ensuciarlo en el piso lodoso. El comisario civil, de uniforme, encabezaba el duelo; detrás se extendía una reata de mujeres enlutadas, rodeando a la familia, que mostraba el semblante encendido y abotargados los ojos de llorar. Doblaba tristemente la campana de la iglesia, cuando bajaron la caja y la colocaron sobre el catafalco. Lucía penetró en la nave y se arrodilló piadosamente entre los que lloraban a una muerta para ella desconocida. Oyó con delectación melancólica las preces mortuorias, los rezos entonados en plena y pastosa voz por los sacerdotes. Tenían para ella aquellas incógnitas frases latinas un sentido claro: no entendía las palabras; pero harto se le alcanzaba que eran lamentos, amenazas, quejas, y a trechos suspiros de amor muy tiernos y encendidos. Y entonces, como en el parque, volvía a su mente la idea secreta, el deseo de la muerte, y pensaba entre sí que era más dichosa la difunta, acostada en su ataúd cubierto de flores, tranquila, sin ver ni oír las miserias de este pícaro mundo -que rueda, y rueda, y con tanto rodar no trae nunca un día bueno ni una hora de dicha- que ella viva, obligada a sentir, pensar y obrar. ...


El Español es una gran familia

Reglas relacionadas con los errores de z;s

Las Reglas Ortográficas de la Z

Se escribe z y no c delante de a, o y u.

Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.

Ejemplos: pedazo, terraza

Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.

Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez

La X y la S

Las Reglas Ortográficas de la S

Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz

Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad

Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa

Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso

Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima

Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.

Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.

Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.

Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.


Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras z;s


la Ortografía es divertida

Palabras parecidas a amenazas

La palabra cuestiones
La palabra evitaba
La palabra prudente
La palabra roce
La palabra amenazante
La palabra llenaba
La palabra nuevas

Webs amigas:

Guia Alhambra de Granada . Ciclos Fp de informática en Zaragoza . VPO en Zaragoza . - Hotel en Córdoba Abeto